domingo, noviembre 24, 2024
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Historias de mi vida liberal: La carencia de valores y de líderes que aporten soluciones a nuestra pervertida sociedad

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Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa
Librepensador. Maestro Nacional. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras y Diplomado en Psicología Industrial por la Universidad Complutense de Madrid.

En 2009 este autor hacía ya dos años, emuló el ‘Yo Acuso’ de Zola es decir en 2007. Anticipé de alguna manera el ‘tsunami’ que nos ha golpeado con Pedro Sánchez, heredándolo de Zapatero. Lo único nuevo de lo escrito entonces son las negritas pues todo ha ido a peor habiendo pasado 16 largos años, por lo que tengo que seguir acusando……

YO acuso a la sociedad española de no esforzase por competir en busca de la excelencia, en no subir los escalones de la vida con trabajo y dedicación, en preferir ser antes funcionarios, que emplearse en el mercado privado, en adaptarse a las circunstancias cómodamente, sin ambición por lo mejor y por el trabajo bien hecho, como lo demuestra el crecimiento exponencial del Estado, que ofrece seguridad, para los que no quieren correr ningún riesgo, especialmente desde el comienzo de la Transición , puestos que han multiplicado por cuatro los funcionarios existentes, así como las entidades asesoras y las no lucrativas, dedicadas especialmente a temas de los que la izquierda social comunista, hueca de principios, los sustituye con actividades que no producen riqueza, es decir sin ahorro, como por ejemplo está la agenda 2030. El cambio climático, el muy denostado CO2 que tan necesario es para el crecimiento de las plantas y árboles y tantas y tantas cosas inútiles, en que ocupar el ocio que se persigue como si el trabajo no diera felicidad. Pretender el Edén en la Tierra, es cosa de mitos paleo antropológicos inalcanzables, obteniendo en cambio pobreza y enfermedad, Inflación y ruina económica, para los 7900 millones de habitantes de nuestro planeta. 

YO acuso a la sociedad española actual, en la que me incluyo, de frívola, acomodaticia y ramplona, adocenada, instalada en el servilismo y en la contracultura, abotargada y hedonista, egoísta y preocupada sólo por el bienestar material, como lo demuestran las encuestas del CIS, y sólo parcialmente interesada por la opinión publicada, básicamente de las televisiones y de las redes sociales, que ponen a disposición de todos los ciudadanos la mayor y más amplia bazofia cultural de toda la historia de nuestro país, salvo contadas y rarísimas excepciones.

YO acuso a la sociedad española de ser insensible al dolor, de los miles de muertos por el tráfico, o por el terrorismo, o por la enfermedad, especialmente el Covid19. De insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, apenas mitigado por la falsa caridad, transformándola en ocupación a veces lucrativa de las ONG, o de la Seguridad Social, o de la Ley de Dependencia, de Violencia de Género, Trans. Educación Celaa etc…

YO acuso a la sociedad española de corrupción en el nivel más alto jamás alcanzado, y donde los corruptos son modelos a seguir por el resto de los que no tienen oportunidad de serlo. Demostrado completamente por el PSOE, condenados sus dirigentes en los tribunales, eso sí, cambiando las leyes para no castigar a los culpables, por ser socios independentistas o del propio partido.

YO acuso a la sociedad española de «famoseo», donde por lo general los «famosos» objetos del deseo brillan de forma especial por sus defectos y por la incapacidad de «esforzarse» lo más mínimo, salvo para pavonearse como pavos reales. Basta leer el Hola. Sustituir el trabajo por el Turismo de masas es otra consecuencia, así como imitar a las falsas” elites” de la economía o del deporte, considerándolas dignas de ser emuladas por su dinero y vida disipada. 

YO acuso a la sociedad española de «crispación» de ping-pong diario y permanente entre el Gobierno y la oposición, sin llegar jamás a ningún lado, a la vez que de profunda escisión entre izquierdas y derechas., especialmente en este año electoral de 2023.

YO acuso a la sociedad española de admitir la «chulería» de los terroristas vascos, hoy Bildu,o de los independentistas ERC o JPC que no sólo violan y violaron la legalidad, sino que hacen burla de ella, aprovechándose del cambio de leyes sobre  la sedición y en la malversación, para no pagar con la pena adecuada a 2017 a través de indultos y revisiones de condenas .

Yo acuso a la sociedad española de mentir en el día a día, de no respetar el medio ambiente, la ciencia o la cultura, y de no valorar ningún esfuerzo que no suponga dinero.

Carpe diem. Hegel nos lo gritaría a voces: «¡sois esclavos y no señores!» Porque os gusta mucho más abrillantar zapatos que arriesgar en la aventura de la vida. Nadie quiere ser empresario, todos funcionarios. ¿Quién respondería que sí a un anuncio como el siguiente en los principales periódicos?: «Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito…»

Los hombres que contestaron en 1914 a este anuncio de Ernest Henry Shackleton pasaron dos años en la Antártida con su barco, el Endurance, aprisionado y destruido por los hielos. Sólo la tenacidad de su capitán logró, después de un largo viaje por los hielos, devolverlos dos años más tarde a su país.

¿Honor y reconocimiento? Son hoy palabras vacías. ¿Es que acaso el mérito no significa nada para las nuevas generaciones de españoles? Y el mérito se adquiere en la educación, que desgraciadamente, ley tras ley, ha ido fracaso tras fracaso, perdiéndose el respeto no ya a los maestros y profesores, sino a la propia cultura y a la ciencia. ¿Quién necesita aprender si una máquina diabólica como el ordenador y algún que otro buscador, nos resuelve el problema inmediato? Es cierto que Internet nos ha llevado a una Sociedad de la Información, de tales magnitudes que resulta incomprensible, sin el adecuado entrenamiento para poder establecer una crítica, como la de la Razón Pura de Kant.

Ante la globalización, la única solución, es la revolución del ciudadano, individuo, frente a lo social, para poder sentirse libre en un mundo urbano, lleno de millones de seres. Debe, pues, buscar en sí mismo la razón de su existir como ser único e irrepetible, libre de elegir. Pero para ello, el conjunto de los ciudadanos debe volver a regenerar en toda la Sociedad el mérito y el valor de la ciencia, la cultura y la civilización, que nuestros mayores nos legaron, y para ello hay que luchar, que denunciar, como el «yo acuso», de Emile Zola en la Francia de Dreyfus. Ortega y Gasset no fueron dos, como algunos estudiantes lerdos creen, sino el hombre que consiguió canalizar la libertad y los valores en el siglo XX, que el acervo cultural de los españoles había reunido en los pasados siglos. Hoy, estamos faltos de un filósofo de su talla, que proclame con voz firme la importancia de los valores y del mérito para la sociedad del futuro.

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