Desde la misma noche electoral del pasado 20-D, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, fue consciente que su futuro político pasaba por intentar ser el próximo Presidente del Gobierno. En caso contrario, la alternativa muy probablemente sería su relevo al frente de la secretaría general de su partido, después de haber obtenido para el PSOE los peores resultados desde la transición política.
El problema para Sánchez es que con los «endiablados» resultados que arrojaron las urnas, sus posibilidades para ser el próximo inquilino de la Moncloa pasan inexorablemente por llegar a un acuerdo con Podemos insuficiente en todo caso para superar en una sesión de investidura los previsibles «noes» del PP y de Ciudadanos. ¿En qué caladeros puede pescar Sánchez más escaños? Parece claro que no tendría muchas dificultades en sumar los dos diputados de Izquierda Unida e incluso los seis del PNV, sabedores los nacionalistas vascos que en octubre hay unas elecciones en Euskadi tras las que pueden necesitar para seguir gobernando el apoyo de los socialistas. Si a todo esto se añade la previsible abstención en la sesión de investidura de los independentistas catalanes de ERC y de la antigua Convergencia, el líder del PSOE ya tendría asegurada su elección como Presidente del Gobierno.
La cuestión esencial es qué peaje tendría que pagar Sánchez para conseguir todos esos apoyos
Pero la cuestión esencial es qué peaje tendría que pagar Sánchez para conseguir todos esos apoyos. El Comité Federal de su partido celebrado el pasado 28 de diciembre ya le puso unos límites muy claros: nada de pactos con partidos que quieren la ruptura de España, y en el caso de Podemos, la condición imprescindible era que el partido de Pablo Iglesias renunciara a su propuesta de celebrar un referéndum en Cataluña. De momento, Podemos no ha renunciado a esa pretensión, y, por supuesto, los nacionalistas catalanes, siguen adelante con su proceso secesionista, mucho más, después de la investidura «in extremis» del nuevo Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.
A todos los partidos que podrían formar parte de ese pacto liderado por Sánchez les une el objetivo de desalojar al PP y a Rajoy del poder, lo cual no es una cuestión baladí. A partir de ahí, aunque a priori el acuerdo del PSOE con Podemos parezca difícil, en la lógica de los hechos está que al final lo consigan. A los socialistas no les interesa una repetición de las elecciones porque podrían verse superados por los de Pablo Iglesias, y estos no quieren arriesgarse que con una nueva llamada a las urnas, el PP aglutine un voto del miedo que les lleve a tener un resultado que le permita gobernar. Por eso, lo que a día de hoy parece muy complicado, con el paso de los días no lo es tanto. ¿O nos hemos olvidado de lo que ha sucedido hace muy poco tiempo en Cataluña?
Cayetano González