Ser intelectual, es, en cualquiera de las ramas de la cultura un pensador critico que evalúa su entorno, desde el punto de vista de la crítica del pasado y de la proposición de futuro, naturalmente el intelectual está ligado a su tiempo de vida y a su visión cosmológica de su mundo y de su universo, desarrollando una teoría filosófica, mítica y religiosa, del pasado, presente y futuro de España y de la sociedad Española. El origen etimológico de la palabra cosmología es griego, viene de “cosmos” con el significado de orden y “logos”, de tratado, siendo el estudio o tratado sobre el universo, su origen, estructura, leyes que lo rigen, lugar del hombre en el mismo, y destino. Una de las funciones que los intelectuales públicos deben desarrollar es, según Amitai Etzioni, cuidar de las «communities of assumptions» («suposiciones colectivas») que sostienen los ciudadanos. Además de ello, renovar, recrear, rehacer, reconstruir, abrir, imaginar o transformar esas asunciones sociales compartidas que, resistentes al cambio, tienden a rutinizar su existencia en términos de tradiciones establecidas. El intelectual, al abrirse a las interpretaciones alternativas de la realidad, amplía la perspectiva de los ciudadanos y trata de transformar el mundo mediante la palabra
Y la pregunta es ¿Existen intelectuales en Hispano América ahora mismo que entusiasmen al pueblo en castellano, por sus propuestas utópicas?, que aparentemente están contenidas en la democracia de partidos. Lo cierto es que salvo, definiciones de izquierda y derecha, pocos o nadie propone un plan de vida humana bien construido, coherente y potencialmente realizable, si no que, desde el punto de vista de izquierdas o derechas, se preocupan más por la economía, por una vida placentera, donde el Estado sustituya con su protectorado al esfuerzo individual y al mérito y al éxito ya sea económico, ya cultural, mientras se olvidan de filosofías de vida, valores, libertad y mitos educativos, que garanticen la supervivencia de la sociedad española, en solidaridad con un mundo hoy más global que nunca, pues está creciendo la población en proporción casi geométrica y un intelectual debe preguntarse si es posible que haya un futuro armónico, que permita a todos los pueblos de la tierra vivir en paz y con abundancia.
¿Sería posible hoy llenar un teatro como lo hacía Ortega y Gasset con publico enfebrecido? Parece que no, pues la televisión ha sustituido claramente al contacto humano, provocando el cierre de teatros, limitando los actos culturales y difundiendo una subcultura de entretenimiento, individual y egoísta, sin otro debate que el que nos ofrecen las cadenas, de aquellos que se consideran VIPS, normalmente de la prensa rosa, periodistas políticos, que escriben exclusivamente sobre lo que es noticia, que si nos damos un paseo por los distintos medios de prensa, radio o televisión es prácticamente todo lo mismo, sin alternativas intelectuales que tengan gran difusión.
Esa es la primera reflexión de este ensayo, lo lamentable de la cultura que se difunde desde los medios, cuyo objetivo es solamente crematístico, además de depender de un partido o bandería que solo busca que el pensamiento colectivo sea adocenado y que la sociedad la constituyan una inmensa masa de borregos de lo que lo importante son los votos o el mero consumismo, si se trata de empresas comerciales.
El término fue acuñado en Francia durante el llamado affaire Dreyfus (finales del siglo XIX), inicialmente como un calificativo peyorativo que los anti-dreyfusistas usaron contra Emile Zola y los partidarios de que la Republica pensase, con el término “yo acuso”. Termino que podíamos utilizar hoy mismo contra la corrupción que ha traído la Transición, como consecuencia de las Leyes de la Constitución de 1978 en que el poder y el dinero, han ido a una democracia de partidos “La Casta”, que han limitado las libertades individuales, para favorecer subvenciones a la sociedad, que ha pasado de ganarse el pan con su esfuerzo a buscar el “enchufismo” más descarado, remunerando a los partidos con su voto, dada la aceptación de conceptos como son la gratuidad de servicios del Estado, Estudios, Sanidad, protección social etc, que cuando ha habido que recortar porque se acabó la burbuja inmobiliaria y las ayudas europeas, han creado movimientos sociales, anti, como Podemos, o Ciudadanos, siempre en el plano de la socialdemocracia o el marxismo, al fin y al cabo obra de intelectuales del S. XIX como Marx o Engels, ya rancios y fracasados, en sus aplicaciones comunistas.
La historia de la intelectualidad en Hispano América, comienza con los Ilustrados en tiempos de Carlos III como fueron Jovellanos y los diputados de las Cortes de Cádiz de 1812, que dieron como resultado a “La Pepa” visión cosmológica del español y de sus libertades. La constitución establecía la soberanía en la Nación (ya no en el rey), la monarquía constitucional, la separación de poderes, la limitación de los poderes del rey, el sufragio universal masculino indirecto, la libertad de imprenta, la libertad de industria, el derecho de propiedad o la fundamental abolición de los señoríos. En el Siglo XIX y principios de XX En el ámbito hispánico, el papel de los intelectuales fue decisivo en los últimos movimientos independentistas (Martí y Rizal); mientras que en la metrópoli alcanzaba gran influencia el krausismo, la corriente de pensamiento progresista que se sustanció en la Institución Libre de Enseñanza (Giner de los Ríos); frente a la que se articuló la corriente de pensamiento reaccionario de los neocatólicos (Menéndez y Pelayo). Tras el desastre del 98, con gran repercusión pública, se insistió en la reflexión intelectual sobre las causas del fracaso histórico de España y su posible remedio, en lo que ve denominó regeneracionismo (término ambiguo, con el que, junto a los políticos que protagonizaron la crisis de la Restauración, se etiquetan tanto científicos -Cajal- como movilizadores sociales -Costa- y literatos -generación del 98.
La guerra civil española (1936-1939) fue una ocasión señalada. La Alianza de Intelectuales Antifascistas consiguió realizar reuniones internacionales de apoyo en Madrid y Barcelona en julio de 1937, con la presencia de Hemingway, Malraux, Neruda, Vallejo, Octavio Paz, Louis Aragón, etc. Fue muy larga la nómina de los intelectuales o artistas de todos los ámbitos que pasaron por la retaguardia republicana: Errol Flynn, John Dos Passos, Ksawery Pruszyński, Hermann Joseph Muller, George Orwell, etc. Machado -Antonio y Manuel), aunque entre los dos bandos se situó un número significativo, que no se sentía cómodo en ninguno (la denominada Tercera España): significativamente, los tres fundadores de la Agrupación al Servicio de la República (un claro ejemplo del papel de los intelectuales en la vida pública: Ortega, Marañón y Pérez de Ayala), se fueron distanciando del bando republicano, y tras la victoria de Franco procuraron una discreta integración en la vida intelectual del interior. La figura de Ortega, plenamente integrada en la intelectualidad europea, se había hecho notar desde su juventud, por una significativa polémica con Unamuno (sobre «europeizar España o españolizar Europa» -que inventen ellos-), inserta en el más amplio desarrollo del debate intelectual sobre el ser de España.
A finales del XX y comienzos del XXI en ámbito hispanohablante han tenido un fuerte protagonismo «boom latinoamericano» García Márquez, Vargas Llosa, Fuentes, Cabrera Infante, Cortázar, Sábato o Benedetti o españoles como Camilo José Cela, Enrique Krauze, José Luis Sampedro, José Saramago, Agustín García Calvo, Ignacio Ramonet, Fernando Savater y Álvaro Pombo Habrá más, pero son casi desconocidos. Con una fuerte influencia internacional de Francis Fukuyama, Samuel P. Huntington, Günter Grass, Anthony Giddens, Nicholas Negroponte, Hayeck, Karl Popper.
En resumen, los Intelectuales Hispanohablantes; Como Legado Cultural desde 1900 hasta hoy.
La historia de los intelectuales hispanohablantes desde 1900 hasta 2024 es un relato vibrante y complejo que refleja las transformaciones políticas, sociales y culturales de los países de habla hispana. Este periodo abarca más de un siglo de ideas, debates y creaciones que han moldeado no solo a las sociedades de América Latina y España, sino también al pensamiento global.
La Época de las Vanguardias (1900-1950). A principios del siglo XX, el mundo hispano vivió una efervescencia cultural marcada por las vanguardias artísticas y literarias. En España, figuras como Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset fueron fundamentales en la reflexión sobre la identidad española y la crisis del siglo. Ortega y Gasset, con su obra «La rebelión de las masas» (1929), planteó una crítica profunda sobre la sociedad de masas que anticipó muchos de los desafíos del siglo XX.
En América Latina, José Martí en Cuba, y Rubén Darío en Nicaragua, se destacaron como precursores del modernismo, un movimiento literario que renovó la poesía y la prosa en el mundo hispano. Martí, además de ser un poeta y ensayista brillante, fue un líder en la lucha por la independencia de Cuba, mientras que Darío, con su obra «Azul» (1888), se convirtió en una figura central en la renovación poética de la lengua española.
El Boom Latinoamericano y el Compromiso Político (1950-1980). El periodo de 1950 a 1980 estuvo marcado por el auge del «Boom Latinoamericano», un fenómeno literario que dio a conocer al mundo a una generación de escritores comprometidos con la realidad social y política de América Latina. Gabriel García Márquez, con «Cien años de soledad» (1967), no solo inmortalizó el realismo mágico, sino que también se convirtió en una voz influyente en las discusiones políticas del continente.
Otros escritores del Boom, como Mario Vargas Llosa de Perú. amigo liberal en los 2020, Julio Cortázar de Argentina, y Carlos Fuentes de México, exploraron temas como el poder, la libertad y la identidad en sus obras. Vargas Llosa, además, tuvo una destacada carrera política y fue un crítico vehemente de los regímenes autoritarios en América Latina.
Simultáneamente, en España, Antonio Buero Vallejo, amigo mío en los 60 y Camilo José Cela lidiaron con las secuelas de la Guerra Civil y la dictadura franquista. La literatura española de esta época fue un espacio de resistencia y reflexión sobre la represión y la censura.
La Globalización y la Diversidad Cultural (1980-2024). Con la llegada de la globalización, los intelectuales hispanohablantes enfrentaron nuevos desafíos y oportunidades. La diáspora y la migración se convirtieron en temas centrales en las obras de escritores como Isabel Allende y Junot Díaz, quienes exploraron las complejidades de la identidad en un mundo cada vez más interconectado.
En el ámbito académico, pensadores como Néstor García Canclini en México y Beatriz Sarlo en Argentina, han reflexionado sobre la cultura en la era de la globalización, abordando temas como la hibridación cultural y el consumo de masas.
Además, el final del siglo XX y el inicio del XXI han visto la emergencia de una nueva generación de intelectuales que utilizan las redes sociales y las plataformas digitales para influir en el debate público. Figuras como Santiago Roncagliolo en Perú, Jorge Volpi en México, y Samantha Schweblin en Argentina, han combinado su labor literaria con la participación en discusiones sobre derechos humanos, democracia y cambio climático.
El Futuro del Intelectual Hispanohablante. En 2024, el rol del intelectual hispanohablante sigue siendo crucial en un mundo en constante cambio. La defensa de los derechos humanos, la lucha contra la desigualdad y el compromiso con la democracia son temas que continúan siendo centrales en el trabajo de los pensadores contemporáneos.
Además, la preservación y promoción de las culturas indígenas y afrodescendientes ha ganado una relevancia inédita en el siglo XXI. Intelectuales como María Galindo en Bolivia, con su activismo feminista y anticolonial, y Yásnaya Elena Aguilar en México, con su defensa de las lenguas indígenas, representan esta nueva ola de pensamiento crítico que busca redefinir las bases de la sociedad. En España Gabriel Albiac, Gustavo Bueno. Miguel Ángel Quintana Paz, José Antonio Marina y Camilo José Cela Conde también amigos. Antonio Escohotado, Agapito Maestre Sánchez, Josep-Ignasi Saranyana amigo de juventud y tantos otros menos conocidos.
La influencia de los intelectuales hispanohablantes trasciende fronteras, y su legado es un testimonio de la riqueza cultural e intelectual del mundo hispano. Desde las vanguardias hasta la era digital, estos pensadores han jugado un papel fundamental en la construcción de una identidad colectiva que, a pesar de los desafíos, sigue siendo vibrante y diversa.
POR QUÉ EL ESPAÑOL VOTA A MAMARRACHOS. La deriva mamarrachil de España.
#Por_la_desmamarrachización_de_España
España está mamarrachizada.
¿Quién la desmamarrachizará?
El desmamarrachizador que la desmamarrachizare
buen desmamarrachizador fuere.
«Cum animus iocandi»