Adolfo Suárez falleció el 23 de marzo de 2014. La asociación para la Defensa de los Valores de la Transición, de la que es Presidente de Honor el General Andrés Cassinello, un actor de esa Transición, y Presidente Emilio Contreras, otro actor cercano a Suárez, organiza todos los años en esa fecha un acto para recordarle en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales dirigido por el profesor Benigno Pendás.
Intervinieron este año dos personas: Adela Cortina y Felipe González, un tenor político fundamental de esa Transición. Tras una interesante introducción de la Catedrática de Ética en la Universidad de Valencia, que disecó la transición en sus categorías, el antiguo Presidente del Gobierno, hizo una magnífica reivindicación de la Política, con mayúscula. En un momento en el que por culpa de unos mandatarios se la denigra, así como a todos los políticos, era necesario que alguien de su prestigio tomara su defensa.
González dejó claro que la Transición fue obra de Adolfo Suarez y del Rey Juan Carlos I al proponerle como Presidente del Gobierno. La Constitución no existía en ese momento, y González elogió lo que se podría calificar como la actitud constitucional preconstitucional de ambos.
Poco habló González de Cataluña salvo para reivindicar más política para resolver la crisis y no limitarlo a su judicialización. La política en Cataluña incluye, para González, la aplicación del 155 que, añadió, debiera de haberse impuesto hace ya cinco años, concluyendo que en tal caso se hubiera contenido a tiempo esa crisis y sus efectos negativos no hubieran sido tan perniciosos incluso para los separatistas.
Al respecto, conviene señalar que el Juez Llarena sitúa el inicio del independentismo concertado en el “acuerdo para la transición nacional” de Más y Junqueras de diciembre de 2012 y en el “libro blanco para la transición nacional de Cataluña” presentado por Más en septiembre de 2014. ¿Por qué se cruzó de brazos tanto tiempo Rajoy?
González reivindicó la acción política cuando recordó, entre otras cosas, cómo Suárez recibió a Tarradellas en la Moncloa y legalizó al Partido Comunista con ocasión de una Semana Santa (algo que los militares de entonces nunca le perdonaron). Recordó asimismo su primera entrevista siendo ya Suárez Presidente del Gobierno, discreta, como había pedido el socialista, y que tuvo lugar en un piso particular madrileño, tan a solas los dos que fue el propio Suárez quien acudió a abrirle la puerta.
La imperiosa necesidad de la Política (siempre con mayúscula) fue reivindicada por González mirando más de una vez a un sonriente Pablo Casado, joven oyente en la primera fila, para, se supone, que lo asimile y, de paso, se lo cuente a Rajoy. González dejó claro no solo que la Transición fue obra de Suárez y del ahora Rey emérito, sino que acabó cuando se marchó el primero, zanjando así un viejo debate.
Señaló también que sus disputas políticas con Suárez no impidieron tres cosas: el respeto mutuo, la capacidad de llegar a acuerdos y la posibilidad de acordar desacuerdos. Pero, para esto último, primero hay que ser capaces de lograr acuerdos, precisó, mirando de nuevo a Casado.
Esta conmemoración ha sido un gran éxito para la asociación organizadora, la ADVT antes mencionada, que todos los meses celebra un almuerzo con ponentes de interés (el propio González lo fue en su día) y gracias a los dos intervinientes ha sido sobre todo un gran éxito para la figura de Suárez, que es de lo que se trataba.
Carlos Miranda es Embajador de España
Carlos Miranda