Muchas son las cosas que me unen a la Marina, mi afición por el mar y los barcos, tuve dos; el Libertad y el REL, pero sobre todo mi admiración por el Mérito y los valores de la amistad, el compañerismo, el esfuerzo y el amor a la Patria que he encontrado en esos esforzados marinos que contra viento y marea siguen luchando por esos valores, de los que son el reservorio para futuras generaciones. Hoy con 82 años, soy Académico de la Real Academia de la Mar, miembro de la Real Liga Naval e Historian Officer para 2023-2024 del Puente de mando mundial de la International Yachting Fellowship of Rotarians (después de ser Rotario desde 1977. 47 años del Rotary Club Madrid PTª de Hierro)
El 18 de Junio de 2010 juré de nuevo la bandera de España en la Escuela Naval Militar de Guardiamarinas en Marín (Pontevedra) con diez compañeros/as más de la Fellowship de Mariners de la International Yachting Fellowship of Rotarians en un ambiente de emoción indescriptible al jurar y besar la Bandera de España, para unos rotarios” talluditos” como nosotros.
Allí, en Marín, después de 68 casi 69 años de búsqueda constante encontré los VALORES que había intentado hallar toda mi vida, encarnados en los oficiales y caballeros Aspirantes Reservistas, Guardiamarinas y la Marinería, representados por el Capitán de navío. Comandante Director Marcial Gamboa Pérez-Pardo, hoy compañero de la Real Academia de la Mar, que con su brillante arenga, me hizo despertar en el fondo del alma, la Lealtad, el Servicio a la Patria, la Camaradería, la Honestidad, la Perseverancia, el recuerdo de los compañeros muertos en el campo de combate, la Obediencia y el Respeto a la Constitución, a la Patria España y a sus símbolos; Los Himnos, El Rey, la Bandera y el Mar.
El 28 y 29 de mayo de 2011 visité con mis compañeros, el Museo Naval de Viso del Marqués (Ciudad Real) invitados y acompañados por el contralmirante D. Gonzalo Rodríguez y González-Aller (q.e.p.d.) y su esposa Amparo que ya nos habían mostrado hace un par de meses el de Madrid.
Allí renové mi fe por el Mérito, pues lo que ha hecho la Marina Española por restaurar y reconstruir el palacio de D. Álvaro de Bazán , Marqués de Santa Cruz, es una labor callada, larga y prolija por salvar los miles de legajos del archivo naval, escrupulosamente archivados y ordenados, testimonio mudo de la Historia de España que demuestran más allá de toda duda, como los españoles imperamos en el Mundo y fue nuestra Armada, portadora de la que luego sería la bandera de España, la que fue señora de los de mares bajo la protección de la Virgen del Rosario “la Galeona”, más tarde Virgen del Carmen, y que llevo a nuestros conquistadores a dominar el imperio de Felipe II, en cuyas tierras de España, nunca se ponía el Sol.
Es curioso que allí en un pueblo perdido, en las estribaciones de Sierra Morena. Álvaro de Bazán, creara un palacio, de estilo italiano de las dimensiones de los grades palacios genoveses, romanos y florentinos de la época, todo el ornado de frescos con las batallas que ganó y la misma decoración “grotesca” del palacio del Papa Julio II , en la galería que pinto Rafael con los motivos de los frescos de la Cá D´Oro de Nerón situada bajo el Vaticano y a las que descendía con cuerdas, a la llamada “grotta” desconocida y sepultada por los siglos de su historia.
Don Álvaro de Bazán y Guzmán nace en Granada el 12 de diciembre de 1526. Hijo del reconocido marino don Álvaro el Viejo, capitán de las galeras reales españolas, y de Ana Guzmán, hija de un poderoso aristócrata; fue uno de los más grandes y valientes almirantes de la Historia de España.
Gracias a la fama de su padre, cuando el joven Álvaro cuenta apenas con dos años, el rey Carlos I le hace entrega del Hábito de Santiago. Siete años más tarde, recibe el título de Alcaide de Gibraltar.
Ya desde muy joven, Álvaro de Bazán «el Mozo» acompaña a su padre durante sus patrullas en las costas de Gibraltar. Compagina esos viajes con las clases que recibe del ilustre profesor don Pedro González de Simancas, quien le enseña a amar las artes pictóricas y la poesía. En 1544 dirige su primera batalla en las costas de Galicia, de la cual sale victorioso hundiendo la totalidad de los navíos enemigos, en este caso, franceses. Su carrera militar no había hecho más que empezar y ya gozaba de la fama y el júbilo del pueblo que le apoyaba.
En 1556, Felipe II encomienda a don Álvaro la escuadra de galeras reales de Nápoles. Con ella reconquista el peñón de Vélez de la Gomera, defiende Malta, Génova, Venecia y Corfú. El 7 de octubre de 1571, al mando de la 4ª flota de galeras, (integrada por 30 navíos) actúa en Lepanto, siendo su ayuda decisiva para la victoria y se trae el Fanal de la nave capitaneada por Hassan, el almirante turco. Los vítores y las ovaciones hacia su persona y sus hazañas se suceden a lo largo y ancho de la geografía española. Don Álvaro de Bazán es ya una leyenda y por ello recibe otro título, el de Marqués de Santa Cruz.
Pero su hazaña más sonada, tendrá lugar en Portugal en el año 1582. El reino de Portugal se había unido al de España bajo la mano de Felipe II. Uno de los opositores a tal hecho, Felipe Strozzi, dirige una operación para «liberar» al país luso de la influencia española. El encargado de contrarrestar tal acto es el Marqués de Santa Cruz, en un combate que tendrá lugar el 26 de julio de 1582 en la Isla Tercéira (Azores). Nuestro capitán, que dirigió sus 28 navíos contra los 60 de Filippo Strozzi logró una victoria que sirvió para sofocar el movimiento independentista y para que el Reino de Portugal permaneciese bajo la tutela de Felipe II durante muchos años.
Pero los ataques de los corsarios británicos y franceses se sucedían con demasiada frecuencia. Fue por ello por lo que Don Álvaro instigó al rey prudente a crear una armada de escarmiento para los enemigos de España. Don Álvaro acabó de convencer al rey argumentando que la reina Isabel I de Inglaterra era protestante y que luchaba en contra del catolicismo. Felipe II, un ferviente católico, vio en ello la razón suficiente como para enviar la flota más poderosa jamás vista hasta entonces.
Don Álvaro empezó a trabajar en ello con ímpetu y alegría, pero tras casi tres años de trabajo unas fiebres se cebaron con él acabando con su vida el 9 de febrero de 1588. El mando de la Armada Invencible recaería sobre Alonso de Guzmán, Duque de Medina Sidonia. Este hombre trabajó tanto como pudo pero la mala suerte influyó en su destino, siendo la campaña un fracaso.
Quizás si aquella misión la hubiese dirigido don Álvaro nuestra flota se habría impuesto a la británica y hubiera cambiado la historia del mundo moderno, pues a lo mejor ni existirían los U.S.A ni España sería lo que es, pues las tierras que conquistaron nuestros ancestros no fueron nunca colonias, sino provincias españolas, al mando de un virrey y posiblemente, en el equilibrio de fuerzas europeas, todo hubiera cambiado. No nos lamentemos, porque lo pasado, pasado está, pero aprendamos del mérito y el valor de nuestros antepasados para construir el futuro.
Un ejemplo de la España moderna es el propio Viso del Marques, donde desde un acendrado catolicismo, que viví en la parroquia en una misa de confirmación donde el Obispo Antonio, que se la dio a una veintena de personas, varias ya mayorcitas, con un cura que se les va a misiones, de lo más campechano y batallador, se pasaba por contraste a otra juventud llena de piercings, botellón y droga como cualquier otra tribu urbana. ¿Como se habrán contaminado, mientras el pueblo pierde población a marchas forzadas, en tanto tiene un museo de Historia natural digno de una capital y un Palacio y Archivo Naval que, para sí, ya lo querría Madrid?
Nuestro viaje al pasado, si bien corto, apreciando las bellezas de los patios manchegos del Viso, el castillo roqueño de Calatrava la Nueva, el mayor y mejor reconstruido de los medievales españoles y el patio de comedias y Plaza de Almagro, todo ello bien regado por los caldos cada vez mejores de la Mancha, con su abundante y variada cocina, nos situó por 48 horas en el otro mundo, alejados de las mundanas políticas de la capital, aunque no nos quedó más remedio que enterarnos de la designación a dedo del ya misacantano Rubalcaba, resultado de la revolución interior contra Zapatero de Felipistas y conservadores, hartos de la frivolidad de su Gobierno.
Naturalmente, eso no nos amargó lo suficiente, pues nuestro viaje a la intrahistoria, de la mano de un marino ejemplar como Gonzalo, digno sucesor de D. Álvaro de Bazán cuyo fantasma dicen que se pasea aun por el Palacio, fue nuestra búsqueda en torno al Tiempo perdido, emulando a Marcel Proust quien realizó una revolución copernicana en la literatura del siglo XX y se convirtió, junto con James Joyce y Franz Kafka, en el escritor más importante de los cien últimos años.
En busca del tiempo perdido no fue una novela de una sola faceta, sino de muchas: sobre unos puntos de partida parcialmente autobiográficos, Proust consiguió una narración iniciática, la pintura crítica de toda una sociedad, una novela psicológica, una obra simbólica, el análisis de inclinaciones sexuales hasta entonces prohibidas, una reflexión sobre la literatura y la creación artística.
Este es también mi objetivo con este artículo que pide a los españoles, otra revolución: Mérito, Valores, Amor, Patria, Ilusión, Honestidad y Esfuerzo para sacar a España de la Crisis, inmensa Crisis en que estamos sumidos.
Bebamos, de los escasos reservorios que nos han quedado, como son la Marina y la Armada de España y seguro, que revitalizados, ganaremos el futuro, en este Mundo Global, del que podríamos volver a ser ejemplo.