Si nos paramos a pensar un poco, hasta nos resultaría curioso. Resulta que una gran parte de nuestro tiempo lo desperdiciamos quejándonos, o bien por la falta del mismo, o bien por alguna otra situación que no ha salido como cómodamente esperábamos, con el consiguiente, e innecesario, gasto de energía que eso conlleva.
¿Qué conseguimos con esto? Simplemente retrasar aquello que debe ser hecho, o solucionado. Como he dicho al principio, curioso, ¿verdad?
Si evitásemos quejarnos por la mayoría de las cosas, y fundamentalmente por aquellas que no dependen directamente de nosotros, y que son muchísimas, dejaríamos de retrasar todos los procesos en los que nos encontramos inmersos y que lo único que consiguen es que nuestras acciones, aunque al final sean positivas y acertadas, lleguen tarde a todas partes.
Si la queja pusiera en hora nuestros relojes, y consiguiera que la vida fuese como a nosotros nos gustaría, entonces, quejarnos, tendría algún sentido, aunque por más que nos empeñemos la vida es la que marca sus tiempos, es como es, y lo único que espera de nosotros es que pongamos en marcha toda nuestra capacidad de adaptación a su servicio, porque si lo hacemos, ella nos ayudará a llegar a tiempo.
Cuando escuchemos a la queja llamar a nuestra puerta, recordemos que si se la abrimos nos va a entretener lo suficiente como para retrasar aquello que estamos haciendo. En cambio, si hacemos oídos sordos, ella no tendrá mucha paciencia y se irá a molestar a otra parte, porque encontrar a alguien que quiera rebozarse entre quejas, excusas y lamentos seguro que encontrará.
Os diré una cosa más, quien abre o cierra la puerta es nuestra actitud. La positiva la cierra a cal y canto y deja que la queja se aburra llamando hasta que decida marcharse, mientras que la actitud negativa, además de abrirla, se queda charlando con ella. Y no te imaginas lo fácil que se deja convencer de lo malo que es todo en general.
Cuando hay que hacer, solucionar o cambiar algo, lo más inteligente es cerrar el tema y hacerlo rápidamente. Retrasarlo desperdiciando el tiempo buscando excusas y alimentando quejas sólo servirá para terminar más tarde y dejar de disponer de un tiempo precioso que nos permitiría seguir haciendo más cosas. Si, si, más cosas. Ojalá y que siempre tengamos algo que hacer.
A veces las cosas estarán bien, y otras no tanto. ¿Y sabéis una cosa? No pasa nada, el ansía por querer que todo sea perfecto es el enemigo más peligroso con el que podemos encontrarnos en nuestro camino.
Aceptar y continuar. Esa es la clave para aprovechar el tiempo al máximo y llegar a hora a todas aquellas cosas, buenas en muchísimos casos, que nos están esperando, y que nunca llegamos a saber si realmente lo son, simplemente por el hecho de habernos mantenido entretenidos con mediocres e inútiles distracciones.
José Lorenzo Moreno López
José Lorenzo Moreno López