jueves, noviembre 21, 2024
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Las formas de Mónica García

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José Virgilio Menéndez Medrano
José Virgilio Menéndez Medrano
Diputado en la Asamblea. Secretario General del Grupo PP en la Asamblea de Madrid.

Se sabía que a la primera ocasión que tuviera, la actual ministra de Sanidad, Mónica García, iba a mostrarse en todo su ser, con todas sus virtudes profesionales (que las tendrá, aunque yo no haya sido afortunado en conocerlas), y sus defectos (que son abundantes y conocidos por todos los que nos hemos cruzado políticamente con ella).

Y es que, ante la alta presión asistencial en los centros de salud y hospitales de España por los numerosos casos de gripe, covid y otras infecciones respiratorias (no así en Madrid con una tasa de incidencia de 177 casos por 100.000 habitantes gracias a una buena labor preventiva), Mónica García ha visto la ocasión de marcar territorio y hacerse la protagonista del panorama mediático, eso sí, tras disfrutar de unas vacaciones tan largas como los alumnos de primaria.

Una mujer obsesionada por dos hechos fundamentales, como son las derrotas electorales y dialécticas ante Isabel Diaz Ayuso (memorables sus “jueves de dolor” en el control al gobierno en que un día sí, y otro también, a pesar de su actitud siempre agresiva y faltona, salía vapuleada dialécticamente por la presidenta de Madrid), y su autoconvencimiento de que ella hubiera gestionado mejor la pandemia del Covid (a pesar de su ausencia de su puesto de trabajo en aquellos momentos tan graves), ha visto en esta coyuntura la oportunidad de erigirse en la líder de no se sabe qué.

Sus formas y respuesta no han podido ser más “marca de la casa Mónica García”. 

Por un lado, desde la improvisación y la ocurrencia, proponiendo la autogestión por los trabajadores de las bajas laborales en un país donde dichos actos, por la repercusión que las bajas tienen en el sistema de Seguridad Social, deben ser aprobadas por una autoridad médica, y sin entrar en disquisiciones que ella obvia, como que, en España, Seguridad Social y Mutuas de accidentes dedican gran parte de sus esfuerzos en disminuir el alto número de bajas laborales y su duración.

Y, por otro lado, con el autoritarismo que caracteriza a su ideología, imponiendo a todas las Comunidades Autónomas la obligatoriedad del uso de la mascarilla en todo centro sanitario sin ningún informe médico que así lo justifique (aunque yo no sea quién para discutir su idoneidad médica) y sin escuchar a esa otra parte de la administración que son las Comunidades Autónomas, quienes tienen las competencias de sanidad.

No hablaremos otra vez de la aversión de este Gobierno de Sánchez a la cogobernanza (ellos sólo quieren a las Comunidades para obedecer y gestionar lo malo), pero la secuencia de la gestión realizada (propuesta inicial ministerial con obligatoriedad de las mascarillas, discusión con las Comunidades, no aceptación por parte de éstas de las medidas ministeriales… y decisión de imponer la obligatoriedad como era la propuesta inicial, a pesar de la oposición de los afectados), dice mucho del talento y, sobre todo, del talante de esta ministra.

De todos conocidos es que su prioridad no es solucionar la falta de médicos que hay en España, el verdadero problema de nuestro sistema sanitario y a lo que se debería dedicar, sino otras cosas, entre ellas, combatir a Madrid, o meter miedo a los jubilados de Muface con la posible supresión de un sistema asistencial que funciona muy bien y da tranquilidad a nuestros mayores.

Por todo ello, somos muchos ciudadanos los que rogamos a Mónica García que, ya que no se va a dedicar a solucionar problemas en nuestra Sanidad, que al menos no los cree, y que deje trabajar a las Comunidades Autónomas, especialmente obviando su odio a Madrid, cuyo sistema sanitario se ha convertido en los últimos años en un sistema reconocido en toda Europa por su calidad y su atención al paciente.

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