El deporte se ha convertido hoy en día en un fenómeno social, alcanzando una dimensión de tales proporciones que lo consolida como uno de los elementos de mayor repercusión e interés en todo el mundo. Es, además, marca de identidad de un país, constituyéndose en un instrumento aglutinador y de representación de este. El deporte presenta una oportunidad excelente de fomentar las relaciones externas y promover la imagen de un país o cultura desde un punto de vista positivo y saludable. El deporte, por tanto, no es solo un juego: también influye en cómo se percibe un país más allá de sus fronteras. En una era global como la actual, el deporte se ha convertido en una forma de dibujar la imagen en el exterior de España. Según un informe del Ministerio de Asuntos Exteriores, los temas más recurrentes sobre España en la prensa extranjera tienen que ver con el deporte, concretamente el 41%. Los logros deportivos que ha conseguido España han hecho que más allá de nuestras fronteras se valore y mucho a los deportistas españoles. Según otra encuesta del Ministerio de Exteriores del año 2020, los deportistas eran el cuarto aspecto más valorado de España fuera de ella.
El deporte, por consiguiente, es en estos momentos una forma de dibujar la imagen de España, en uno de los principales signos de identidad y de prestigio internacional. En ese sentido, el primer acontecimiento de deporte que supuso un antes y un después en cuanto a la imagen de España en el exterior fueron los Juegos Olímpicos (JJOO) de Barcelona de 1992, que sirvieron, entre otras cosas, para cambiar la imagen de España en el exterior gracias al deporte: fue un gran escaparate de cómo el país había cambiado desde la Transición, haciendo que tuviera, durante unos años, un enorme reflejo en la vida de otros países, y llevando la imagen de España a un lugar preeminente. En materia deportiva, el esfuerzo realizado por nuestro país en hacer un buen papel en “nuestros” propios Juegos Olímpicos dio frutos en lo meramente deportivo. España obtuvo 13 medallas de oro (hasta entonces, sumábamos un total de cuatro en todos los JJOO), siete de plata y dos de bronce. Todo un éxito y techo hasta nuestros días del éxito de nuestro deporte en unos Juegos Olímpicos.
El hito de Barcelona 92 fue sin duda la piedra angular, iniciada en 1986, con el impulso y la determinación de los gobiernos socialistas, del despegue deportivo de nuestro país. Desde luego, los deportistas son los que logran los triunfos y los que suben al podio, lo que hace que los símbolos de España estén en lo más alto, pero detrás del esfuerzo probado de cada uno de ellos y ellas se esconden años de políticas públicas y millones de euros en inversiones, tanto en instalaciones como en potenciar el desarrollo de los deportistas. Hay, por tanto, un lago proceso de más de veinte años de esas políticas que fueron capaces de orientarse al desarrollo del deporte y la actividad física, promovida por entidades públicas, centros educativos y patrocinios privados. El año 1986 fue un punto de inflexión, que supuso un cambio de mentalidad en lo deportivo, en lo formativo, en lo organizativo. La inversión de más de 20.000 millones de dólares en los Juegos Olímpicos del 92, junto con la puesta en marcha del Plan de becas ADO, los clubes privados y la base social de seguidores y practicantes de deportes, todo ello, junto con el esfuerzo colectivo e individual, no sólo sirvió para alcanzar éxitos deportivos sino, además, para llevar la imagen de Marca España a todos los rincones del mundo, hasta nuestros días.
Tras ponerse los cimientos deportivos en la década de 1980, los sucesivos eventos y triunfos de muchos de nuestros deportistas en convocatorias internacionales son hitos que han dado a España el puesto actual en el deporte internacional que, cómo hemos señalado al principio, es hoy en día un elemento muy importante, esencial, para configurar la imagen que tienen los países en el exterior, constituyendo un indicador de la buena o mala salud de la marca de país. Siendo, por tanto, conscientes de esta importancia, ¿cómo podemos calificar la actuación de nuestro país en los recientemente finalizados Juegos de París, así como la planificación definida y desarrollada desde las instituciones del deporte de nuestro país? Los datos son estos: España ha obtenido 18 medallas, una más que en Río 2016 y Tokio 2020 e igualando las obtenidas en Londres 2012, ocupando la decimoquinta posición en el medallero. Con 393 participantes, 190 hombres y 193 mujeres -un avance-, de los que 150 son de deportes de equipo, lo que, más el añadido por parejas, reduce las posibilidades objetivas de medallas a unas 220, España ha cosechado, además de los 18 metales, 51 diplomas -puestos del cuarto al octavo-, con nueve cuartos puestos. El análisis requiere profundidad. Es cierto que las expectativas, basadas en números reales, hacían pensar que España estaba capacitada para superar con holgura el techo de Barcelona 92. En 2023 se lograron 63 medallas en campeonatos del mundo y de Europa, cuando en vísperas de otros Juegos recientes el número apenas llegaba a los 40. Eso provocó que se pensara en la posibilidad de alcanzar Barcelona, dejándonos cierto sabor agridulce las finalmente 18 medallas conseguidas. Aspirábamos a más, pero no se consiguió (la mala suerte, como en el caso de Carolina Marín, nos privaron de medallas seguras). Sin embargo, no sólo hemos conseguido una medalla más que en Tokio, también se han conseguido más cuartos y quintos puestos, así como diplomas, lo que nos sitúa en una proyección de mejora. Entonces, ¿cabe cuestionarse el modelo de planificación? Habrá oportunistas que, sin datos ni argumentos sólidos, digan que hay que cambiarlo todo, pero con ello no ayudaríamos al deporte de nuestro país.
Tras analizar los resultados de Tokio 2021, se llegó a la conclusión de que el Plan ADO ya no era una herramienta suficientemente eficaz por sí misma para responder a las nuevas necesidades del deporte y dando respuesta a las peticiones formuladas por diferentes estamentos del ámbito deportivo, el Consejo Superior de Deportes (CSD) puso en marcha a partir del año 2022 un nuevo programa, el Team España, para intensificar aún más la preparación olímpica y paralímpica y además potenciar modalidades estratégicas, en la línea de otros proyectos estatales. Este programa se articula en dos líneas: Team España Élite, que apoya a deportistas olímpicos y paralímpicos con aspiraciones al podio en París 2024, y el Team España Estratégico, dirigido a especialidades no olímpicas, pero importantes en la proyección internacional española. Durante el ciclo olímpico, de los 950 millones del presupuesto destinado por el CSD a la preparación de París (cifra récord en nuestro país), se asignaron 51 millones únicamente a este programa, el Team España, canalizadas a través de las federaciones, para cerca de 250 deportista, como por ejemplo Carolina Marín. Este programa, al igual que en su momento pasó con el Plan ADO (se puso en marcha en 1986 para preparar los Juegos de Barcelona 92) es un trabajo que se ha ido madurando y que requiere de tiempo para su alcanzar su pleno desarrollo. Tiene una dimensión cualitativa, que completa otras ayudas, y que tiene que ver con un apoyo integral y singularizado. Sería absurdo descalificar toda la planificación, sin esperar a que se desarrolle completamente el nuevo programa. En París 2024 nos fue bien, mejoramos. Los Ángeles 2028 tienen que ser los Juegos donde veamos los resultados y donde, esperemos, por fin, romper techos. No juguemos con el deporte de nuestro país, haciendo un ejercicio barato de demagogia y oportunismo político, como parecen querer hacer algunos políticos de la derecha. Ya hemos visto que nos jugamos mucho como país, la imagen de la Marca España. Demostremos patriotismo, del de verdad, apoyando al deporte español, no de ese de pulserita, que se exhibe, pero no se practica.