Sí, nos están matando, a las mujeres. Nos está matando ese machismo que impregna la educación, la justicia, la política y todos los ámbitos de una sociedad tan patriarcal que roza lo obsceno.
Nos están matando de manera continuada y con una increíble impunidad y, cuando levantamos nuestra voz contra ello, somos tachadas de histéricas y demasiados hombres se echan las manos a la cabeza porque piensan que les metemos a todos en el mismo saco.
Nos está matando una sociedad que lejos de ensalzar, difundir y dar continuidad a los logros del feminismo, cae en el terrible error de asociar este movimiento tan necesario a algo negativo y radical en todas sus vertientes, sin entender que el feminismo es básico para llevar a cabo las transformaciones sociales necesarias que permitan lograr esa igualdad que se insiste en negarnos a las mujeres una y otra vez, y que, de hecho, nos ha permitido alcanzar muchos logros a lo largo de nuestra historia.
Vivimos en una sociedad donde, desde pequeñas, se nos educa en la cultura del miedo: no salir solas de noche, no hablar con desconocidos, evitar pasar por lugares oscuros, etc. Es normal que quienes nos educan, conociendo la sociedad en la que nos ha tocado vivir, pretendan prevenirnos, pero esa no es la solución. La solución al problema no está en ser precavidas, porque, además, eso no es garantía de éxito y a la vista de los continuos y crueles acontecimientos está.
La solución está en erradicar las conductas de quienes nos hacen vivir con miedo, de quienes nos agreden física y psicológicamente, y de quienes nos matan, y ese es un problema que hay que atacar desde diferentes perspectivas, siendo fundamental prevenirlo en su origen.
¿Y cuál es ese origen? Educación, educación y más educación, comenzando por el currículum escolar, para sensibilizar, prevenir y concienciar sobre un problema social que se tiene que entender como de gran envergadura. Educación con una continuidad a lo largo de todas las etapas formativas, pero también y fundamental, educación de los profesionales que imparten esa formación. Y, desde luego, educación no solo en el ámbito académico, sino también en el doméstico, la educación de los padres a los hijos en igualdad, tolerancia y respeto es sumamente necesaria.
Hay que prevenir en su origen, pero cuando el daño de produce, hay que evitar que vuelva a suceder y, para ello, es necesario llevar a cabo otra serie de medidas, como establecer políticas de igualdad para acabar con el machismo y también con los micromachismos, es decir, con esas manifestaciones de machismo que son más sutiles o veladas y que a veces pasan desapercibidas por lo normalizadas y consentidas que están en la sociedad.
También es más que necesario reformar el código penal en lo que a violencia machista se refiere y aplicar la ley de violencia de género cuando se produzca en cualquier ámbito, no solo en el familiar, dando, además, un tratamiento especializado a este tipo de delitos ya que tienen su propia entidad.
Considero también necesario aplicar la prisión permanente revisable con carácter retroactivo para aquellos delitos de especial gravedad y con probabilidades de reincidencia (no solo en violencia de género), revisando cada caso uno por uno. En caso contrario, nos volveremos a encontrar con terribles crímenes como el de Laura Luelmo, que tuvo la mala fortuna de irse a vivir frente a un asesino que nunca debería haber salido de la cárcel por su amplio y tremendo historial delictivo.
También es fundamental aplicar la perspectiva de género en todos los ámbitos, pero especialmente en la justicia, ya que permite explicar la desigualdad e inequidad entre mujeres y hombres enfocando las situaciones de manera que se considere la diversidad de formas en que se producen las relaciones de género a nivel social, y que tiene el objetivo de promover la igualdad entre ambos. Pero, para ello, también es básico que se forme en este sentido a todos aquellos que tienen la responsabilidad de impartir justicia en estas materias.
Igual de importante es la atención integral de las víctimas de violencia de género, en cuanto a su ayuda y protección, así como la de sus hijos, víctimas también, y favoreciendo su recuperación a nivel de autoestima, autonomía y seguridad, no revictimizándolas durante el proceso judicial y con posterioridad, como ocurre actualmente en la mayoría de las ocasiones.
Nos están matando, a las mujeres, a nivel individual, porque como colectivo no estamos muertas, estamos más vivas y más unidas que nunca, y así seguiremos le pese a quién le pese.
SagrarioG
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