La ley de memoria democrática no es más que un paso adelante en la estrategia de un Pedro Sánchez al que la gran mayoría sigue minusvalorando. Hay un camino trazado, valiente sin duda, tan ambicioso que el mero hecho de intentar describirlo genera pereza. Y quizás sea lo que busca, fuese así o no, ha conseguido el principal paso previo, desmotivarnos de tal manera ante la agresiva actualidad diaria que aceptamos todo y nada nos sorprende. No hay otra manera de explicar la hipnosis que vive un importante porcentaje de españoles que estarían dispuestos, a pesar de todo lo que hemos visto y vivido en los últimos 28 meses, justo desde que este señor consiguió su primer gran objetivo, ser Presidente del Gobierno, seguir apoyándole hasta el mismo borde del precipicio.
Y remarco lo de “primer” porque es sólo eso, el primero de algunos más que sigue teniendo grabados a fuego en esa mente privilegiada, perversa pero audaz, en la que arrastrando al abismo a quien haga falta, su meta está clara. Y no me pregunten cual es, la imagino y me da miedo redactarla, pero por el trazado que marca no es buena para nuestro futuro. De ahí que no me explique a qué espera el socialismo, el de verdad, a reaccionar.
Incluso ese capítulo lo tiene bien atado, quizás de manera más sencilla de lo que imaginamos. Se llama dinero, que mezclado con poder, determina la pócima perfecta para que nadie se mueva. Al que no tiene donde caerse muerto y ni en el mejor de sus sueños habría imaginado jamás llegar a ser diputado o senador, llevándose ese pastizal a casa cada mes, lo tiene comprado y callado, y al que no lo puede controlar así, lo aúpa a un cargo de amplio poder y lo obnibula con ese bálsamo cuyo poder sólo conocen quienes han alcanzado esa cima, de la que es muy difícil descender, casi imposible por iniciativa propia.
Nos falta mucha cultura y mucha más educación a la inmensa mayoría de españoles, algo que Pedro y su cohorte saben muy bien. Cuidando ese ala tendrán cubierta la Moncloa durante años, los suficientes como para llevar a término su perverso plan de cambio de régimen. La ley de memoria democrática, no es más que un retoque de la memoria histórica del amigo Zapatero, al que creímos insuperable en muchos campos, mejorada al alza para alcanzar el verdadero objetivo, iniciar cuanto antes el adoctrinamiento de las nuevas generaciones, ya bastante distraídas y atontadas con el Tik Tok, a los que se quiere domar reescribiendo la historia al tiempo que separar de la lectura y el aprendizaje real.
Descentralizar la educación ha sido uno de los mayores errores de la historia reciente de la democracia, de tal magnitud que desconozco si estamos a tiempo de corregirlo, cuyos efectos los sufrimos desde hace tiempo a través de la kale borroka, mejorados en los últimos años con el independentismo catalán. No busque más pies al gato, es mucho más sencillo, se llama control del pensamiento. Contra eso no hay manera de combatir.
Pedro Sánchez, al que defendí cuando consiguió volver a la Secretaría General de su partido después de la cacicada que le hicieron sus varones, es el político más peligroso que ha parido esta democracia desde su restauración. Diga lo que quiera de él menos que es incapaz o inútil, el primero en equivocarse sería usted. Tiene un plan, un proyecto, un objetivo. Para conseguirlo sólo tiene que escalarnos, y lo está haciendo como el chaval que sube a lo más alto de los castellets, piso por piso, viendo el bosque cada día con más claridad, mientras los demás le seguimos criticando desde las ramas.
Leopoldo Bernabeu López