El Gobierno nos va obsequiar este fin de semana con dos novedades sobre la gestión financiera. Dos decretos ¡cómo no! (y van…), que dotarán al Banco de España de mejores instrumentos para prevenir crisis de la naturaleza de la que acabamos de superar, especialmente en el control del crédito y otro por el que se crea una Autoridad de Estabilidad Financiera, (cuando escribo no sé si éste será su nombre definitivo).
Teniendo en cuenta que la Unión Europea pidió medidas de este tipo hace ya siete años, tramitarlos ahora por la vía urgente es, cuando menos cuestionable y su formulación a través de decretos, insostenible. Alguien debería advertir al Gobierno de este abuso.
Después de conocer que la supuesta independencia de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal no sale muy airosa del trance de las elecciones andaluzas, el Gobierno, sustrayendo el debate, va a constituir esa otra autoridad de estabilidad financiera a la que ya, ni siquiera, se molesta en apellidar independiente. Sería, claro, un sarcasmo teniendo en cuenta que será quien desempeñe la cartera de Economía la persona que presida el Consejo de la nueva autoridad, en el que estarán presentes la CNMV, el Banco de España y la Dirección General de Seguros (dependiente de Economía). Es decir el Ministerio tendrá dos votos, más el de calidad de quien presida.
Por supuesto que no es inocente esta composición. Limita muy mucho la independencia del Banco de España, conseguida a fuego en los tiempos de Luis Ángel Rojo y que para los gobiernos es una úlcera de estómago insufrible. También mediatiza la independencia de la CNMV, es notorio, aunque ésta les ha sido menos lacerante a los sucesivos gobiernos, no sé por qué, aunque lo supongo.
Con esta estructura de la que el Gobierno prevé dotar al nuevo organismo, lo que persigue y consigue el Ejecutivo es tener una valiosísima información interna sobre las entidades financieras y, como consecuencia de ello, las hace enormemente vulnerables al manejo político. Si el conocimiento es poder, como ya formularon Francis Bacon y Thomas Hobbes (Ss. XVI-XVII), el Ministerio de Economía va a atesorar un poder insólito sobre la banca y los seguros, que satisfará, supongo las apetencias de la ultraizquierda podemita, pero no parece compadecerse la socialdemocracia moderna.
El juego de consejo-persuasión-amenaza por parte de Ejecutivo siempre ha existido en economías intervenidas hasta las cachas, como la española. Que se lo digan a los municipios que juegan al palé, las comunidades autónomas que se autentifican con regulaciones particularistas o el Gobierno central que dispone de la poderosa arma fiscal. A partir de ahora, si nadie lo remedia, que no lo harán porque están a sus cosas, que son otras cosas, el Gobierno manejará con soltura y a su antojo datos de las entidades financieras que afectan al desempeño de su función. La sombra de las difuntas cajas de ahorros se prolonga como el ciprés de Delibes, bajo otros soles.
Thomas