jueves, noviembre 21, 2024
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Begoña Gómez y el “todo vale” de la derecha

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Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar Diputado Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid. Presidente de la Comisión de Presupuestos y Hacienda

La semana pasada hablaba del intento de la derecha política y mediática de convertir las elecciones europeas en una segunda vuelta de las elecciones generales del año pasado, planteando a la ciudadanía un plebiscito sobre Pedro Sánchez. El objetivo, al que parece que se ha sumado la derecha judicial, ya indisimulado, es claro: derribar al Gobierno progresista de España cueste lo que cueste. Dos eran las palancas sobre las que pivotaba la estrategia de la derecha, decía, la tergiversación de la conocida como Ley de amnistía y la miserable utilización de la investigación que está sufriendo la esposa del presidente, Begoña Gómez. Una semana después, la estrategia de campaña del PP se basa ya casi de manera única, en agitar el llamado “caso” Begoña Gómez. Los populares se han arrojado a tumba abierta para fijar la idea de que a todos los males que le atribuían al Gobierno se une ahora la de una corrupción, que elevan a la categoría de generalizada. Mientras Europa afronta en estos comicios uno de los momentos más determinantes de su historia, donde se va a decidir que Europa queremos para los próximos años, el PP de Feijóo ha decidido hablar sólo de Begoña Gómez y de un supuesto océano de corrupción que ahoga al Gobierno de España. La esposa del presidente del Gobierno se ha convertido en el eje central de una de las campañas más sucias y miserables que se recuerdan en democracia. Una campaña descarnada y vil cuyo único objetivo es dañar a una mujer profesional solo por ser la mujer del presidente del Gobierno.

Recordemos que el origen de todo esto no es otro que una denuncia sin fundamento presentada por el “pseudosindicato” Manos Limpias, de ideología ultraderechista y pasado turbio, basada en recortes de prensa y noticias falsas, contra la esposa del presidente, Begoña Gómez. A pesar de todo ello y de la jurisprudencia del Supremo, contraria a aceptar este tipo de denuncias, de manera bastante incomprensible e inusual, ésta es admitida a trámite por el juez instructor, Juan Carlos Peinado, padre de una concejala del PP en Pozuelo de Alarcón y que ya en el 2015 llevó la denuncia de la misma organización contra los concejales del Ayuntamiento de Madrid Pablo Soto y Guillermo Zapata por unos tuits supuestamente ofensivos. ¿cómo es posible que un juez admita a trámite este tipo de denuncia sin ningún hecho objetivo? La indefensión que provocan estos libelos, organizaciones como Manos Limpias y jueces que, como mínimo, se precipitan al admitir semejante basura como indicio, afecta a los derechos de todos los ciudadanos españoles. 

Analicemos los hechos conocidos hasta el momento, más allá del ruido mediático de la “fachosfera”. El juez declara “investigada” a Begoña Gómez, sin citarla a declarar, y decreta secreto de la instrucción. De salida, irregular. La Fiscalía recurre la actuación judicial, la Guardia Civil realiza una investigación y elabora un informe de 116 páginas y seis anexos donde no haya ni un solo indicio de los delitos denunciados por Manos Limpias. Ese informe destapa, además, la falsedad de algunos de los hechos incluidos en la querella. Ese trabajo, que el juez tiene en su poder desde mediados de mayo, no solo analizó los contratos bajo sospecha, sino también otros muchos adjudicados por el mismo departamento del Ministerio de Economía. Sin embargo, la Audiencia considera que sí podría haber alguna base—no se concreta cuál, con lo cual seguimos con la investigación prospectiva, sin indicios, prohibida por el Tribunal Supremos a través de su sentencia— por unas cartas que presuntamente habría redactado Begoña Gómez recomendando a una empresa en un concurso público, cartas, por cierto, cuyo contenido está por ver. Y hete aquí como el juez recibe el auto de la Audiencia y desliza comentarios irónicos, absolutamente impropios, sobre la actuación de la Fiscalía y hasta sobre el abogado de Begoña Gómez.

En una vuelta de tuerca más a todo esto el juez Peinado ha decidido irrumpir en la recta final de la campaña de las elecciones europeas y citar para el próximo 5 de julio como investigada a Begoña Gómez, sin esperar a la declaración de los testigos y sin que haya una sola prueba del delito que investiga, al menos por lo que se conoce del sumario. Pudo esperar perfectamente hasta después del 9 de julio para dictar el auto y evitar cualquier interferencia indeseada en los comicios, pero prefirió romper la costumbre de los tribunales de intentar no interferir y aplazar este tipo de decisiones para después de la cita electoral. Curiosamente, este mismo magistrado en el año 2020 anuló la citación judicial del alcalde Almeida por prevaricación para evitar su estigmatización al entender que en el caso de personas públicas puede llevar “a una desconsideración de su imagen”. Esta citación ha permitido reforzar a la derecha y a la extrema derecha sus gravísimas acusaciones por hechos que nadie, repito, nadie, ha probado.

Y por si todo esto no fuera suficiente, Feijóo ha realizado unas graves declaraciones, sin ninguna prueba, poniendo en duda el funcionamiento de la Guardia Civil, del Ministerio del Interior o de un juzgado de Madrid, cuestionando el informe de la Guardia Civil que indica que no hay indicios de delito en la actuación de Begoña Gómez. Recientemente, en una entrevista a un medio de comunicación, el líder popular, Feijóo, reconoció que España asiste a “la peor política que se ha practicado en la democracia”. Lo que no dijo es cuál es su responsabilidad en todo ello, mucha, y que iba a hacer para cambiarlo, nada. Cuando Feijóo accedió hace dos años a la presidencia del PP nos dijeron que era moderado, que estaba a favor de los pactos de Estado, que quería separarse de Vox y que venía a renovar y regenerar el Partido. Todo mentira. Feijóo participa e impulsa hoy activamente el clima político más enconado y polarizado de la democracia instalado en el lenguaje de la confrontación y de la bajeza verbal, el CGPJ sigue sin renovarse tras casi seis años, ha abierto la puerta a la ultraderecha a 140 gobiernos autonómicos y municipales y no, no vino a regenerar el PP de la corrupción. El líder popular ha normalizado la rutina de la difamación, la deformación, la demagogia y la desinformación, a lomos de medios y “pseudomedios” de comunicación, olvidando su sentido de Estado. Hace semanas, a cuenta de los exabruptos de Miley, decía que Feijóo una vez más defraudaba, pero me equivoqué, Feijóo ya no defrauda, a estas alturas ya no se puede esperar nada de él. Feijóo es un fraude. 

Termino, no podemos permitir una vuelta atrás, que se relegue a la mujer al ámbito doméstico, teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido. Llevamos años construyendo una sociedad donde las mujeres no tengan techos de cristal y no tengan que hacer renuncias, sino que estén en pie de igualdad con el hombre. Declaraciones como las de Feijóo cuando afirmó: “hay parejas de presidente del Gobierno que han dejado de trabajar para no tener ninguna duda al respecto”, son inadmisibles en la España del 2024. 

Por cierto, ¿alguien se acuerda de la amnistía? De pronto ya nadie habla de ella. A ver si al final todo va a ser una excusa y la derecha política, social, económica, mediática y judicial, en realidad no se oponen a la llamada Ley de amnistía, sino que se oponen a un gobierno progresista legítimo liderado por Pedro Sánchez. Cada vez es más indisimulada la colusión de intereses para destruir a un Gobierno de izquierdas y subvertir los pilares de la democracia, desvirtuando la voluntad colectiva expresada en las urnas. Como dijo Aznar, “el que pueda, que haga”. Pues en eso están algunos, sin cortapisas ni líneas rojas, en el “todo vale”.

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