viernes, noviembre 22, 2024
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Pellizcos de monja

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Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, ha conseguido ser «reina por un día» en toda España a raíz de haber patrocinado una peculiar Cabalgata de Reyes. Un cortejo alejado de sus hechuras tradicionales. Las que recuerdan la Epifanía. Según la tradición cristiana, el episodio en el que Jesús recibió presentes y fue adorado por los Reyes Magos. Magos o sabios de Oriente.

En el caso de la cabalgata patrocinada por la alcaldesa Carmena, Reyes Magos desconocidos: un  Gaspar discursero, un Baltasar cantando aires del Sahel y un Melchor -siento tener que escribirlo, pero  así fue- disfrazado con una túnica a la que no habría hecho ascos  Rappel. No quedaron ahí los cambios. Dromedarios y camellos fueron sustituidos por ciclistas y comparsas sacados del «merchandising» de la Guerra de las Galaxias; el pastor y su rebaño de ocas fueron desterrados y vimos desfilar carrozas más propias de un carnaval que de la Noche de Reyes.

Se ha dicho que la alcaldesa había convertido la cabalgata en un cortejo étnico. Tengo para mí que fue algo más. Fue el ensayo de desnaturalizar una fiesta cuyos orígenes remiten a una tradición cristiana secular. No es tarea de los ayuntamientos -tampoco del Gobierno de la Nación o los de las comunidades autónomas- el cambiar costumbres que son manifestaciones pacíficas de señas culturales colectivas.

Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, ha conseguido ser «reina por un día» en toda España a raíz de haber patrocinado una peculiar Cabalgata de Reyes

No es tarea de la alcaldesa Carmena -ni de los munícipes que en alguno de los distritos de la capital decidieron convertir a los magos en «magas»- cambiar tradiciones que a nadie ofenden. Y, menos aún, introducir un discurso político en una «fiesta blanca» dedicada a los niños y protagonizada por la ilusión de los regalos que aguardan ser descubiertos al cabo de la noche.

Quien crea que la desnaturalización de la Cabalgata de Reyes es un triunfo del laicismo, no ha entendido lo que es el laicismo. Lo de la señora Carmena (supongo que con el inestimable concurso de algunos de sus ediles tuiteros), se asemeja más a un pellizco de monja. No hace falta tener carné de profeta para saber que Carmena pasará. Carmena pasará y los Reyes Magos volverán a ser lo que siempre han sido. Una fiesta y un temblor de vísperas: la  ilusión de miles de niños en la Noche de Reyes.

Fermín Bocos

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