El título resume las líneas rojas de la refundación de Estrella Digital, decano de la prensa española en internet. Podríamos mirarnos el ombligo y definir nuestra línea editorial: izquierda, derecha, centro… Pero no gastaré un minuto en definir nuestro ideario político. Porque no somos un partido. Somos un diario. No quiero que nos votes. Quiero que nos leas.
Nuestra labor no es cuestionar ideologías, sino su aplicación. La esencia periodística es desvelar la verdad. Y la verdad suele ser miseria y corrupción en nombre de las ideas. El robo de las arcas públicas. Y ahí no se distinguen partidos. Daremos voz a todos, pero fiscalizaremos a todos.
La Constitución, cuanto defiende y ampara para cambiarla, constituye suficiente bandera para conocer nuestro santo y seña. El resto es periodismo. Por eso proclamamos qué periodismo queremos y cuál rechazamos.
No vamos a dar cabida a noticias o imágenes que prostituyan a la mujer. El lector que quiera satisfacer bajos instintos tiene suficientes webs para no hallar su botín aquí. No es decisión baladí. Renunciamos a decenas de miles de lectores y de euros. Genera tráfico, sí, tráfico humano.
Urge elegir trinchera. La de la manada que viola físicamente a una mujer y luego mediáticamente llamándola puta y gorda…o la de quienes quieren acorralar a tal jauría. Escogemos este último bando. Si su nombre es feminismo, lo abrazamos.
Quiero dar voz a todas las mujeres (artistas, ministras o fontaneras) para que tengan un canal donde clamar cuán lejos está aún la meta. No hace falta esperar a los premios Goya para gritar contra los abusos salariales y sexuales. No hace falta esperar 365 días a que sea el día de la mujer. No hemos elegido el tono morado de nuestra cabecera por esta causa, pero acaso sea un signo de nuestra voluntad.
Los editores del machismo lloriquean porque Sánchez ha roto la paridad en su Gobierno. Pero no les alarma que no haya paridad en la sangre derramada: ellas son más violadas y asesinadas que nosotros. Los hombres deberíamos tener pudor al hablar de paridad con estas cifras sobre nuestras espaldas.
Siento nauseas cuando oigo chistes sobre la capacidad de ministras con un currículo aplastante proferidos por sujetos que apenas saber pulsar un emoticono. Siento vergüenza de mi manada.
Defenderé el derecho a discrepar en una tribuna de una sentencia como la de la Manada de Pamplona, pese a que no me ofrece la menor duda: los hechos probados relatan una violación. Pero nunca admitiré juicios de valor sobre la víctima.
Igual que puedo sopesar la admisión de tribunas de independentistas, aunque abomino de los nacionalismos. Mis convicciones democráticas me permiten leer delirios y acaso sea educativo. Igual algún independentista lee, de rebote, tesis contrarias. Leamos a los contrarios.
No admitiré mentiras deliberadas, no hablo del error involuntario, reprobable pero de distinto calado. Es tanto como decir como que no admitiré la extorsión. Porque las mentiras se fabrican para extorsionar, derribar y cobrar.
Esperamos que nuestra financiación llegue de anunciantes sin más arma persuasiva que el buen periodismo. Ni buscaremos anunciantes a golpe de pistola ni hipotecaremos la verdad para hacer caja. El buen anunciante sabe la rentabilidad de escoger un diario donde se prima la verdad.
Y aquí, francamente, me siento libre. Si algún día no es así mi contrato establece que me iré.
Quiero firmar contigo el mismo contrato. Lee Estrella Digital hasta que tengas la sospecha o certeza de que no somos libres.
Francisco Mercado – Carta del director