jueves, noviembre 21, 2024
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“Galicia somos nos”

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Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar Diputado Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid. Presidente de la Comisión de Presupuestos y Hacienda

Ha sido inevitable que en los últimos días hayan vuelto a nuestra mente aquellas imágenes de las costas gallegas teñidas de negro con aquello llamado chapapote y que alguno en un delirio de desconocimiento o falta de vergüenza se atrevió a definir como “hilillos de plastilina”. Desgraciadamente, esta nueva crisis medioambiental en Galicia nos hace retroceder 21 años en las mismas costas que entonces quedaron manchadas de negro tras el vertido del Prestige, en lo que fue seguramente la peor catástrofe medioambiental sufrida por España. Ahora es el blanco el que empieza a cubrir las costas a causa de otro vertido. Diferente pero también tóxico, o eso parece, según la Fiscalía, porque ni en esto hay acuerdo entre las diferentes instituciones. 

El 8 de diciembre de 2023 el buque Toconao perdió seis contenedores frente a las costas portuquesas, uno de los cuales transportaba mil sacos con más de 26 toneladas de pellets (unas minúsculas bolitas blancas de plástico) que han comenzado a llegar a las costas de Galicia, Asturias y Cantabria. Este hecho objetivo es casi el único en el que todo el mundo coincide. 

A partir de ahí, un baile de fechas, cifras y versiones variopintas que ha desencadenado una guerra abierta entre el Gobierno de España y la Xunta de Galicia. Las idas y venidas de la crisis ambiental que ha provocado el vertido de pellets en las costas, especialmente en Galicia, son una constante en la última semana. 

La Xunta de Galicia ha pasado por todos los estados posibles en su pugna particular con el Gobierno. Pugna estéril y absurda que sólo se puede entender por la proximidad de las elecciones autonómicas y por ese mal endémico que se ha apoderado de la derecha democrática de este país, cada vez más incapaz de tener altura de miras y responsabilidad institucional.

La polémica entre el Gobierno de España y la Xunta de Galicia, jalonada de medias verdades y mentiras, ha estado centrada en dos focos. El primero, el de las comunicaciones mantenidas entre las administraciones y la tardanza a la hora de actuar.  Cuando y quien recibió primero la voz de alarma y cuando se comunicó. El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda ha afirmado reiteradamente que hasta el 4 de enero no tuvo conocimiento del vertido por parte del Gobierno. Si eso es así, ¿cómo es posible que ese mismo día 4 de enero la Consellería do Mar gallega envíe una carta a los ayuntamientos de la zona informándoles de que conocían la existencia de microplásticos en las playas desde el 21 de diciembre? Es sencillamente imposible de sostener la mentira de Rueda. Es más, el propio Feijóo reconoce en unas declaraciones que el 13 de diciembre la Xunta recibió una llamada al 112 de una persona alertando de los hechos. Llamada que pasó inadvertida para el gobierno gallego. La justificación esgrimida por el gobierno regional para esta indiferencia es que reciben cerca de 2.600 llamadas al año, de las que 1.500 están vinculadas a vertidos. Sin embargo, un informe de la propia Xunta sobre el funcionamiento del teléfono 112 señala que de todas las llamadas recibidas en 2022 sólo en 900 de ellas hay alguien al otro lado o no es una equivocación. Y de todas ellas, apenas tres llamadas cada día están relacionadas con medio ambiente. Las mentiras tienen las patas muy cortas y no cabe duda de que la Xunta se ha enredado en sus intentos de eludir su responsabilidad. Conocían desde el primer momento lo que estaba sucediendo y no fueron diligentes en su responsabilidad. 

El segundo foco de la polémica entre la Xunta y el Gobierno de España se centra en determinar la toxicidad de los pellets y por tanto la gravedad del vertido. Aquí de nuevo, la Xunta, ha dado varias piruetas en el aire. En apenas 72 horas, el presidente Rueda pasó de decir que el problema de los pellets estaba dimensionado “en su justa medida” a elevar al nivel 2 de emergencia, tal y como ya había hecho con anterioridad Asturias, y exigir al Ejecutivo central un avión, dos helicópteros, cuatro barcos, siete lanchas, un robot submarino no tripulado, formación para voluntarios y un retén en tierra. La Xunta pasó del “aquí no pasa nada” a pedir poco menos que “la sexta flota”, en palabras del ministro Óscar Puente. 

Las crisis ambientales son en muchos casos desgraciadamente inevitables, pero resulta siempre curioso ver la gestión que hacen los gobiernos del PP de ellas. Aplican de una forma vergonzosa la teoría del avestruz, esconden la cabeza a ver si la cosa se arregla sola. Y si no funciona, continúan con la táctica del calamar, esparcir tinta y tratar de responsabilizar a otros de sus negligencias y errores. Si le dedicaran la mitad del tiempo que invierten en imitar al avestruz y al calamar a tratar de solucionar problemas, estos tendrían un impacto mucho menor para la ciudadanía.

Si en la crisis del Prestige tuvimos que oír, nada más y nada menos,  a un ministro comparar al chapapote con hilillos de plastilina, ahora, en esta ocasión observamos como la Xunta ha pasado de la negación y la mentira a las peticiones absurdas y exageradas al Gobierno de España, retrasando elevar el nivel 2 de emergencia como si hizo inmediatamente el Gobierno de Asturias. ¿Tendrán algún problema los miembros del PP con la gestión?¿O es que en el fondo al PP por mucho que diga le importa muy poco Galicia, sus costas y sus gentes?

Una vez más priorizan la confrontación elevada al absurdo a gestión. Como dice el tuitero Gerardo Tecé en relación con el proceder de la Xunta, parece más el baile del chiki chiki que una institución seria gestionando una crisis grave. Si el tema no fuese tan importante, igual daba hasta para reírnos un rato. Pero no nos podemos reír, es la segunda vez que el PP no actúa con la diligencia debida en el cuidado de algo tan importante como es nuestro patrimonio medioambiental, nuestras costas. En la anterior ocasión el Partido popular gobernaba ambas instituciones y todos miraron para otro lado. Ahora es el PSOE quien ostenta el Gobierno de España y no vamos a mirar hacia otro lado, le pese a quien le pese. Ni la propaganda ni la mentira soluciona problemas. La gente pide gestión y transparencia, que es justamente lo que el Gobierno de España va a hacer frente a la inacción y las mentiras de la Xunta.

Galicia no se merece que la gobierne gente que se esconde cuando vienen problemas. Galicia se merece que la traten como a sus vecinos asturianos, cuyo gobierno regional asumió el problema y lo trató con determinación. Galicia se merece más. Porque como decía el poeta gallego Manuel María: 

“Galicia somos nos

a xente e mais a fala,

se buscas a Galicia

En ti tes que atopala!”

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