Vaya por adelantado que soy de los que creo que el Jefe del Estado, SM El Rey Felipe VI, no debe ser juzgado por sus palabras ni por las supuestas intenciones que estas tengan, ya que es la institución más alta que vela por la unidad de la nación española y siempre, siempre, debe estar ajeno a las vicisitudes políticas y no involucrarse en la lucha partidaria, aunque el momento político sea crítico.
Sin embargo, me atrevo en estos días que vivimos a analizar el discurso tradicional de Navidad que llegó a nuestros hogares en Nochebuena puntualmente como ya es tradición.
Se ha dicho que es el segundo discurso menos visto de su reinado, o que las nuevas generaciones ya no siguen dicho discurso como era tradicional hace unos años, pero es cierto que un año tras otro España necesita estas palabras de Su Majestad, en el único discurso anual escrito de su puño y letra como ya se sabe, pues desde su más alta magistratura, siempre nos da las claves exactas de nuestra coyuntura como nación y pone el acento en los problemas que como país tenemos.
Y este año no iba a ser menos. En esta ocasión ha puesto dicho acento en la defensa de nuestra Constitución, la del 78, la de la Concordia, la que se dieron nuestros mayores con generosidad, renunciando a muchas cosas, pero con el pasado de la nación muy presente; fue un acuerdo y un abrazo de todos entre los antes enemigos en pos de la convivencia fraternal, excepto por parte de los nacionalistas vascos sumidos en su egoísmo e insolidaridad marca de la casa.
Se ha dicho ya que la palabra Constitución fue la palabra más repetida por nuestro monarca en su locución, pero esto es por algo.
La vigencia del acuerdo fraternal, no en vano, está más en cuestión que nunca, y lo que es peor, puesto en cuestión por el Gobierno. Mientras durante años, el acuerdo se imponía entre los diferentes, entre las dos grandes tendencias políticas presentes en nuestro país, en los últimos años con la presidencia de Pedro Sánchez los puentes se han convertido en alambradas y muros. Y esto es porque ya no se trata de gobernar para todos, sino gobernar para los propios contra los otros.
Y esto que ha sido la tónica del sanchismo, se ha acentuado a partir de las elecciones de junio, tras las que para revalidar Sánchez su presidencia, ha tenido que echar mano a los que son los enemigos de la convivencia y de la propia nación española.
Se lo hemos dicho mil veces a los socialistas. Pueden repetirlo sin parar desde todos sus altavoces mediáticos, pero nadie medianamente informado piensa que ERC y Bildu, quieren algo bueno para los ciudadanos españoles y los partidos de centro derecha no. Si es que no es creíble.
El PP tiene otra visión diametralmente diferente al sanchismo respecto a la gobernanza, de acuerdo, pero con otras medidas y otras políticas quiere lo mejor para los españoles y la nación española. ERC y Bildu quieren la destrucción de esta antigua nación mediante la independencia no sólo de sus territorios sino también de esos otros territorios vecinos con ese expansionismo tan propio de los nacionalismos.
El PP querrá otra política impositiva, territorial, exterior, pero el PP no quiere que Cataluña, Euskadi, Navarra y hasta Baleares o la Comunidad Valenciana, dejen de ser parte de España, es decir, no quiere lo peor para los españoles.
En cualquier caso, nos queda una legislatura por delante, no sabemos de cuánto tiempo, en la que seguiremos asombrándonos y sufriendo el gobierno de Pedro Sánchez. Y desde este medio plural y libre, y desde la Asamblea de Madrid (como dijo la presidenta Diaz Ayuso, Madrid siempre frente al desastre), seguiremos denunciando todos los maltratos de Sánchez y sus socios hacia nuestras libertades, hacia Madrid y hacia toda España.
Mientras tanto, Feliz Navidad y los mejores deseos para 2024, a mi compañero de tribuna Agustín Vinagre y a todos los lectores de Estrella Digital.