En los últimos días, el gobierno de España ha decidido trasladar a la península a miles de inmigrantes subsaharianos que vienen llegando desde hace meses a las Islas Canarias, en un goteo permanente de cayucos.
La razón de ello es que los recursos de acogida de inmigrantes ya están saturados, tal y como venía manifestando durante meses el presidente de Canarias, clamando por la solidaridad del gobierno de España.
Y hete aquí que nuestro Gobierno de la Nación, ha decidido hacerlo como hace todo: sin planificar, con nulo trabajo previo, cero información, falta de respeto a nuestro sistema competencial, y su frivolidad típica cuando se trata de temas serios.
Vayamos por partes.
El Ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migración del soberbio sabelotodo Escrivá, junto al inefable Ministro Grande-Marlaska, una vez que Canarias ya está desbordada de inmigrantes, decidieron que la mejor manera de mejorar la situación allí, era organizar repartos masivos de inmigrantes por la península como si fueran los repartidores de Amazon, menoscabando la dignidad que como seres humanos acompañan a dichos inmigrantes.
Cual fardos, como acertadamente dijo la presidenta Ayuso, y con nocturnidad, han ido repartiendo a los inmigrantes por toda la península, preferiblemente en municipios gobernados por el PP, no fueran a cabrear más a algún militante socialista de los que fervorosamente estaban contra la amnistía hasta hace unas semanas. Demasiado cabreo les iba a producir, pensaron ellos.
El problema no es, por tanto, como demagógicamente están repitiendo el gobierno y su VI Flota Mediática, el color de la piel de los inmigrantes o sus extremas necesidades.
El problema viene de que los vecinos de Madrid, Pozuelo, Alcalá o Medina del Campo se encontraron sin comunicación alguna, con cientos de personas que vagaban por sus calles sin saber qué hacer, y sin conocer las necesidades individuales o sociales que podían tener estas personas y el plazo de estancia o permanencia en sus municipios. Y a estos alcaldes que representan muy bien el sentir de sus vecinos, no les quedó otra que dar la voz de alarma y denunciar tal situación.
Solucionar el problema de la saturación de los recursos de acogida en Canarias, nunca debe ser crear problemas en otros lados.
La siempre necesaria comunicación y lealtad con las administraciones autonómica y municipal, una vez más ha sido despreciada por el ejecutivo central. Y no es la primera vez que lo hace un gobierno con unos tics autoritarios, que desprecia siempre el sistema competencial español y dejando claro que para ellos la cogobernanza es algo imposible.
¿No hubiera sido lo lógico convocar una conferencia sectorial como demanda la Comunidad de Madrid, una reunión que debe reunirse dos veces al año, pero que no es convocada por Escrivá desde hace cinco años, seguramente por no escuchar las críticas que su nefasta gestión migratoria merece?
Este ministro, otra gran decepción, seguramente por llevar el pecado original de ser independiente como Marlaska y de querer convertirse en más socialista que nadie, ha demostrado que es una nulidad en política migratoria, una política básica que ha sido gestionada de manera errática y electoral por el gobierno.
No podemos olvidar que fue el propio Sánchez cuando llevaba escasos días de presidente de gobierno (junio de 2018), el que personalmente hizo desembarcar a cientos de inmigrantes recogidos de la mar por el buque Aquarius en territorio español, y organizó un acto de bienvenida para marcar diferencias con el anterior gobierno del PP y ganarse adeptos entre los podemitas, que produjo vergüenza ajena en la opinión pública española y malestar en las instituciones comunitarias.
Pero es que un año después hizo totalmente lo contrario, bloqueando el desembarco de los inmigrantes que habían sido recogidos por el buque “Open Arms”.
Y de la misma manera, tras retirar las vallas de las fronteras y anunciar a bombo y platillo que derogaría las llamadas “devoluciones en caliente”, es el mismo gobierno que las ha practicado de manera masiva y continuada, y es el mismo gobierno bajo el que ocurrió una verdadera tragedia en junio de 2022, cuando en un suceso inexplicado aún, murieron decenas de inmigrantes en la valla de Melilla.
Por todo ello, ahora más que nunca, hay que reclamar volver al sentido común en la política migratoria, como con los gobiernos del PP, de fomentar una inmigración legal y ordenada con el debido control de las fronteras acorde a la legislación nacional y comunitaria, y evitando el efecto llamada de quien no pone restricciones en sus fronteras.
Ello hay que combinarlo con la devolución de quienes violenten dichas fronteras, la imprescindible cooperación con los países de origen y, cómo no, con la debida lealtad entre administraciones.
Hablamos de seres humanos que merecen un trato digno, con una atención siempre acorde a nuestros recursos y a nuestra legislación. Por tanto, el soberbio Escrivá debe pedir perdón, empezar a cooperar con CCAA y Ayuntamientos, y dejar de repartir a los inmigrantes como si fueran una vulgar mercancía.