jueves, noviembre 21, 2024
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Historias de mi vida liberal: el odio a lo español por vascos y catalanes radicalizados

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Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa
Librepensador. Maestro Nacional. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras y Diplomado en Psicología Industrial por la Universidad Complutense de Madrid.

Me he pasado la vida dándole vueltas al concepto de odio, que según la RAE es: Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea.  . Y es sinónimo de aborrecer – aborrecimiento – abrasar – ambivalencia – animadversión – arrancar – atizar – cambio – carcomer – cegar – ciego – compenetrarse – enemistad – entonces – hincha – horror – instilar – latir – manía – morigerar – mortal – odiar – odioso – perseverar – rabia – revivir – salvaje – solución – tirria – tornar – xenofobia – xenófobo.

Así pues, el odio a lo español significa desear el mal para el español, sentimiento freudiano, de uno de los instintos de muerte; la agresión. Es curioso que Sabina Arana, el patriarca de los independentistas vascos, no es que deseara la independencia es que quería vernos muertos, cuando escribe:” Si algún español te pidiera limosna, levanta los hombros y contéstale, aunque no sepas euskera: Nit eztakit erderaz (No hablo español). Si algún español llegado a Bizkaia te preguntase donde esta tal pueblo o calle, contéstale lo mismo. Si algún español estuviese ahogándose en la Ría, pidiendo socorro, contéstale lo mismo. 

Es decir que Sabino prefería vernos ahogados en la Ría, a socorrernos por causa de la lengua, que así se transforma en un elemento de agresión o muerte. Eso nos cuenta Jesús Lainz , en su delicioso libro “Desde Santurce a Bizancio”, También nos recuerda otro texto del gran Sabino, por cierto escrito en castellano, “la diferencia de lenguaje es el gran medio de preservarnos del contagio de los españoles y evitar el cruzamiento de las dos razas” Es decir que lo que Sabino transmitió a sus secuaces futuros, el PNV y la izquierda abertzale, fue el odio por lo español, lo que de paso significaba poseer un complejo de superioridad basado en diferencias étnicas, por las que estos días,  anda por ahí Bildu, queriendo hacer un censo de euskaldunes de pura cepa.

Algo similar hicieron los independentistas catalanes extremistas, como por ejemplo en la 2ª republica un tal Josep Genovés Molés que escribía en el periódico “Nosaltres sols” estas sagradas reglas: 1ª Ningún catalán o catalana dignos de tal nombre admitirán matrimonio con individuo español o hijo de españoles. 4ª Consideraremos anticatalanas tales uniones 6º No olvidaremos que sin una “sangre” limpia virgen de” cruces sanguíneos”, es imposible hacer nada de provecho. Textos similares existen de Prats de la Riba y de algunos otros “empecinados” que afirman que los castellanos son barbaros y salvajes, provenientes más bien de África, mientras que ellos son de un raza occitana, naturalmente más pura y elevada, aunque por lo general el catalán tiene tendencia a quejarse de menosprecio por parte de los castellanos, lo que es igualmente un complejo de superioridad.

Todo ello se resume en las palabras “maketo” y “charnego”, textos que indican discriminación étnica y fascismo político, al considerar que los castellanos o españoles, ya que ellos no lo son, son de un clase inferior; Untermensch («subhombre» o «subhumano» en alemán)  término empleado por la ideología nazi para referirse a lo que esta ideología consideraba «personas inferiores», particularmente a las masas del Este, es decir, judíos, gitanos, eslavos, bolcheviques soviéticos o cualquier otra persona que no perteneciese a la «raza aria».

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Ello, no obstante, los vascos y los catalanes no son diferentes genéticamente de cualquier otro español. Así lo confirma el estudio de genética de poblaciones más completo que se ha realizado en España, en 2011 dedicado a comparar el genoma de los españoles de 10 regiones. Según los resultados, el genoma de los participantes no muestra diferencias geográficas en la Península, hasta el punto de que el genoma de un vasco se parece más al de un valenciano o un extremeño que al de un vascofrancés.

«Los vascos no pueden considerarse un grupo genético aislado y las interpretaciones sobre su origen deben ser revisadas», señala el estudio, dirigido por el investigador de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF) Jaume Bertranpetit. El trabajo analiza marcadores genéticos de 300 personas. Trabajos anteriores mantenían que los vascos permanecieron aislados durante siglos y no se mezclaron con el resto de las poblaciones ibéricas. Hace casi 20 años, el mismo Bertranpetit fue uno de los principales valedores de la diferencia genética vasca. Se basaba en un análisis de marcadores clásicos presentes en la sangre, como el famoso Rh, que parecía diferenciar al pueblo vasco del resto de poblaciones europeas. Se destacaba en los vascos un predominio del haplogrupo H3, un linaje menos común que el H1 que llevan muchos europeos, pero que se remonta a un mismo origen en Oriente Medio hace unos 25.000 años, mientras que el genoma de los españoles analizados es casi idéntico

En 2012, otro estudio de 144 marcadores genéticos en franceses, españoles y pueblos del norte de África que incluía a vascos de España y Francia no encontró diferencias destacables. Bertranpetit y su equipo reniegan ahora del Rh y los otros marcadores clásicos. «No son marcadores ideales para trazar la historia de una población», sentencian. Su equipo ha analizado ahora casi 300.000 marcadores que se extienden por todo el genoma en lo que no se diferencian ni vascos ni catalanes. Estos marcadores, llamados SNP (pronunciado snips), son cambios de una letra en la cadena de ADN de los que se puede inferir el origen de una persona, o su predisposición a sufrir una enfermedad y los que más diferencias muestran son los extremeños. El estudio demuestra «que no existen razas humanas», y que todos los humanos descendemos de la misma Eva mitocondrial, probablemente de la Región de Etiopia en África.

De forma que menos “monos”. Todo este odio es de causa más bien psico-social, ya que las poblaciones Iberas que poblaron la península hace 10.000 años venían del Atlas africano, incluidos los vascos, y que la partícula” ber” está presente en todas las lenguas hispanas, o sea que el vascuence no es sino un dialecto del antiguo Ibero, pues existen muchos étimos geográficos, que incluyen la palabra “aita” padre o “ana” madre, desde Cádiz o Almería a Santurce o Gerona. n el complejo entramado político y económico de España, la cuestión de los beneficios regionales y las tensiones entre las diferentes comunidades autónomas ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia. Un capítulo particularmente destacado en este debate es el relativo a los aranceles y las políticas económicas que han impactado en regiones como el País Vasco y Cataluña.

Desde los tiempos del arancel Cánovas, España ha sido testigo de políticas que han beneficiado a ciertas regiones en detrimento de otras. Este arancel, implementado a fines del siglo XIX bajo el gobierno de Antonio Cánovas del Castillo, estableció un sistema de protección arancelaria que, si bien protegía industrias clave en áreas como la siderurgia, textil y naval, principalmente ubicadas en el País Vasco y Cataluña, también generaba desventajas para otras regiones, al elevar el precio y disminuir la calidad de los productos para los consumidores.

La aplicación de este arancel tuvo un impacto significativo en la economía nacional. Por un lado, proporcionó un impulso a las industrias clave en esas regiones, permitiéndoles competir en un mercado protegido. Sin embargo, esta protección también condujo a una falta de incentivo para la innovación y la eficiencia, lo que podría haber limitado el desarrollo a largo plazo de estas industrias.

Por otro lado, las regiones que no se beneficiaron directamente del arancel, como otras partes de España, se vieron afectadas por productos más caros y de menor calidad. Esta situación no solo generó tensiones económicas, sino también sociales y políticas, exacerbando las disparidades regionales y alimentando sentimientos de descontento y desigualdad.

El fenómeno del concierto vasco y el lobby catalán ha sido otro aspecto relevante en esta dinámica. El concierto económico del País Vasco, por ejemplo, ha otorgado a esta región un considerable grado de autonomía fiscal, lo que le ha permitido gestionar sus propios impuestos y redistribuir sus recursos de manera independiente. Si bien esto ha contribuido al desarrollo económico vasco, también ha generado tensiones con otras comunidades autónomas, que pueden percibirlo como un trato preferencial.

Del mismo modo, el lobby catalán ha ejercido una influencia significativa en la política nacional, presionando al Gobierno central para obtener ventajas económicas y subvenciones que beneficien a Cataluña. Estas presiones han sido objeto de debate y controversia, ya que algunos las consideran legítimas expresiones de defensa de los intereses regionales, mientras que otros las ven como un obstáculo para la cohesión y el equilibrio económico del país.

En última instancia, el debate sobre el beneficio económico y el coste nacional de las políticas que favorecen a ciertas regiones sobre otras es un tema complejo y multifacético. Si bien es importante reconocer y valorar la diversidad regional y cultural de España, también es fundamental buscar un equilibrio que promueva la igualdad de oportunidades y el desarrollo sostenible en todo el territorio nacional. Esto requiere un diálogo constructivo, políticas inclusivas y medidas que fomenten la competitividad y la cooperación entre todas las regiones de España.

La cuestión de la independencia de Cataluña ha sido un tema de gran controversia y debate tanto a nivel nacional como internacional en los últimos años. Uno de los principales impulsores de este movimiento independentista ha sido Carles Puigdemont, quien fungió como presidente de la Generalitat de Cataluña durante un período crítico en la historia reciente de la región. Las razones detrás de esta búsqueda de independencia según Puigdemont son complejas y multidimensionales, abarcando aspectos históricos, culturales, políticos y económicos. 

     Para comprender plenamente el deseo de independencia de Cataluña, es crucial examinar su historia y cultura únicas. Cataluña tiene una identidad distinta arraigada en su lengua, tradiciones y patrimonio. Durante siglos, ha buscado preservar y promover esta identidad frente a las políticas centralizadoras del gobierno español. El sentimiento de ser una nación diferenciada ha llevado a muchos catalanes a abogar por la autonomía e incluso la independencia.

Puigdemont ha hecho hincapié en la necesidad de que Cataluña tenga el control completo sobre sus asuntos internos, incluida la capacidad de tomar decisiones políticas y legislativas sin interferencia del gobierno central en Madrid. Según él, la independencia ofrecería a Cataluña la oportunidad de afirmar su identidad única y proteger su patrimonio cultural.

La relación entre Cataluña y el gobierno central español ha sido históricamente tensa. A pesar de la concesión de un grado significativo de autonomía en la Constitución española de 1978, muchos catalanes sienten que su capacidad de autogobierno ha sido socavada por decisiones tomadas en Madrid. Puigdemont argumenta que la independencia permitiría a Cataluña establecer un sistema político y administrativo que refleje verdaderamente las preferencias y necesidades de su población.

El líder independentista ha criticado repetidamente las medidas del gobierno español que, según él, han limitado la autonomía catalana, como la impugnación de leyes aprobadas por el Parlamento catalán o la intervención en instituciones clave de la región. Para Puigdemont, la independencia es la única forma de garantizar que Cataluña tenga el control total sobre su destino político y pueda tomar decisiones soberanas sin interferencias externas.

Otro aspecto fundamental en el discurso independentista de Puigdemont son las consideraciones económicas y financieras. Cataluña es una de las regiones más prósperas de España, con una economía diversificada y un PIB per cápita superior al promedio nacional. Sin embargo, los partidarios de la independencia argumentan que Cataluña contribuye de manera desproporcionada al presupuesto español y no recibe a cambio una redistribución justa de los recursos.

Puigdemont ha afirmado que la independencia permitiría a Cataluña tener un mayor control sobre sus recursos financieros y fiscales, lo que le permitiría gestionar de manera más efectiva su economía y redistribuir la riqueza de manera más equitativa entre sus ciudadanos. Además, sostiene que una Cataluña independiente podría establecer relaciones comerciales y diplomáticas directas con otros países, lo que potencialmente fortalecería su posición económica en el ámbito internacional.

Las razones detrás de la búsqueda de independencia de Cataluña según Carles Puigdemont son diversas y complejas, reflejando una combinación de factores históricos, culturales, políticos y económicos. Para muchos catalanes, la independencia representa una oportunidad para afirmar su identidad nacional, fortalecer su autogobierno y mejorar su situación económica. Sin embargo, el camino hacia la independencia está lleno de desafíos y obstáculos, y el debate sobre este tema continuará generando controversia y división tanto en Cataluña como en España en su conjunto

 Por eso el presidente de la Generalitat Pere Aragonés ha pedido recientemente autonomía fiscal: En medio de un panorama político siempre en ebullición, el presidente de la Generalitat ha elevado recientemente una solicitud que ha avivado el debate sobre la estructura del poder fiscal en España: la autonomía fiscal. Esta petición, que no es nueva en el ámbito político catalán, ha vuelto a poner sobre la mesa una cuestión fundamental: ¿hasta qué punto las regiones deben tener control sobre sus propios recursos financieros?

Desde hace años, Cataluña ha sido un epicentro de tensiones políticas y fiscales dentro del mapa español. La búsqueda de una mayor autonomía fiscal por parte de la Generalitat no es solo una demanda política, sino que también tiene profundas implicaciones económicas y sociales.

El presidente de la Generalitat argumenta que una mayor autonomía fiscal otorgaría a Cataluña la capacidad de gestionar de manera más eficiente sus recursos, adaptando las políticas fiscales a las necesidades y particularidades de la región. Esto implicaría, entre otras cosas, la capacidad de establecer y recaudar impuestos de forma independiente, así como gestionar una parte significativa del gasto público.

Sin embargo, esta solicitud no está exenta de controversia. Los críticos advierten sobre los posibles efectos negativos que una mayor autonomía fiscal podría tener tanto a nivel regional como nacional. Por un lado, existe el temor de que una mayor independencia fiscal pueda exacerbar las tensiones entre Cataluña y el gobierno central, avivando el conflicto político que ha marcado la historia reciente de España.

Además, algunos expertos señalan que una mayor autonomía fiscal podría generar desequilibrios económicos entre regiones, exacerbando las disparidades ya existentes. También se plantea la preocupación de que una Cataluña con mayores poderes fiscales podría optar por políticas más agresivas de competencia fiscal, lo que podría desencadenar una carrera hacia abajo en términos de tributación, afectando negativamente a la cohesión fiscal del país.

Ante esta compleja situación, es necesario un diálogo constructivo entre el gobierno central y las comunidades autónomas, especialmente aquellas como Cataluña que buscan una mayor autonomía fiscal. Es fundamental encontrar un equilibrio que permita satisfacer las demandas legítimas de las regiones sin comprometer la estabilidad y la equidad del sistema fiscal español en su conjunto.

En última instancia, el llamado a la autonomía fiscal por parte del presidente de la Generalitat destaca la necesidad de abordar de manera integral y dialogada las tensiones políticas y fiscales que persisten en España. Solo a través del diálogo y el compromiso mutuo será posible encontrar soluciones sostenibles que promuevan la unidad y la prosperidad de todo el país.

Mas que odio lo que hay es mucho “mamón” que pretende aprovecharse, ya que La deuda de las comunidades autónomas representa un 24% del PIB. En total, la friolera de 316.800 millones de euros. Un récord histórico. De esa cantidad, sólo Cataluña debe 84.327 millones de euros, lo que la convierte en, con diferencia, la comunidad autónoma más endeudada: 10.982 euros por habitante, más del doble que Madrid. Le siguen la Comunidad Valenciana, con 55.031 millones, y Andalucía, con 37.870 millones. La pela es la pela, eso si, quiere autonomía fiscal tanto para no pagar la deuda, como no hacerse cargo de las pensiones de los catalanes en el futuro. De paso odian al charnego español, como justificación de sus bajos instintos, la verdad es que ya se demostró con la huida de miles de empresas cuando se anunció en 2017 la posible independencia, en total, durante los seis últimos años, Cataluña ha perdido más de 8.000 empresas cuyas ventas superaban los 56.000 millones de euros. Me parece que ni la pretendida Amnistía , ni el referéndum de autodeterminación ocurrirán jamás.

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