Antes de que se produjera la investidura de Pedro Sánchez, la derecha española ya utilizaba de manera torticera la palabra amnistía para deslegitimar al posible Gobierno progresista resultante. Aún no se había producido un primer acercamiento a ERC y Junts y ya hablaban las derechas de la ruptura de España, invocando toda suerte de males, demonios y plagas de todo tipo que iban a caer sobre todos nosotros. Olvidan que el mayor desafío a la unidad de España fue el referéndum ilegal del 1 de octubre que el gobierno del PP, presidido por Mariano Rajoy, fue incapaz de detener y que la utilización de todos los resortes del Estado de manera ilegal, vulnerando todas las leyes, supone la mayor amenaza a nuestra democracia. Como también olvidan que el el independentismo llegó a sus cotas sociales y electorales más altas bajo los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy
Si hacemos una aproximación al concepto de amnistía y nos vamos a buscar en la RAE su definición, vemos que dice: “Derogación retroactiva de la consideración de un acto como delito, que conlleva la anulación de la correspondiente pena”. Esto es exactamente una amnistía, una derogación de un acto y la anulación de la pena. No es en ningún caso un golpe de Estado, tal y como se ha dicho, ni supone la destrucción de España. Argumentos parecidos a los que se dieron con los indultos que no supusieron ninguna quiebra o peligro para nuestro país, sino todo lo contrario, contribuyó a mejorar la convivencia en Cataluña y recuperar las relaciones institucionales y, además, trajo una importante disminución del apoyo social y electoral a los partidos independentistas.
La amnistía es tratar de pasar página y apostar por la convivencia. Es entender que un conflicto político y social que movilizó durante años a millones de catalanes debe tener una resolución política, dentro de la ley. La solución no puede venir desde la cárcel y la represión sino desde el diálogo. Los catalanes que se consideran independentistas son cientos de miles, son una realidad social que no podemos soslayar. Los indultos fueron un paso importante. La Ley de Amnistía será el paso definitivo. Es comprensible que haya personas a las que les genere dudas su idoneidad, pero ¿cuál es la alternativa? el conflicto permanente, la confrontación, la represión. Esta ley es una apuesta valiente y plenamente democrática para continuar avanzando en convivencia, devolviendo al ámbito de la política lo que nunca debió de haber salido de allí. La Constitución no está en riesgo cuando se trabaja por y para la convivencia entre todos nosotros, uno de los principios de nuestra Carta Magna. Por el contrario, quienes tratan de patrimonializarla, quienes sólo leen una parte, o quienes la incumplen sistemáticamente (Lezo, Gürtel, Púnica, Kitchen, Erial, y tantos otros) son los que la dañan gravemente.
El Gobierno de coalición, con el PSOE al frente, trata de conseguir solucionar el conflicto de la mejor manera posible, ¿pero en qué está la derecha y la extrema derecha? Parecen apostar por el conflicto, entendiendo quizás, al igual que Junts, que su prolongación les beneficia electoralmente. Poco parece importar el daño que se pueda ocasionar a esa España que tanto dicen querer y defender. Todo vale con tal de derribar al Gobierno. Cuando se encuentra encrucijadas y decisiones tan complejas, siempre es interesante reflexionar sobre cómo hubiese actuado el adversario político en este caso. Bien es cierto que puede haber algo de política ficción. Sin embargo, las actuaciones del pasado pueden darte luz. El PP es ese partido que pasó de criticar en el año 1993 la cesión del 15% del IRPF a Cataluña a hablar catalán en la intimidad y darle el 30% en 1996, junto con un montón más de cesiones, tras firmar el Pacto del Majestic con la CiU de Pujol para hacer presidente del Gobierno a José María Aznar. Con estos antecedentes, no tengo pruebas, pero tampoco dudas de que, en la situación actual, de estar en el gobierno el PP, hubiese dado la amnistía o lo que hubiese hecho falta para “salvar a Cataluña y a España”. Ya sabemos cómo se prodigan en practicar la ley del embudo de manera indisimulada. Y quizás con una ley de amnistía bajo un gobierno PP, los independentistas de Junts serían más tolerantes y tendrían menos exigencias. Tal vez, en ese caso, Junts aparecería ante la opinión pública como más responsable con los catalanes, como ha demostrado la historia cuando Junts era Convergencia. Probablemente Junts y el PP tendrían más interés en resolver el conflicto catalán en vez de seguir tensionando y azuzando. El pasado martes Junts realizó el mayor acto de incoherencia política que podemos recordar votando en el Pleno el Congreso en contra de la Ley de Amnistía, después de haberla pactado y votado hasta cuatro veces a favor en la tramitación parlamentaria, coincidiendo en el voto negativo con PP y Vox, que les quiere ilegalizar. Significativo. Cada vez parece más evidente que Junts y el PP son dos caras de la misma moneda. La moneda que no quiere una solución para Cataluña.
A ver si la amnistía no va a ser tan importante para ninguno de los actores de la derecha, ni de la española ni de la catalana. A ver si va a resultar que es una excusa para unos y otros. A ver si aquellos que dicen estar separados ideológicamente en polos opuestos en realidad no lo están tanto y les unen los mismos intereses, su propio beneficio. A ver si la ley de amnistía es solo una excusa. A ver si la derecha política, social, económica, mediática y judicial, en realidad no se oponen a la Ley de Amnistía, sino a un gobierno progresista legítimo liderado por Pedro Sánchez y lo que este representa, un proyecto para dar un impulso de país, que a lo largo de los próximos cuatro años permita no solo consolidar todo lo conseguido en los años previos, sino que nos posibilite seguir avanzando en la modernización necesaria para España, y conquistando nuevos logros sociales y libertades. Hoy es la amnistía, mañana será otra cosa.