Esta no ha sido la mejor edición de Masterchef Junior, esa era la opinión general en las redes y, para nosotros, también. Quizá desde la productora nos tenían acostumbrados a niños prodigio de los que cabía tener envidia por cómo picaban cebolla, cosa a veces nada fácil para algunos adultos. Esta edición, sin embargo, estaba más descafeinada. Lejos quedaban las lentejas con manitas de cordero de la edición anterior, cuando, en las semifinales aún se peleaban con saber conseguir el punto de un entrecot —un básico en otras temporadas—. Sin embargo, podemos afirmar que a la final han llegado los dos mejores y, desde luego, lucieron un arsenal de platos muy dignos y a la altura de lo que hemos visto en otras ediciones de niños y mayores. Capaces de conseguir que el Chef del Mejor Restaurante del Mundo, Joan Roca, sólo pudiera decir «es exquisito» una y otra vez.
Pachu, de 10 años, pasó a la final directa desde la primera prueba del programa, un caos absoluto tratando de seguir al chef de Aponiente, Ángel León. Y, aunque la pequeña ha sido una de las personalidades más divertidas de la edición por esa forma resuelta de hablar y siempre con una sonrisa en la cara, fue un alivio no estar escuchando sus gritos una buena parte de programa, la verdad. Pachu ha sido constante desde el principio y una muestra clara de que uno puede hacer bien algo que realmente ama. A destacar, también, su gran compañerismo en cada uno de los programas.
Josetxo, de 11 años, fue el otro protagonista de la noche, haciendo gala de un lema que ha sabido inculcarle su educador y entrenador del Atleti: «si te caes, te levantas». El chico hizo una prueba de exteriores de altura, él solo con poca ayuda de los chefs presentadores, enfrentándose no sólo a Candela, la más carismática de la edición con sus 8 años, y a Paula, la más competitiva sin ninguna duda, sino a unos platos del chef Dabiz Muñoz en las propias cocinas de su restaurante DiverXO.
Por primera vez en el programa, los chefs jueces de la final admitieron que hubieran querido dar dos trofeos, porque estaban muy igualadas las propuestas de los pequeños participantes. Sin embargo, «el atrevimiento y el riesgo» de Josetxo parecieron mover la balanza hacia su lado en contraposición a la «tradición y seguridad» de Pachu. En nuestra opinión, que el pequeño hubiera dedicado unos segundos a nombrar a cada uno de sus platos, a diferencia de los nombres improvisados y dedicados con cierto peloteo a los jueces de Pachu, también fueron un punto a su favor; al menos una muestra de la importancia que el chico había depositado a esa final, conseguida «programa a programa» como bien su padre comentaba citando al Cholo Simeone, ídolo del pequeño chef futbolista.
El premio consistía en 12.000€ para su educación y cuatro días de formación en el Basque Culinary Center. Lo mejor de todo, lo que han aprendido y vivido en el programa. Los dos niños, antes de conocer el nombre del ganador, se dedicaron halagos una y otra vez y, para todos los que hemos visto esta edición de competidores —a veces poco escrupulosos—, fue un gran ejemplo de comportamiento.
Ha habido mucha polémica, y este año más que otros, sobre el grado de estrés que sufren los niños en el programa. Esto es tele. Lo que nos queda claro, no cabe duda, es que no paran de repetir que es la mejor experiencia de sus vidas, así que tenemos que confiar que así sea. Y cada vez son más los niños que quieren participar en la próxima edición que no sabemos si volverá a presentar Eva Gonzalez, que actualmente ya es fija en el otro reality show: la Voz.
Ana Barderas