jueves, noviembre 21, 2024
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Escrivá y la independencia del Banco de España

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Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar Diputado Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid. Presidente de la Comisión de Presupuestos y Hacienda

La designación por parte del Gobierno de José Luís Escrivá como gobernador del Banco de España ha suscitado aceradas críticas desde la derecha política y mediática por tratarse de un salto directo desde el Consejo de Ministros hasta el organismo regulador. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha expresado su rechazo a la designación del ministro, argumentando que su salto de la política compromete la credibilidad del organismo. Por su parte, Miguel Tellado, portavoz del grupo parlamentario de los populares en el Congreso, reiteró que su partido no se sentaría a negociar el nombre de la subgobernadora, como es habitual en la renovación de los cargos del Banco de España, donde el nombre de la persona que ostenta el segundo escalón en la jerarquía es propuesto por la oposición. El PP se ha negado en redondo desde el primer momento en aceptar el nombre de Escrivá, no por falta de cualificación técnica, sino por la “conveniencia política” de que un ministro en activo dé el salto al banco central, y por tanto, se han retirado de las negociaciones para participar en el nombramiento de la subgobernadora, entendiendo equivocadamente que tenían la capacidad de vetar algo que legítimamente le corresponde al Gobierno. Un Gobierno que, por otro lado, tiene el deber de asegurar la normalidad operativa de la institución, por lo que tiene que seguir adelante con la renovación al finalizar el mandato de la cúpula de la institución.

Desde el Partido Popular hablan de una invasión del regulador, de una colonización de la institución por parte del Gobierno, obviando que la auténtica colonización de las instituciones que hemos vivido en España ha sido el bloqueo durante cinco largos años del Consejo General del Poder Judicial. Eso sí que ha sido una colonización en toda regla: tienes un mandato legislativo democrático para proponer una serie de nombres que constituyan el gobierno de los jueces y cómo no te va bien en las elecciones, decides bloquear sine die la renovación de la institución para mantener de manera artificial una mayoría afín, que no se corresponde con la correlación de fuerzas del Parlamento, a la espera de conseguir un mejor resultado electoral en unas futuras nuevas elecciones. Lo que no podemos hacer es pretender que se fijen criterios distintos en función de quienes son quienes hacen las cosas. No puede haber un rasero para medir los actos de la derecha y otro para medir los actos de la izquierda. Es bastante injusto hablar de colonización cuando lo que el Gobierno está haciendo es cumplir con todos los protocolos. Recordemos que la Ley de Autonomía del Banco de España establece que el cargo de gobernador lo designa el Rey a propuesta del presidente del Gobierno, entre quienes sean españoles y tengan reconocida competencia en asuntos monetarios o bancarios. Así mismo, se establece que será el ministro de Economía el que, con carácter previo al nombramiento, comparecerá en la Comisión competente para informar sobre el candidato propuesto. Por tanto, queda claro que le corresponde al presidente del Gobierno proponer al Rey el nombramiento de la persona que asume las funciones de gobernador del Banco de España, sin encomendarse a nadie.

Conviene aclarar que el Banco de España no es un ente fiscalizador del Gobierno, sino un organismo regulador de la banca española y una parte clave en la coordinación de la política monetaria europea. Por tanto, no es un contrapoder del Gobierno, así que, en el momento en el que empezamos a elaborar constructos sobre esas falsas premisas, todo se empieza a sesgar y contaminar. En su propia ley, está establecido que tiene que asesorar al Gobierno. Por supuesto que debe ser independiente y autónomo, pero no se puede confundir, como hace el PP, independencia con la aspiración de que las instituciones hagan una oposición permanente al Gobierno, porque desde ese momento, con esas declaraciones, lo que se está haciendo es meter presión política al Banco de España, tratando precisamente de socavar su independencia. También es preciso subrayar que la independencia del Banco de España ni está en juego ni lo ha estado. Sería muy delicado que esta característica de tan importante institución dependa de quién encabece su cúpula, siendo un evidente elemento de excesiva simplificación que conlleva una interpretación errónea de lo que supone y cómo se consigue la independencia en una institución. La independencia del Banco de España está garantizada en el marco regulatorio con una ley que tiene 30 años y ha conseguido garantizar la misma, tal y como lo demuestran todos los rankings en los que se compara con distintos bancos, estando nuestro organismo en lo más alto. 

Desde el Gobierno se argumenta que José Luís Escrivá es el mejor perfil. Cumple con los requisitos técnicos y la cualificación que merece un puesto como el de Gobernador. No cabe duda de los elementos que justifican su idoneidad. Más allá del ruido político, acompañado de la habitual sobreactuación de la oposición, la capacitación de Escrivá es un hecho poco discutido. Lo demuestra su recorrido en el propio Banco de España, el Banco Central Europeo (BCE), el Banco Internacional de Pagos, el servicio de estudios del BBVA o la Autoridad Fiscal Independiente (AIRef), a la que fue promovido por un Gobierno de distinto signo, el de Mariano Rajoy. No estamos, sin embargo, ante un debate sobre la competencia de un economista contrastado, sino ante un nombramiento realizado por un Gobierno, esto es, ante una decisión no solo técnica sino también política. El problema de fondo es considerar que la pertenencia o el paso por el gobierno es una mancha en el currículum para posteriores posiciones, mientras lo cierto es que, haber pasado por la política durante seis años ha de ser un activo y no un pasivo y sin duda le ayudará al Escrivá a hacer mejor su trabajo, especialmente la defensa de los intereses de España en Europa.

El nombramiento de un ministro como Escrivá como gobernador no es una anomalía en Europa. Saltar del Consejo de Ministros al Banco Central no es una práctica excepcional en la eurozona. Tenemos y tendremos varios ejemplos. Ya ocurrió así con el ministro portugués Mario Centeno y más recientemente se producirá con el austriaco Martin Kocher. De hecho, con Escrivá, una tercera parte de los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), que integra a los gobernadores de cada banco central de cada país del euro y el Comité Ejecutivo del organismo, cuenta con pasado en sus ejecutivos correspondientes. A De Guindos y Lagarde, se unen los gobernadores de los bancos centrales de Grecia (Yannis Stournaras), Malta (Edward Scicluna), Portugal (Mário Centeno), Eslovaquia (Peter Kažimír) y Finlandia (Olli Rehn), así como próximamente los citados de Austria y España. Nuevamente la hipocresía del Partido Popular queda patente, contradiciendo la práctica que antes frecuentó sin escrúpulos: los mismos que ahora critican el nombramiento de Escrivá son los que en su momento propusieron a Luis de Guindos, el ministro de Economía de Mariano Rajoy, para que saltara directamente del ministerio a la vicepresidencia del BCE. Son también los mismos que en las recientes elecciones europeas del 9 de junio incluyeron en el quinto puesto de su lista a Fernando Navarrete, jefe de gabinete del por aquel entonces aún gobernador, Pablo Hernández de Cos. 

Escrivá, un profesional con una trayectoria impecable y una profunda comprensión del sistema financiero español, no llega a un sitio desconocido. Empezó su carrera como técnico en el Banco de España y llegó a ser subdirector del departamento de estudios monetarios y financieros y jefe de la unidad de investigación monetaria de la institución. Regresa a la «casa» donde comenzó su carrera profesional, llevando consigo un bagaje de experiencia invaluable adquirido a lo largo de los años en distintos roles de liderazgo. Su profundo conocimiento de la economía española, sumada a su experiencia en la gestión de la política económica y la regulación financiera, convierten a Escrivá en una figura idónea para liderar el Banco de España. Su compromiso con la responsabilidad y su capacidad para integrar la innovación en la gestión económica serán cruciales para afrontar los desafíos que se presentan en el futuro. Estamos ante alguien que ha sido capaz de liderar con éxito reformas que parecían imposibles en Europa como la de las pensiones (una reforma, por cierto, muy progresista). Así que, sin duda, nadie mejor que un perfil como el de Escrivá, una persona con prestigio suficiente y capacidad acreditada, para defender con eficacia las posiciones e intereses de España en los foros internacionales donde se deciden cuestiones tan importantes para todos nosotros como son, por ejemplo, los tipos de interés de las hipotecas.

El relevo en la cúpula coincide con la culminación del primer Plan Estratégico que la institución puso en marcha allá por 2020, un vencimiento que no solo obliga a una evaluación global de sus niveles de cumplimiento, sino también a desarrollar una nueva hoja de ruta para los próximos ejercicios que, entre otras cosas, redefina la gobernanza del Banco. El nuevo gobernador se enfrentará al desafío de liderar en un entorno de creciente desconfianza por parte de una parte significativa de la clase política y de la opinión publicada. Una de sus primeras tareas será reforzar los protocolos de independencia del organismo, para tratar de mitigar las preocupaciones que su nombramiento ha generado. El banco tendrá que analizar aquellas políticas, actuaciones o medidas del Gobierno en materia económica, al igual que otros organismos como la Autoridad Fiscal. Que estas evaluaciones sean transparentes, rigurosas y que los datos y supuestos empleados estén disponibles para que sean verificables, como sucede ahora, es lo que asegurará que efectivamente se mantenga el componente de autonomía y de independencia del banco. Todo lo demás que estamos escuchando estos días no es sino, una vez más, el psicodrama al que nos tiene acostumbrados el PP, instalado en su estrategia de tierra quemada del todo vale con tal de erosionar al Gobierno, aunque con ello se lleven por delante los intereses de nuestro país. Y luego hablarán de patriotismo. 

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