El Estado fascista en el que ha desarrollado su brillante carrera artística el eximio poeta y fino compositor, Valtònyc ha sido incapaz de impedir que el delincuente don Josep Miquel Arenas escapara a la acción de la Justicia gracias al garantismo de una legislación que prohibe, como ya ocurriera en el caso de otros ilustres fugados itinerantes por Europa, detener a ninguna persona sin mandato judicial.
En las redes sociales y en algunos medios de comunicación se jalea su huida y se le considera un mártir de la libertad de expresión. Conmueve la solidaridad con un pobre chico que anima en un concierto público a sus seguidores a buscar un guardia civil y matarlo. O poner una bomba a un fiscal. O desear que explote un autobús lleno de militantes del PP. Solo los que carecemos de sensibilidad democrática, porque somos unos fachas, no horrorizamos por esas incitaciones al odio y la violencia. Somos unos viejos carcamales , corroídos por algunos recuerdos como aquellos gritos de “ETA, mátalos” que escuchábamos horas antes de que un pistolero cumpliera la invitación al asesinato. El hecho de que el rapero también gritara recientemente “Gora ETA” es apenas una licencia poética.
Puigdemont le ha dado la bienvenida al “exilio”, le ha deseado suerte y le ha mandado un abrazo. Torra no ha dicho nada, que se sepa. Tal vez en su fuero interno, de catolicón consagrado, habrá resonado la frase bíblica.”Perdonáles, Señor, porque no saben lo que hacen.” Pero no dirigida al rapero sino a los jueces españoles. O tal vez haya vuelto a poner su mirada en aquellos hermanos Badía, grandes referentes del independentismo catalán, que pasaron a la historia como pistoleros fascistas, pero son héroes para el president y seguramente para el rapero y sus palmeros.
Eduardo Sotillos