Hay un documental llamado “Cien días de soledad” donde el protagonista se recluye en su cabaña en el Parque Natural de Redes, Asturias, durante los cien días que indica el título, tratando de ser autosuficiente y desconectándose absolutamente del mundo real y sus avances. El director realiza una reflexión sobre todo aquello que nos falta y el sentimiento de soledad que nos genera. Un relato que se podría asemejar a los primeros cien días del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso que estamos viviendo los madrileños y madrileñas.
Para esta nueva legislatura, Ayuso conformó un ejecutivo completamente renovado, poniendo en valor, según explicaba, el relevo generacional, el conocimiento y la profesionalidad de sus integrantes. Un gobierno, a priori, con perfiles más técnicos y menos políticos que sus antecesores. Un gobierno que podría parecer que se iba a centrar más en la gestión y menos en los shows mediáticos de confrontación. Una ilusión óptica que podría llevar a alguien ingenuo a pensar que se iban a centrar, por fin, en los problemas de Madrid. Un espejismo que rápidamente se ha ido disipando.
El inicio de curso escolar nos ha traído una de las peores gestiones que se recuerdan en la asignación de los docentes. Niños sin profesores, profesores sin niños y familias desesperadas. Más de tres semanas (subrayó, tres semanas) tardó en incorporarse la nueva profesora de mi hijo para cubrir una plaza por jubilación. No contentos con ese caos, además, nos informan de la subida de un trece por ciento de los precios del comedor escolar. Pero la cosa no se paró ahí, llegó el momento de las becas de comedor. Miles de expedientes y resoluciones atascados en las mesas de la Consejería. ¿La solución cual ha sido?, ¿subsanar los problemas y gestionar adecuadamente las solicitudes? No, error, han pensado que es mejor no cobrar el servicio de comedor a las familias que han solicitado la beca y ya veremos lo que pasa cuando se resuelvan los expedientes. La última “ocurrencia”: cientos de familias monoparentales que habían solicitado la beca de comedor han recibido un mensaje pidiéndoles que aporten sentencia de divorcio o certificado de defunción de una supuesta pareja para poder completar la solicitud. En resumen, un desastre sin paliativos el inicio de curso.
Pero si la educación no anda bien, ¿qué decir de la sanidad? La atención sanitaria extrahospitalaria sigue colapsada, los hospitales siguen necesitando y demandando muchos más recursos materiales y humanos y los profesionales presentan un cuadro de estrés, cansancio físico y psicológico que los lleva a abandonar el servicio y salir huyendo a otros destinos donde, encima, les pagan mejor. El último ejemplo lo tenemos en las urgencias del Hospital Universitario del Sureste de Madrid, en Arganda del Rey, en el que en los últimos cinco meses 13 de los 25 médicos que había han abandonado el servicio. Pero lo verdaderamente inquietante es que no se vislumbra en el horizonte planes o medidas desde el gobierno regional para solucionar esta dramática situación. Eso sí, la presidenta regional hace unos días anuncia su enésima promesa en relación a su hospital estrella: 50 millones más que se suman a los más de 200 ya gastados. Y mientras, pese a los anuncios, la Comunidad de Madrid sigue sin encontrar una función para el Zendal que justifique semejante gasto.
La región más rica de España es paradójicamente la que presenta la tasa de abandono educativo temprano más alta y la peor tasa de acceso a la formación profesional de grado medio. Por no hablar del veinticinco por ciento de desempleo juvenil, el millón de personas que engordan cada día las crecientes listas de espera sanitaria, o que ocupemos el puesto 93 de productividad dentro de las regiones europeas. Pero a la presidenta Ayuso y a su gobierno parece no preocuparles estas cuestiones que tienen que ver con el bienestar de los madrileños y madrileñas. Se han quedado desconectados de la realidad que les rodea, como el protagonista del documental que les decía al inicio. Sus prioridades parecen ir por otros derroteros. Hablan del “modelo de éxito” de Madrid mientras todo esto sucede a su alrededor.
En estos primeros cien días del Gobierno de Ayuso se observa una falta de horizonte y de proyecto de futuro para la Comunidad de Madrid. Desgraciadamente, ninguna novedad. Cien días de un Gobierno desconectado de la realidad y de una sociedad madrileña abandonada en su día a día. Cien días de soledad que esperemos que no se conviertan en Cien años de soledad. Y ya sabemos cómo acaba esa novela.