La poesía del alma mallorquina, del que suscribe, le llevó a trasladar su isla a Madrid a Puerta de Hierro, edificando una casa” Romandre” que le recordaba sus aventuras mozas, cuando íbamos a los pueblos, desde Son Bennassar en Felanitx a la fiestas locales quedándonos a residir( romandre del latín rimaneo). No moraba en Mallorca, pero Mallorca moraba en mí, pues mi casa madrileña, recuerda las mansiones rurales de los nobles mallorquines, arcos perialtados, balaustradas, tejas árabes y amplios alares, fachadas simulando piedra tosca, en arenisca, ventanas “coronella”, puertas y cierres con mallorquinas verdes, amplio porche con farolas colgadas de vidrio soplado, y en su pared una magnifica Virgen de Lluch en cerámica, enmarcada en piedra tosca bajo la cual figura la poesía que le dedico a la casa el “coret” padre Bartolomé Matheu:
O DULCIS VIRGO MARIA
Verge de Lluc: Beneiu
aquesta llar nostra y vostra
Voldriem fos com un niu
d´aucellets, I clara mostra
de l´encant que es viure junts
en fe, amor y esperança
fent filigranes i punts
per teixir la benanança
Donau-nos béns y salut
Al llarg de de tota la vida
Siau-nos mare y escut
en tot soscaire i ferida
Mare.Mumare. Heu sentiu?
Volem esser un cald niu
I un brunznt eixam d´abelles
Aquí y allá les estrelles
Amen. Amen. Aixi sia
Oh dolça Verge Maria
Esta dedicación precedida de una misa, y la bendición de la casa, para alguien algo alejado de la iglesia, pero responsable como presidente entonces en 1991 de la “Llar Balear” de Madrid, removió y sigue removiendo mis entrañas, pues la poesía es la música de las palabras, y estas centradas en la patrona de Mallorca, son realmente un auténtico puente, que me permite seguir estando en Mallorca en la distancia, a pesar de no poder oler a “murta”, aroma que extrañamente más me hace añorar la “Roqueta”, desde “Romandre” en Madrid, creo estar tocando la tierra, disfrutando el mar y hablando con sus gentes como lo hago con mi esposa “salant” y en mallorquín de “xarrer” de carretero. En realidad, estoy ya allí, aun no estando, ventajas, de poder transportar conmigo mis ideales.
Así, en el corazón de Puerta de Hierro, Madrid, se erige una casa que no es solo una residencia, sino un homenaje a las raíces mallorquinas de su dueño, es decir yo «Romandre», una construcción que lleva en su nombre, el espíritu de permanecer y recordar, es una oda arquitectónica a las aventuras juveniles y a la herencia cultural de Mallorca.
El creador de «Romandre» llevó consigo su isla natal en el alma, trasladando sus vivencias y recuerdos a esta casa madrileña. Aunque la distancia física lo separaba de Mallorca, su esencia permanecía viva en cada rincón de su hogar. Desde las fiestas locales en los pueblos, como aquellas desde Son Bennassar en Felanitx, hasta las estancias que evocaban el verbo «romandre» del latín «rimaneo», que significa quedarse, esta casa encapsula todo lo que Mallorca representa para él.
«Romandre» no es solo una vivienda, es una réplica de las mansiones rurales de los nobles mallorquines. Con sus arcos perialtados, balaustradas y tejas árabes, la casa respira la misma historia y elegancia que las antiguas residencias de Mallorca. Las fachadas, simulando piedra tosca en arenisca, reflejan la autenticidad y el carácter robusto de las construcciones isleñas.
Las ventanas “coronella” y las puertas y cierres con mallorquinas verdes añaden un toque de tradición y frescura, recordando los detalles típicos de la arquitectura mallorquina. El amplio porche con farolas colgadas de vidrio soplado crea un ambiente acogedor y nostálgico, ideal para rememorar las cálidas noches mallorquinas.
Uno de los elementos más significativos de «Romandre» es la presencia de una Virgen de Lluch en cerámica, cuidadosamente enmarcada en piedra tosca en una de las paredes del porche. Esta figura no solo es un símbolo religioso, sino también un vínculo emocional con la isla. Bajo la imagen, una poesía del «coret» padre Bartolome Matheu se alza como un tributo a la casa y a sus raíces.
La poesía dedicada a la casa por el «coret» padre Bartolome Matheu es una manifestación de amor y respeto hacia la herencia cultural y familiar. En sus versos, se entrelazan recuerdos, emociones y un profundo sentido de pertenencia. Esta poesía no solo adorna la casa, sino que también sirve como un recordatorio constante de las raíces y tradiciones mallorquinas que el dueño lleva en su corazón.
«Romandre» es mucho más que una casa; es un símbolo de identidad, un refugio para los recuerdos y una manifestación física de la poesía del alma mallorquina. En el bullicio de Madrid, esta residencia se erige como un trozo de Mallorca, recordando a todos los que la visitan la belleza y la riqueza de la cultura isleña. Cada detalle, desde la arquitectura hasta la poesía en sus paredes, cuenta la historia de un hombre que, aunque lejos de su tierra natal, nunca dejó de llevar a Mallorca en su corazón.
Mallorca: Un Viaje a través del Tiempo y la Tradición. En una cálida tarde de julio de este verano en Valldemossa, cuatro primos de apellido Rabassa, tres de ellos de nombre Bernardo con el cuarto Pedro, se reunieron para una comida familiar en casa de” Mario” “un arros brut”. Esta localidad mallorquina, famosa por su serenidad y belleza, proporcionó el escenario perfecto para una conversación que evocó la rica historia y las tradiciones de Mallorca. Entre risas y recuerdos, los primos revivieron historias del pasado, conectando los hilos de su herencia con la vibrante cultura de la isla. El Recuerdo de Chopin en Valldemossa: El entorno bucólico de Valldemossa, con sus estrechas calles empedradas y exuberante vegetación, no ha cambiado mucho desde que el famoso compositor Frédéric Chopin y la escritora George Sand pasaron un invierno allí en 1838-1839.” Mario” les recordó con entusiasmo cómo la presencia de Chopin en la Cartuja de Valldemossa que dejó una marca imborrable en la historia cultural de la isla. Chopin, que buscaba alivio para su frágil salud, compuso algunas de sus obras más memorables durante su estancia, mientras Sand escribió «Un invierno en Mallorca», una obra que retrata con viveza la vida y costumbres de la isla en aquel entonces.
La Conquista de Mallorca por Jaime I. La conversación pronto giró hacia uno de los eventos más significativos de la historia mallorquina: la conquista de la isla por el rey Jaime I de Aragón en 1229. Los primos recordaron cómo este acontecimiento transformó Mallorca, integrándola en el Reino de Aragón y promoviendo un florecimiento cultural y económico que aún resuena en la actualidad. La conquista no solo supuso la expulsión de los moros, sino también la fundación de Palma de Mallorca como un importante centro comercial y político en el Mediterráneo.
Los Rabassa también reflexionaron sobre las ricas tradiciones y costumbres que definen la identidad mallorquina. Desde las danzas tradicionales como el Ball de Bot hasta la gastronomía única que incluye platos como la sobrasada y la ensaimada, cada aspecto de la cultura local cuenta una historia de herencia y continuidad. La festividad de Sant Joan, con sus hogueras y celebraciones nocturnas, y las romerías a santuarios como Lluc, fueron recordadas con cariño, subrayando el profundo sentido de comunidad y pertenencia que caracteriza a los mallorquines.
La Conexión con Madrid y el Alma Reflejada en Romandre. Uno de los primos, autor de este artículo, que había viajado desde Madrid, añadió una perspectiva única a la conversación. Aunque vivía lejos de Mallorca, mantenía una conexión profunda con su tierra natal a través de las historias y tradiciones transmitidas por su familia. Habló con nostalgia de su hogar, al que llamó «Romandre», un reflejo de su alma. Para él, la esencia de Mallorca, con su rica historia y vibrante cultura, siempre estaría presente en su corazón, sin importar la distancia física.
La comida en casa de “Mario” en Valldemossa no solo fue una oportunidad para disfrutar de buena compañía y deliciosa comida, sino también un viaje a través de los siglos que recordó a los primos Rabassa de la rica herencia de Mallorca. Desde la huella de Chopin hasta la conquista de Jaime I y las perdurables tradiciones locales, la isla de Mallorca sigue siendo un lugar de historia y cultura vibrante, un tesoro mediterráneo que continúa inspirando a sus hijos, estén donde estén.
También se habló de La Primera Vuelta Rotaria a Mallorca: Un Hito Marítimo del Primo Bernardo Rabassa Asenjo , En 1995, el primo Rabassa emprendió una travesía marítima que marcaría un hito en la historia de las navegaciones recreativas en el Mediterráneo: la Primera Vuelta Rotaria a Mallorca. Partiendo desde Jávea, en la Comunidad Valenciana, y con una escala en Ibiza, esta aventura en su barco «Rel» no solo celebró la belleza del mar y la camaradería rotaria, sino que también subrayó la rica tradición náutica de la familia Rabassa. Desde jóvenes, los primos Rabassa compartieron una profunda pasión por el mar. Sus conversaciones sobre el mar y los barcos se convirtieron en el preludio de una serie de travesías que fortalecerían su vínculo con la naturaleza y entre ellos. La decisión de participar en la Vuelta Rotaria a Mallorca surgió como una expresión natural de este amor por la navegación y el deseo de explorar nuevas aguas.
El «Rel», una mallorquina, que se convirtió en símbolo de su espíritu aventurero zarpó de Jávea con destino a Mallorca, haciendo una escala estratégica en la pintoresca isla de Ibiza. Esta primera etapa de la travesía fue una mezcla de preparación técnica y disfrute del entorno mediterráneo. En Ibiza, Bernardo aprovechó para descansar y aprovisionarse antes de enfrentar el tramo final hacia Mallorca.
La llegada a Mallorca no fue solo el cumplimiento de un objetivo geográfico, sino también una celebración de la perseverancia y el trabajo en equipo. La Primera Vuelta Rotaria a la isla fue un evento lleno de camaradería y espíritu rotario, donde los navegantes compartieron experiencias y fortalecieron lazos. La vuelta completa alrededor de la isla permitió apreciar la diversidad de paisajes y la rica herencia cultural de Mallorca desde una perspectiva única, sobre todo navegando a lo largo de la sierra Noroeste de “Tramuntana”
La travesía de 1995 dejó una huella indeleble en la memoria de Bernardo Rabassa Asenjo y en la historia de la navegación recreativa en la región. La Primera Vuelta Rotaria a Mallorca no solo destacó por su componente deportivo, sino también por su espíritu de confraternización y descubrimiento. Demostró que la navegación es más que una actividad recreativa; es una forma de vida que conecta a las personas con la naturaleza y entre sí. La hazaña en la Primera Vuelta Rotaria a Mallorca en 1995 sigue siendo un ejemplo inspirador de lo que se puede lograr con pasión, preparación y espíritu de aventura. Su travesía en el «Rel» no solo celebró la belleza del mar Mediterráneo, sino que también solidificó la rica tradición náutica de la familia, dejando un legado que perdura en las aguas que una vez surcaron.