Esta semana no traigo un artículo de crítica social, como viene siendo lo habitual, esta vez me gustaría hablarte de la publicación de mi primer libro titulado Tras la tormenta.
Tras la tormenta es el título metafórico de una historia desdramatizada, cuya visión desenfadada y optimista engloba una etapa de mi vida con tres partes muy diferenciadas. La primera parte es cuando comienza la tormenta tras un diagnóstico de cáncer de mama; en ella, relato mi experiencia y mi evolución durante ese proceso.
La segunda parte tiene lugar cuando las nubes se empiezan a dispersar dando lugar a los claros, que es donde explico mi forma de ver la vida y facilito diferentes herramientas, que a mí me ayudaron, para afrontar las adversidades y tratar de vivir con intensidad, disfrutando del momento.
La tercera y última parte llega cuando la tormenta ya ha pasado y el sol brilla esplendorosamente en el cielo, y trata la historia de Priscila, una princesa de cuento nada convencional, cuyas vivencias recogen los puntos tratados a lo largo del libro, nuevamente desde un punto de vista metafórico.
Por esto se titula Tras la tormenta, porque la tormenta llega y causa sus estragos, pero luego pasa, vaya si pasa, y ese es el mensaje fundamental de este libro.
Habrá quien pueda pensar que esta obra está dirigida a personas que estén luchando contra el cáncer o a sus allegados, y sí está dirigido a ellos, sobre todo la primera parte, pero no exclusivamente. Está dirigido a todo el mundo, en general, a todos aquellos que tienen que afrontar sus propias adversidades, sean del tipo que sean, y en algún momento se olvidan de que el sol siempre está ahí brillando, aunque haya densas nubes que se empeñen en ocultarlo y que, a veces, son tan persistentes que nos pensamos que ese sol no va a volver a brillar en nuestras vidas.
El origen de este libro comenzó con la idea de relatar mi experiencia, al principio no para publicarlo, sino queriendo dejar recogido todo el proceso, era como una forma de documentarlo, ya que es bastante largo y tedioso. Luego, ya pensé en publicarlo para ayudar a otras personas en circunstancias parecidas a las mías, pero, tras redactar todo lo vivido, pensé en darle otro enfoque. No solo contar el proceso puro y duro, sino hablar de la evolución de mi estado de ánimo durante toda la odisea y facilitar herramientas para afrontarlo de la mejor manera posible.
De hecho, la segunda parte del libro incluye ejercicios prácticos, uno es cómo hacer de un día normal un día estupendo, que se basa en un día normal de trabajo, no tiene nada que ver con la enfermedad. El otro ejercicio consiste en cómo afrontar la temida revisión periódica cuando llega, esa que nos suele llenar de nervios a los que hemos pasado por una situación de este tipo.
En esa segunda parte, hablo de diferentes cuestiones: de cómo nuestra forma de pensar afecta a nuestra vida, de aprender a decir que no y disfrutar de esa maravillosa sensación de libertad, de no ser un mero espectador de nuestra vida, sino adoptar el papel protagonista, también hablo de meditación, etc. De una serie de cuestiones que considero importantes para todos los ámbitos de nuestra vida, independientemente de que hayamos pasado por un cáncer o por otro tipo de adversidad. Hay gente que no se ha encontrado con unas circunstancias adversas, pero se deja llevar por la corriente, sin coger con fuerza el timón de su vida, para ellos también va dirigido este libro. De hecho, empieza con un poema titulado “Navegante”, dirigido a todos los navegantes del mar de la vida, es decir, a todo el mundo.
Y como comentaba antes, la tercera parte es el cuento de una princesa muy particular, con hadas, un hechicero, un oráculo y otra serie de personaje mágicos, y recoge, de manera metafórica, todo lo visto anteriormente en el libro. Es la parte más distendida y la parte práctica, la de aplicación de lo tratado en la segunda parte del libro, pero plasmado a modo de cuento.
Es un cuento en el que los protagonistas acaban comiendo perdices, así que el final feliz está garantizado, y es que en todo momento la historia está desdramatizada, hasta tiene toques de humor. Pero no es cuestión de quitarle importancia a una cuestión que sí es importante, sino en cambiar el enfoque, es decir, y es algo sobre lo que insisto en el libro, en tener claro que las cosas tienen la importancia que nosotros queramos otorgarles, ya que está en nosotros decidir hacer un drama de lo que nos toque vivir o no, de ahí que sea una historia desdramatizada porque, aparte, es como yo decidí afrontarla.
Si decides adentrarte en esta tormenta, te espero en:
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