Mucho se ha debatido últimamente sobre esta cuestión, pero antes de entrar en más disquisiciones, ya les adelanto que mi opinión es que no los hay, por mucha voz divergente y mucho dirigente del PSOE anterior que estén alzando su voz ante el atropello constitucional que va a suponer elaborar una ley de Amnistía, para todos aquellos que llevaron a España al abismo, mediante un golpe al Estado de Derecho, en aquellas infaustas fechas de octubre del 17. Una ley de Amnistía que está siendo elaborado sólo y exclusivamente porque Pedro Sánchez siga en La Moncloa, pues ni figuraba en el programa electoral socialista, ni es una demanda de la sociedad española.
Y digo que hay sólo un PSOE, cuyo secretario general es Pedro Sánchez, perdonen la obviedad, porque así fue votado masivamente en su último congreso federal, que así llaman ellos a sus congresos a pesar de vivir en un estado autonómico, 40º congreso celebrado en 2021 en la ciudad de Valencia.
Allí en Valencia, y bajo el padrinazgo del mismo Felipe González y de Zapatero en el llamado “congreso de la reunificación”, fue encumbrado de manera absoluta, y ya definitiva, un Sánchez que había ganado el 39 Congreso de aquella manera tan sorprendente y ajustada a Susana Díaz.
Se refrendó a un líder de partido y presidente del gobierno… y se apoyó de manera rotunda una manera de ejercer el poder con el único fin de perpetuarse en el mismo (el poder por el poder), una gobernanza basada en la mentira y en los cambios de opinión, y una política de ruptura y superación de lo que se llamó el espíritu de la Concordia propia de la Constitución del 78.
La búsqueda del consenso entre diferentes que había caracterizado la Transición, fue sustituido por el revanchismo y la separación entre españoles en base a sus creencias políticas, siempre desde una supuesta superioridad moral de una izquierda, única heredera de la España democrática que ellos erróneamente sitúan en el régimen republicano.
Cuando ahora, tras perder desde el poder unas elecciones a las que concurría por primera vez un nuevo líder del PP, Pedro Sánchez pretende seguir siendo presidente del gobierno, somos mayoría los españoles que asistimos escandalizados y tristes a todo lo que Sánchez está dispuesto a hacer, con tal de seguir en la poltrona.
Nada nuevo: así concibe el ejercicio de la política y el poder como decíamos, y para ello no le duelen prendas en rectificar declaraciones contrarias a la amnistía, de las que ha presumido hasta hace semanas. Y es que si hay que mentir/“cambiar de opinión” por enésima vez, se hace. Siempre su resistencia por encima de su dignidad.
Es más, cuando entre el grupo de diputados socialistas en el Congreso ya no existe un mínimo de espíritu crítico (todos son diputados sanchistas) sustituido en favor de la adoración y divinización del líder, sólo el centro derecha social y político, y dirigentes socialistas históricos, se oponen a tal aberración.
Dichos dirigentes entre los que se encuentran Felipe, Guerra, Almunia y una legión de ex ministros y barones socialistas, no ocupan ya cargos orgánicos en el partido ni en los diferentes círculos de poder socialistas.
Son, por tanto, parte de un PSOE de un pasado que ya no existe y que ha sido sustituido por el actual PSOE. Es más, gracias a la maquinaria mediática dirigida desde Moncloa, vamos a ver caracterizados muy pronto a Felipe como Feijóo, Guerra como Abascal, o Belloch como Marine Le Pen. Y de la misma manera, gracias a la misma presión de dichos medios, es probable que la intención de voto al PSOE en unas supuestas nuevas elecciones se resentiría mínimamente.
En conclusión, o Puigdemont en sus delirios tacticistas decide a última hora no apoyar la investidura de Sánchez, o Sánchez será nuevamente presidente del gobierno, como candidato del único PSOE que hoy existe.