Después del batacazo electoral del PSOE el pasado 28 de mayo ya nada es igual. La mayor parte del mapa de España ha cambiado del rojo al azul. Van a cambiar miles de caras en las alcaldías y en los gobiernos regionales, pero lo primero que cambió fue la cara de los dirigentes socialistas al ir conociendo el recuento de votos.
Algunos de estos candidatos del PSOE aventuraban durante la campaña lo que iba a suceder. Uno con la boca grande y algunos otros con la boca pequeña se quejaban del Presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez. La retahíla de errores no forzados en el socialismo monclovita en esta campaña no se veía desde hace muchos años: 44 terroristas en las listas electorales, más de mil condenados por delitos sexuales en la calle o con rebaja significativa de penas, promesas electorales de regalo cada semana con el dinero de quién sabe dónde…
Al Partido Popular no le ha hecho casi falta hablar de bajadas de impuestos, de gestión sanitaria y educativa, de nuevas infraestructuras a mejoras en las existentes. Sólo ha tenido que dejar que los socialistas se cocieran en la olla de sus propios errores.
Mientras Pedro Sánchez se escondía en la Moncloa, los diferentes candidatos socialistas derrotados daban la cara e incluso los ganadores, reflejando la alegría por su victoria, no podían ocultar el dolor por la derrota global de su partido. Al día siguiente, con la cara descompuesta y un rictus serio, compareció para convocar elecciones anticipadas. Una pregunta martilleaba insistentemente su conciencia: ¿por qué no me quieren la mayoría de los españoles? ¡A mí! que soy el mejor Presidente que ha tenido este país.
Se abre hasta el 23 de julio un panorama con unos ingredientes muy interesantes: un PSOE muy tocado, aunque no hundido; Ciudadanos renunciando a presentarse con el claro objetivo de aglutinar el voto del centro derecha en el Partido Popular para echar a Sánchez de la Moncloa; VOX desorientado por su fracaso en Madrid; Podemos enfadados porque, aun estando en el gobierno, se enteraron por la prensa de la convocatoria electoral. SUMAR derrotado duramente en tres plazas importantísimas como son Valencia, Barcelona y Madrid; los nacionalistas en su guerra interna en Cataluña; Bildu blanqueada por el Gobierno y celebrando su crecimiento en votos; el PNV sorprendido por el sorpasso de estos últimos y, finalmente, el PP celebrando una subida de dos millones y medio de votos respecto a las anteriores elecciones autonómicas y municipales y con las baterías cargadas de ilusión y ganas de cara a las generales.
Sánchez intentará construir nuevamente otro cordón sanitario contra el PP por su dependencia en algunos sitios de VOX, a pesar de que esto no le ha traído buenos resultados en la última cita electoral. El PSOE tiene que volver a ser ese partido de centro izquierda amplio, que escuchaba a los españoles, podía llegar a importantes acuerdos con el Partido Popular, como la Ley de Partidos que ilegalizó a HB, y que trasladaba el mismo mensaje en cualquier parte de España. Hoy, por el contrario, está al lado de los comunistas, independentistas y bilduetarras.
Mientras, el Partido Popular se está convirtiendo de nuevo en ese gran partido de centro derecha que aglutinó a millones de ciudadanos convirtiéndose en una de los dos grandes pilares del bipartidismo en nuestra democracia. Muchos españoles desean que ese bipartidismo vuelva, para no depender de chantajistas en los gobiernos, ni de independentistas o partidos extremistas como Podemos o VOX. El Partido Popular está en ese camino. El PSOE puede hacer lo mismo y dejar de lado a esos socios que le están hundiendo y que pueden acabar con un partido centenario.