Màxim Huerta se ha convertido en el «pim pam pum» del Gabinete.Ya se ha encontrado el chivo expiatorio de la mala conciencia por elogiar al gobierno.En un país que tuvo como ministra de Cultura a Esperanza Aguirre, incapaz de aceptar una entrevista sin cuestionario previo,,no se aguanta que sea ministro del ramo una persona que conoce los modos culturales de nuestro tiempo, un periodista con distintas expèriencias profesionales, autor de varias novelas, alguna muy reconocida, y cuyo referente es Ana María Matute.
A otro periodista que conozco muy bien, cuando se sentó en el Consejo de Ministros le recordaron que había sido crítico de futbol de la Tercera División madrileña. El pecado de Màxim se llama Ana Rosa.
Entiendo la irritación de las mentes conservadoras,pero me sorprenden más los prejuicios.Del ministro de Cultura, con un presupuesto muy limitado, no cabe esperar grandes transformaciones.Si acaso, una sensibilidad para crear un clima de libertad y apertura a la nuevas formas expresión.
Eso sí, tendrá que encontrar un buen Secretario de Estado para el Deporte. Porque de eso no tiene ni «p..» idea.Que diría él mismo.
Eduardo Sotillos