miércoles, diciembre 18, 2024
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El control al Gobierno, una virtud de la presidenta Ayuso

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José Virgilio Menéndez Medrano
José Virgilio Menéndez Medrano
Diputado en la Asamblea. Secretario General del Grupo PP en la Asamblea de Madrid.

En la división de poderes que marca nuestro Estatuto de Autonomía, el poder legislativo recae en la Asamblea de Madrid. Las principales misiones de esta Asamblea de Madrid son hacer leyes, y también el control al gobierno, que emana de un parlamento cuyos miembros son elegidos en las elecciones. 

Durante los plenos que se celebran los jueves, tres al mes, siendo el parlamento autonómico que más sesiones plenarias celebra en nuestro país, tiene lugar el control al Gobierno y a la presidenta Ayuso, en una costumbre heredada del parlamentarismo británico. 

El doctor en Derecho Fernando Santaolalla, en su obra “El parlamento y sus instrumentos de información…”, sitúa el origen remoto de las comisiones parlamentarias en Inglaterra durante los reinados de Eduardo II y Eduardo III (siglo XIV).

El clásico John Stuart Mill, a su vez, señalaba que “la verdadera función de una asamblea representativa es controlar [to watch and control] al Gobierno: alumbrar sus actos con la luz de la publicidad; obligarle a explicar y justificar todos aquellos que cualquiera considere cuestionables; censurarlos si se estiman condenables…”.

En España, en el año 1991 tras una polémica por las reiteradas ausencias de las Cortes Generales del entonces presidente del Gobierno Felipe González, se introdujeron mecanismos para hacer comparecer al presidente del Gobierno de manera obligatoria y periódica ante el legislativo.

Y en Madrid, es en el año 1997, cuando el presidente Ruiz Gallardón, a imagen del “Question Time” del parlamento británico, introdujo este control en el reglamento de la cámara.

Pues bien, desde que la presidenta de la Comunidad de Madrid es Isabel Diaz Ayuso, estas sesiones de control a la presidenta han adquirido una relevancia mediática muy relevante. A ello ayuda, aún más, el papel de las redes sociales difundiendo las respuestas a las cuestiones que le suele plantear la oposición.

Desde el primer día de su mandato, estas preguntas se han convertido en un verdadero “espectáculo” (si se me permite la expresión) televisivo y político. Y es que esta oposición de Madrid, hoy Más Madrid, PSOE y Vox, y antes también Podemos, utilizan dichas preguntas para colocar sus mensajes siempre en un tono agrio, faltón y muchas veces insultante contra la propia presidenta.

Es más, sus mensajes siempre quedan subordinados a la falta de respeto e insulto que acompañan, especialmente, a los partidos de la izquierda más radical, hoy representados en Más Madrid.

En sus preguntas, Madrid y los madrileños no les interesa nunca; sus servicios públicos jamás reciben una propuesta de posible mejora; y, está por llegar el día que apoyen al gobierno autonómico de Madrid frente al gobierno de Pedro Sánchez, siempre primando sus intereses partidarios a los intereses generales.

En estas legislaturas, hemos asistido a tal cantidad de graves insultos contra la dignidad de la presidenta y de cada miembro de su familia, que son hasta de mal gusto reproducirlos en un texto. Le acusan a Ayuso de lo peor, y cualquier hecho ocurrido en el resto de España o en el mundo, son achacables a la presidenta en su opinión. Es más, incluso hasta cuando hablamos de hechos no ocurridos, simples bulos, también son culpa de una presidenta, que dirige cómo no, una región con los servicios públicos de Burkina Fassso y el nivel de vida de Corea del Norte, según su visión irreal y tremendista de nuestro Madrid.

Sin embargo, enfrente se han encontrado un hueso muy duro de roer. Con contundencia, argumentos y siempre la verdad por bandera, la presidenta Ayuso jamás se ha achantado, y su brillantez dialéctica y múltiples recursos oratorios, le permiten salir victoriosa de todos esos desagradables debates que se le plantean. Como coloquialmente nos suelen decir asistentes invitados a algún pleno: “ahora que vengan a por más, que van servidos”.

En definitiva, en esta Asamblea como ágora del debate que es, sería deseable que los debates que se plantean a la presidenta fueran más centrados en los problemas de los ciudadanos, y que la alternativa se planteara de manera más elegante y constructiva. 

Pero mientras tanto, siendo lo anterior una utopía, como decían los clásicos, cuando el adversario se equivoca, déjale y no le hagas rectificar.

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