La pasada semana se celebró en la Asamblea de Madrid el Debate del Estado de Región. Su nombre oficial es el de Debate de Orientación de Política General del Consejo del Gobierno y se celebra con carácter anual. Se trata, junto con la Ley de Presupuestos, de uno de los debates más importantes que se celebran en el parlamento autonómico, en el que se analiza y discute la situación en la que se encuentra la Comunidad de Madrid y se trata de establecer un diagnóstico, más o menos compartido, de la región. Sin embargo, una vez más, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, perdió la oportunidad de hablar de Madrid, de lo que ocupa y preocupa a los madrileños y madrileñas. Con el pretexto de defender los intereses de la Comunidad Autónoma, la presidenta madrileña fue desgranando un discurso de marcado perfil nacional, buscando en todo momento el choque frontal con el Gobierno de España y erigiéndose en el máximo exponente del sector más duro e intransigente del PP.
Un discurso vacío, lleno de inexactitudes cuando no falsedades, y de graves acusaciones sin fundamento, destilando en todo momento un rancio y trasnochado centralismo, más propio de otros tiempos, junto con un supremacismo regionalista que alejan a Madrid del resto de España con expresiones y comentarios que denotan inequívocamente un sentimiento de pretendida superioridad de nuestra región respecto de las demás. Madrid no existió para la presidenta regional. Poco o nada dijo sobre sanidad, educación, servicios sociales, cultura, vivienda, autónomos, comercio o medio ambiente, por poner algunos ejemplos, políticas todas ellas sobre las que la Comunidad de Madrid tiene competencias muy importantes. Pero en el Madrid de Ayuso, en ese otro Madrid, se habla de Venezuela, de inmigrantes buenos y malos, de independentismo y de comunismo. En ese otro Madrid que trata de dibujar cada día la presidenta regional no hay cabida para ese millón de madrileños que engrosan las listas de espera sanitaria, ni para los cientos de miles de jóvenes que no pueden acceder a una vivienda. Apenas se permitió la presidenta, de manera deslavazada, hacer algunas propuestas para nuestra región en forma de anuncios, algunos de ellos ya anunciados e incumplidos con anterioridad. Para Ayuso lo único que importa es establecer nítidamente su relato de confrontación total con el presidente Pedro Sánchez y tratar de erigirse en el imaginario de una parte de la población en una suerte de dique de contención frente a los “desmanes” del “malvado” Sánchez y su gobierno de “desalmados”, utilizando para ello un discurso profundamente irresponsable, trumpista y negacionista.
Frente a esta ausencia de diagnóstico de la Comunidad de Madrid por parte de la presidenta regional, la oposición de izquierdas trató de poner al descubierto las mentiras del gobierno regional al tiempo que hacía propuestas, realizando una enmienda a la totalidad de la gestión del Ejecutivo mediante la denuncia de los errores y abusos cometidos. Se habló del caso que afecta a la pareja de la presidenta; de la investigación a la número tres del PP regional, Ana Millán; de la condena al exvicepresidente Alfredo Prada por el proyecto de la Ciudad de la Justicia; o de la falta de transparencia del Ejecutivo regional. Buena parte de la intervención de la portavoz de Mas Madrid, Manuela Bergerot, se centró precisamente en la denuncia de estos casos. El portavoz socialista, Juan Lobato, aunque también se refirió a ello, trató de contrarrestar el discurso victimista de Ayuso frente al Gobierno de España, repasando las medidas impulsadas por este y que han favorecido a los madrileños y madrileñas. El socialista resaltó cómo la región ha recibido de los fondos europeos 8.806 millones, de los que 1.284 van a educación y sanidad. También recordó cómo tres de cada cuatro euros que se destina a vivienda en Madrid provienen del Gobierno de España, o como de toda la tecnología de los hospitales madrileños, el 70% la paga el Gobierno de España. El líder del PSOE en Madrid acusó de mentir a la presidenta regional con relación al dinero aportado para dependencia, que aseguró que el Gobierno español no había cumplido. “783 millones ha puesto el Gobierno de España en 2024 para dependencia. A Madrid en 2023 le correspondieron 99 millones y 102 en 2024 y vamos a llegar a un nuevo récord en el próximo año”. Lobato reclamó a Ayuso que dejara de utilizar la migración como arma política, incitando discursos racistas, y le recriminó su actitud desleal e incendiaria en relación con la situación política de Venezuela, en contra de la posición de la Unión Europea. Sobre los anuncios de la presidenta regional, el portavoz socialista censuró el parque que se pretende construir sobre la zona 0 afectada por la línea 7B de Metro en San Fernando, recordando las viviendas derribadas y la falta de soluciones para el problema. Así mismo, señaló que de las 25.000 viviendas prometidas para el Plan Vive, en cinco años sólo se han hecho 500, y recordó los 30 centros de salud que llevan prometidos hace 20 años.
En la parte propositiva del debate, las propuestas de resolución, no hubo muchas sorpresas en cuanto a las medidas presentadas por los diferentes grupos. El PP centró sus medidas en financiación autonómica (eso sí, sin proponer ningún modelo), inmigración, seguridad ciudadana, transportes, y, cómo no, Venezuela. Por su parte Vox repitió sus famosos mantras, esto es, inmigración irregular, reducción de gasto público “superfluo” y una nueva bajada de impuestos. Más Madrid focalizó sus propuestas en atención primaria, vivienda, un plan de apoyo a la formación profesional, medidas en la mejora de las residencias y en un pacto contra la corrupción. El Grupo Socialista se centró en una apuesta sin fisuras por la educación pública, en aportar soluciones al caos en la sanidad madrileña, acciones para el impulso a las políticas que resuelvan el problema del precio de vivienda y en propuestas sobre transparencia y contratación ética y transparente. Ni que decir tiene que las únicas que salieron adelante fueron las del Grupo Popular.
Como resumen final del debate se puede concluir que no hubo sorpresas. Cada uno estuvo en su papel, o al menos, en el que se esperaba. La presidenta Ayuso ejerció de ariete contra el Gobierno de España, olvidándose una vez más que gobierna Madrid, quizás traicionada por su subconsciente. Como bien señaló Juan Lobato, el principal legado que dejará Ayuso a Madrid será su odio al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Vox siguió agitando el miedo, el negacionismo y la intransigencia como ejes de su discurso. La propagación del odio sin ningún escrúpulo. Más Madrid ejerció de ruidosa oposición con su nueva portavoz, recordándonos que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor (el vacío de Mónica García sigue sin rellenarse). Por último, el PSOE puso de manifiesto que es el partido que gobierna España y el único capaz de ser una alternativa sólida y eficaz a la derecha en la comunidad para acabar con la falsa realidad que cada día trata de vendernos Ayuso y su Ejecutivo, devolviéndonos al verdadero Madrid, ese Madrid abierto y tolerante en el que todos tenemos cabida.