jueves, noviembre 21, 2024
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Historias de mi vida liberal: los valores amistad y ética en clubs y asociaciones de la Sociedad Civil

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Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa
Librepensador. Maestro Nacional. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras y Diplomado en Psicología Industrial por la Universidad Complutense de Madrid.

La Ética en la Amistad: Reflexiones desde la Filosofía y la Sociedad Civil: Hasta hace poco, tenía la certeza de que la amistad debía regirse por principios éticos bien definidos. Estos principios no solo guían nuestras acciones y decisiones cotidianas, sino que son también fundamentales para construir relaciones auténticas y duraderas. Mis normas, que he procurado aplicar en cada interacción, son:

  1. ¿Es la verdad?
  2. ¿Es equitativo para todos los interesados?
  3. ¿Creará buena voluntad y mejores amistades?
  4. ¿Será beneficioso para todos los interesados?

Este enfoque no es casual ni tampoco únicamente fruto de mis propias reflexiones. Se inspira en la filosofía clásica y ha sido posteriormente adaptado por Rotary International, una organización que promueve el servicio y la integridad a nivel global, de la cual formo parte desde 1977.

La ética socrática como pilar de la amistad. Los principios antes mencionados encuentran su origen en la figura de Sócrates, el filósofo ateniense que sentó las bases de la ética y la reflexión moral. Sócrates insistía en que la búsqueda de la verdad debía ser el objetivo último de toda relación humana. Para él, la honestidad y la transparencia eran elementos esenciales para el desarrollo de una vida virtuosa. Este pensamiento se vincula estrechamente con la primera pregunta: «¿Es la verdad?», que implica que toda acción o palabra debe basarse en una profunda sinceridad.

Sócrates también creía en la justicia y la equidad como valores supremos. La segunda pregunta, “¿Es equitativo para todos los interesados?”, busca garantizar que todas las partes involucradas en una relación o situación reciban un trato justo, sin favoritismos ni parcialidades. De esta manera, se promueve un entorno de respeto mutuo y armonía, eliminando así cualquier posibilidad de resentimiento o conflicto.

Rotary International y su influencia en la sociedad civil. Estos principios fueron adaptados y formalizados por Rotary International en su «Prueba Cuádruple», un código de ética y conducta diseñado para guiar a sus miembros en la toma de decisiones. Adoptada en 1932, la Prueba Cuádruple ha sido un faro de orientación ética, no solo en las interacciones entre rotarios, sino también en sus relaciones con la sociedad en general. La tercera y cuarta preguntas, “¿Creará buena voluntad y mejores amistades?” y “¿Será beneficioso para todos los interesados?”, se alinean con la misión de Rotary de promover la comprensión, la cooperación y el bienestar comunitario.

Como liberal y creyente en la fuerza de la sociedad civil, considero que estos valores son indispensables para la cohesión social. Si cada uno de nosotros aplicara estas normas en nuestras relaciones diarias, la convivencia sería mucho más armónica. Una sociedad donde prima la verdad, la equidad, la buena voluntad y el beneficio común sería un espacio donde las diferencias se respetan y las alianzas se forjan con base en la confianza mutua.

Dios y los renglones torcidos. Aunque nuestras intenciones puedan ser puras y nuestros principios sólidos, a veces la vida parece seguir un curso errático e impredecible. Existe un dicho que reza: “Dios escribe recto con renglones torcidos”. Esto nos recuerda que, a pesar de que actuemos con integridad y coherencia ética, no siempre podremos prever o controlar el resultado de nuestras acciones. Sin embargo, la adherencia a estos principios nos brinda la tranquilidad de saber que hemos actuado conforme a lo que creemos correcto, fortaleciendo nuestra propia integridad y las relaciones que construimos.

En conclusión: La amistad, la ética y el compromiso personal. La amistad no es simplemente una conexión casual entre individuos, sino un compromiso profundo basado en la ética, la verdad y la equidad. Al aplicar estos principios de forma consciente, no solo mejoramos nuestras relaciones interpersonales, sino que contribuimos a la creación de una sociedad más justa y cohesionada. Rotary International, con su Prueba Cuádruple, nos recuerda que la ética no se limita al ámbito profesional o social, sino que se extiende también a la esfera personal, impactando cada aspecto de nuestras vidas.

Al reflexionar sobre estos principios y su relevancia en el contexto actual, reafirmo mi convicción de que la amistad verdadera es aquella que se guía por un sentido de justicia y bondad, incluso cuando el camino pueda parecer torcido o incierto. Al fin y al cabo, es en esas pruebas donde se forjan los lazos más sólidos y significativos.

   Bueno pues acabo de descubrir, a mis casi 84 años, que algunas de las amistades y consocios que juzgaba se comportarían así, no solo no lo han hecho, sino que despreciando la buena voluntad. En primer lugar, he sido agredido física y moralmente, por alguien a quien juzgaba mi amigo, que no contento con esto, aprovechándose de la increíble posibilidad de poder poner una denuncia penal, sin tener que demostrar nada al juzgado, he resultado investigado por apropiación indebida, debiendo declarar ante una juez por primera vez en mi vida, sin que supiera porqué, puesto que no me había apropiado de nada en concreto, ni figuraba en la denuncia. En segundo lugar, y esta vez en el club Náutico de Javea, fui desposeído de mis derechos consuetudinarios, de tener más de veinte años amarrado mi barco en un amarre del que ha sido desplazado a otro lugar por la decisión unilateral de un comodoro sin siquiera pedirme opinión. En tercero habiendo alquilado unas oficinas de mi propiedad, el inquilino dejó de pagar en 2023, teniendo que recurrir a los tribunales de justicia, con lo que perdí un año entero de alquileres y el sinvergüenza del okupa, hubo que sacarlo con la policía y los procuradores del juzgado, obligándome si quería recuperarlo a contratar  de nuevo a abogado y procuradores, ante la posibilidad de insolvencia

     Naturalmente, respecto al primero, mi primera crítica va contra nuestro ordenamiento jurídico, pues cualquiera puede denunciar a quienquiera sin necesidad de demostrar nada, obligándote eso si a pagar abogado y procurador, además de tener que acudir a una Sala de Vistas. Algo no funciona bien en la Justicia española cuando esto puede tener lugar, sin que ni sea admitida a trámite un tal despropósito, como ocurriría en otro país civilizado como por ejemplo los USA

     Respecto al segundo debo ser yo el denunciante de apropiación indebida y falta de educación y de respeto a mis derechos de tantos años, para lo que he acudido a denunciarlo ante nuestra meritoria Guardia Civil. El tercero me obligaba a incurrir en nuevos gastos. 

    Mi segunda critica, es hacia la Ética, de quien se aprovecha de las circunstancias, para agredir a alguien que se consideraba un amigo o quitar sus derechos a un consocio de más de 35 años o a un propietario por un inquilino sinvergüenza. Me temo que la amistad y el respeto a la palabra dada o un contrato es en sí misma una falsedad ilusoria, propia de ingenuos como yo, a los que no les cabe en la cabeza tamaña barbaridad y las asociaciones y clubs a los que pertenezco, donde no se respetan la ética ni se la hacen respetar, a sus socios y miembros. Tengo más ejemplos pero alargaría el planteamiento del concepto

Desde tiempos inmemoriales, la naturaleza del ser humano ha sido objeto de discusión entre filósofos, sociólogos y psicólogos. Una de las afirmaciones más controversiales proviene de Thomas Hobbes, quien dijo que «el hombre es un lobo para el hombre», describiendo así su perspectiva pesimista de la naturaleza humana, marcada por la competencia, la agresión y el egoísmo. Esta visión se fundamenta en la idea de que el individuo, al encontrarse en un estado natural, lucha por sobrevivir y satisfacer sus deseos, aun si esto implica perjudicar a otros.

En contraposición a Hobbes, Jean-Jacques Rousseau sostenía que el hombre nacía bueno, pero era la sociedad la que lo corrompía. Para Rousseau, en su estado primitivo, el ser humano era bondadoso, pacífico y compasivo; sin embargo, las estructuras sociales y la propiedad privada lo llevaron a la decadencia moral. La lucha entre ambas doctrinas se convierte, entonces, en una batalla conceptual que se refleja en las ideologías políticas y económicas que han moldeado la historia de la humanidad.

Esta dicotomía filosófica se ve exacerbada cuando incorporamos la visión de Sigmund Freud, quien describe al ser humano como una criatura gobernada por pulsiones primarias: el instinto sexual (que podría traducirse en la búsqueda de satisfacción o placer) y el instinto de autoconservación (ligado a la agresión y la protección de lo propio). Freud consideraba que estas pulsiones, aunque reprimidas por las normas sociales, estaban siempre latentes y eran responsables de la conflictividad entre los individuos. En este sentido, la famosa expresión francesa «cherchez la femme» (busca a la mujer) hace referencia al motor inconsciente de muchos comportamientos humanos que encuentran su raíz en el deseo sexual y la necesidad de posesión.

El conflicto entre la naturaleza humana y las estructuras sociales propuestas por Rousseau, Hobbes y Freud se manifiesta de manera tangible en el sistema económico y político. Karl Marx, influenciado por las desigualdades observadas en el capitalismo industrial de su época, propuso el socialismo como una alternativa que subsanaría las injusticias inherentes a un sistema competitivo. Sin embargo, la implementación práctica de esta doctrina, que abogaba por la eliminación de la propiedad privada y la intervención estatal para garantizar la igualdad de condiciones, encontró obstáculos en la misma naturaleza humana que pretendía regular.

El capitalismo y el socialismo representan dos respuestas opuestas a la pregunta de cómo organizar la sociedad para equilibrar la búsqueda de bienestar individual y el bien común. Mientras que el capitalismo se centra en la competencia y la recompensa al esfuerzo individual, el socialismo busca redistribuir los recursos y oportunidades para asegurar una equidad que se considera, en principio, más justa. No obstante, el “subvencionalismo” propuesto por el socialismo en algunas de sus variantes, es decir, la dependencia del Estado para compensar las desigualdades puede chocar con la naturaleza humana descrita por Freud, en la cual el esfuerzo personal, la lucha y la superación son pilares de la realización individual.

A la luz de esta perspectiva, el error del socialismo podría radicar en subestimar la tendencia humana a buscar más allá de lo meramente otorgado. Un ser humano que obtiene sin necesidad de esfuerzo puede volverse apático y dependiente, lo cual, en última instancia, podría minar el progreso de la sociedad en su conjunto. Por otro lado, el capitalismo, al no atender las desigualdades que genera, tiende a fomentar la competitividad excesiva y la agresión por el deseo de posesión, tal como indicaba Freud. De esta manera, se perpetúan las conductas agresivas que Hobbes identificaba en su visión de la naturaleza humana.

En conclusión, la humanidad se encuentra atrapada en un dilema entre dos visiones opuestas de su propia esencia. La experiencia histórica sugiere que la verdadera naturaleza del ser humano es una mezcla compleja de egoísmo y altruismo, de agresión y cooperación, de deseo y renuncia. Ninguna doctrina política, filosófica o económica ha logrado, hasta ahora, captar plenamente esta dualidad y, por ende, proporcionar una solución definitiva a las tensiones que surgen entre individuo y sociedad.

La lección que podemos extraer es que cualquier sistema que aspire a ser verdaderamente justo debe reconocer que el hombre es capaz de los más altos actos de bondad y de los más bajos depravaciones. Las estructuras sociales deben entonces construir un marco que, lejos de reprimir estas pulsiones, las canalice de manera que promuevan el bien común sin anular el espíritu competitivo y emprendedor que caracteriza a la especie humana.

  ¿Serían capaces de substituir la amistad y la benevolencia a la lucha por el egoísmo de nuestros congéneres? La verdad es que creo que no. ¿Será capaz la Ética de hacer algo idéntico? Pues tampoco. 

     Otra base freudiana es el Superyó, el Ego, y el Ello, disimulados dentro de un  tempano, cuya profundidad y tamaño es por los menos tres veces superior en la parte sumergida, pues bien esta es la que domina el mundo moderno, solo corregible a través de la Educación en los valores, en el mérito, en el respeto a los demás, y en la Ética como norte de toda nuestra actuación humana. La verdad es que en España, todo esto se ha olvidado y así tenemos una sociedad hortera y egoísta, capaz de creerse y comerse todas las mentiras de los políticos, y así nos ha ido en las dos últimas elecciones. Con resultados que avergonzarían a cualquier país civilizado.

¿Es acaso el regreso a la Selva ecológica que algunos dementes se fijan como objetivo? No diría eso, pero sí que estamos en una civilización urbana, donde no se conoce ni al vecino. Alguien pensará que mi última experiencia personal me puede llevar a una visión depresiva de la Amistad y del Honor. Y debo decir que hace ya muchos años que me habían destetado, lo que pasa es que sigo creyendo que todo el mundo es bueno y pico una y otra vez como cualquier pez a la carnaza.

       He de decir de todas formas que prefiero ser así, pues todos los días tengo que mirarme al espejo para afeitarme y no podría aceptar ver a alguien que no respetara la Ética y el Honor, ante todo. No me importa perjudicarme, mientras en mi fuero interno sigan anidando los valores que heredé de mis padres, así como de mi patria España, por cuya bandera tantos dieron incluso la vida, lo que me reconcilia con la gran mayoría de nuestros ciudadanos, que, si siguen creyendo en que somos un gran País, con una historia ejemplar, por mucho que hay habido traidores, ladrones y corruptos. Creo sinceramente que basta con esperar para ver como dice la frase “el cadáver de tu enemigo pasar”. Al menos está empezando a ocurrir desde que la Justicia se ha puesto las pilas, aunque esté necesitada de una modernización y medios de los que desgraciadamente no dispone , ahora solo le falta emanciparse del poder ejecutivo y del legislativo, y siga así los pasos de nuestro admirado Montesquieu. Seguro que mañana será mejor que hoy, y aunque el futuro nos desafíe la Verdad acabara triunfando y se me devolverán mis derechos y el respeto ante los daños morales y económicos, que he desgraciadamente he sufrido y estoy sufriendo. Debo decir que confío en la Justicia, que acabará imponiendo la Ética y la Moral a quienes las contravienen.

Esto está siendo desviado por La Agenda 2030 o 20-45: ¿Un Camino Hacia el Progreso o Hacia la Pérdida de Libertades?

La Agenda 2030 o 20-45 ahora, impulsada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha suscitado intensos debates en todo el mundo. Aunque sus defensores la presentan como una hoja de ruta hacia un desarrollo sostenible y la solución a los desafíos globales, nosotros los detractores la consideramos una amenaza a la libertad individual y una puerta abierta a la instauración de regímenes burocráticos que pueden reducir los derechos ciudadanos.

En los últimos años, se ha hablado incluso de extender esta agenda hasta el 2045, promoviendo una serie de cambios sociales y económicos bajo el lema del progreso. Sin embargo, detrás de estas buenas intenciones, algunos analistas observan un enfoque globalista que olvida la importancia de la libertad como motor del crecimiento y la prosperidad.

De la Solidaridad a la Coacción: ¿Dónde Está el Límite? El concepto de desarrollo sostenible se basa en la premisa de que el crecimiento económico debe ir de la mano con la protección ambiental y el bienestar social. Sin embargo, cuando estas metas se traducen en políticas concretas, surge la preocupación de que se desvíen hacia el conductismo social. En lugar de fomentar la solidaridad voluntaria y el respeto a la diversidad de ideas, algunos tememos que estas políticas impongan una visión homogénea de lo que significa «bienestar», estableciendo normas que limitan la autonomía de las naciones y de los individuos.

Este enfoque de «igualdad forzada», en busca de corregir las desigualdades del sistema actual, corre el riesgo de olvidar que la verdadera creación de riqueza y felicidad proviene de la libertad. La libertad para emprender, para decidir y para forjar un destino propio. La riqueza no es solo material, sino también cultural y espiritual, aspectos que florecen mejor en un entorno donde las personas son libres de pensar, actuar y decidir sin interferencias.

El Populismo y Globalismo son una Alianza Peligrosa. La supuesta alianza entre globalismo y populismo es un tema que ha ganado atención. Mientras el populismo se basa en conectar emocionalmente con las masas y prometer soluciones rápidas a problemas complejos, el globalismo se apoya en la idea de una gobernanza centralizada a nivel global, con organismos supranacionales como la ONU que diseñan políticas que impactan a nivel local. Esta convergencia, según algunos críticos, puede llevar a la erosión de las democracias locales, transformándolas en regímenes controlados por élites burocráticas.

El problema es que, en nombre de la igualdad, estas doctrinas populistas y globalistas pueden caer en la tentación de restringir libertades individuales y de mercado. En lugar de crear un ambiente donde las personas sean libres de innovar y prosperar, se corre el riesgo de que las políticas terminen por asfixiar la iniciativa personal y la creatividad empresarial. En muchos países, ya se han visto ejemplos de cómo políticas de redistribución impuestas sin un marco de respeto a la libertad económica terminan generando pobreza y una dependencia crónica del Estado.

La Prosperidad Basada en la Libertad es un Valor a Defender: A lo largo de la historia, ha quedado demostrado que los países con mayor libertad económica y política son también aquellos que logran mayores niveles de desarrollo y bienestar. La libre competencia, la protección a la propiedad privada y la seguridad jurídica son ingredientes esenciales para que las sociedades crezcan y prosperen. En contraposición, las sociedades que optan por restringir estas libertades, ya sea en nombre de la igualdad o de cualquier otro valor, suelen terminar en sistemas autoritarios y empobrecidos.

Es por esto que cualquier agenda global que se proponga como solución a los desafíos del siglo XXI debe ser evaluada con precaución. Las metas de sostenibilidad y bienestar son necesarias, pero no a costa de sacrificar la libertad individual. El reto está en encontrar un balance entre la acción colectiva para enfrentar problemas globales y el respeto a la autonomía de cada persona.

 La Vigilancia Ciudadana Como Clave: La Agenda 2030 (o 2045) debe ser una invitación a reflexionar sobre el tipo de sociedad que queremos construir. En lugar de ver el progreso como un producto de intervenciones burocráticas, debemos recordar que es la libertad la que ha llevado a las mayores innovaciones y avances de la humanidad. Los ciudadanos tienen la responsabilidad de mantenerse vigilantes y participar activamente en la discusión de estas políticas, asegurándose de que cualquier cambio no sacrifique los valores fundamentales que constituyen la base de las democracias prósperas y libres.

En última instancia, el desafío es evitar que las buenas intenciones se conviertan en pretextos para instaurar dictaduras encubiertas. La búsqueda de un mundo más justo y solidario no puede darse a costa de la libertad, ya que esta es la fuente de la verdadera riqueza y felicidad humanas.

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