–Cuánta gente, mamá.
–Sí, cariño. Apenas podemos andar. Nos quedaremos aquí y esperaremos a que la manifestación avance.
–La mayoría son mujeres, ¿por qué casi no hay hombres?
–Bueno, cada vez se van movilizando más hombres, pero la reivindicación es mayoritariamente femenina. El feminismo se sigue asociando sobre todo a las mujeres.
–Pero, según me has explicado, nos movilizamos por la búsqueda de una igualdad real entre hombres y mujeres en todos los ámbitos, ¿no deberíamos estar mujeres y hombres todos juntos?
–Claro que sí, pero hay muchos hombres que no lo ven de esa manera, de ahí nuestra lucha. Son demasiados a día de hoy y, por desgracia, también le sucede a muchas mujeres, por muy increíble que parezca.
–Pues, mamá, no lo termino de entender… Ah, parece que ya nos movemos.
–Hija, dame la mano y no te sueltes. Como hemos hablado, si nos perdemos la una a la otra, te metes en la primera tienda o en el primer bar que veas y me llamas al móvil, ¿de acuerdo?
–Que sí. ¿Cuántas veces me lo vas a repetir? Ya tengo casi 12 años. Si entiendo perfectamente lo que es el feminismo, ¿cómo no voy a saber lo que hacer si me pierdo?
–Lo sé, cariño. Pero no puedo evitar preocuparme, hay muchísima gente y en un despiste nos podemos separar. Anda, mira qué pancarta más buena: “Sin Hermione, Harry habría muerto en el primer libro”.
–Ja, ja, ja. Sí que es buena, mamá, totalmente de acuerdo. Por cierto, ¿no oyes música?
–Sí, hoy hay conciertos, batucadas, cánticos reivindicativos, también caceroladas. Las mujeres, unidas y en un ambiente reivindicativo, pero también festivo, porque nosotras lo valemos.
–Olé mi mami. Ah, pues no te he contado lo que le dijo ayer el profe de lengua a Diana.
–¿Qué le dijo?
–Que llevaba una falda muy corta.
–¿Me estás hablando en serio?
–Sí, y ya te digo yo que su falda no era demasiado corta.
–El tamaño de la falda es indiferente, ese comentario está fuera de lugar, de hecho, es un comentario machista.
–Pues me han dicho que en otras clases también ha hecho algún comentario de ese tipo a otras chicas.
–La semana que viene iré a tu colegio a hablar con la dirección, y si ese profesor vuelve a hacer algún comentario de ese tipo, me lo dices, ¿de acuerdo?
–Sí, mamá.
–Evitar ese tipo de comportamientos machistas es uno de los muchos motivos por los que nos manifestamos. Aunque, a veces, cuesta identificarlos porque están demasiado metidos en nuestra cultura, es lo que ocurre con los micromachismos.
–¿Micromachismos? ¿Qué es eso?
–Son manifestaciones de machismo más sutiles que, a veces, pasan desapercibidas y que suceden sobre todo en el uso del lenguaje o en la atribución de los roles de género. Por ejemplo, en los restaurantes se suele entregar la cuenta al hombre; o en la mayoría de los baños públicos, el lugar para cambiar a los bebés se encuentra en el baño de mujeres. También, en la ropa para niños se suele utilizar el rosa para las niñas y el azul para los niños. Esos son algunos ejemplos de micromachismos.
–Ah, entiendo lo que dices. Jolines, el machismo está por todos lados.
–Sí que lo está, por eso nos queda mucho por hacer y es muy importante que en un día como hoy, el día internacional de la mujer, nos movilicemos de forma tan masiva. Aunque, desgraciadamente, esto es una labor constante.
–Me gusta cuando te pones reivindicativa, mamá. Sobre todo cuando pones al abuelo en su sitio, se mosquea tanto que le empieza a temblar el bigote, y yo me parto de la risa. La abuela no dice nada, pero se ríe por lo bajito, que la he visto.
–Hija, tu abuelo ha sido educado de manera machista y no hay forma de sacarle de ahí, ni con argumentos tan lógicos que caen por su propio peso. La última discusión que tuvimos fue cuanto a tu abuela se le escapó que te traería a esta manifestación conmigo. Eso sí, enseguida le canté las cuarenta, acabar con actitudes de este tipo comienza con la educación de los más jóvenes, con tu educación, hija mía, para que no crezcas dentro de un entorno machista, como les sucedió a los abuelos. Eso es algo fundamental.
–Tú tranquila, mamá, que en eso me estás educando muy bien.
–Me alegra que lo veas así, hija. Por cierto, ya queda poco para tu cumpleaños. Este año, ¿qué vas a querer que te regalemos?
–Pues, aparte de un móvil con Internet, me gustaría pedir un mundo en el que no hubiera machismo. Sería ideal, ¿verdad, mamá?
–Tú pide ese maravilloso deseo cuando soples las velas de la tarta y crucemos los dedos. Tu deseo es muy bonito, pero la realidad es otro cantar. De lo del móvil con Internet, ya lo hemos hablado, todavía eres muy joven, así que seguirás con el mismo móvil, solo para llamadas.
–Jo, mamá. Todas mis amigas ya lo tienen. Creo que en eso no me estás educando bien.
–Mira, cariño, ¿ves esa pancarta?
– ¿Cuál? ¿La de “No es no”?
–Sí. Pues eso.
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