lunes, octubre 14, 2024
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Por una política de inmigración seria y ordenada

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José Virgilio Menéndez Medrano
José Virgilio Menéndez Medrano
Diputado en la Asamblea. Secretario General del Grupo PP en la Asamblea de Madrid.

Este jueves pasado hemos vuelto a discutir una proposición no de ley de VOX sobre inmigración ilegal en el Pleno de la Asamblea de Madrid, teniendo el honor de exponer la posición de mi partido.

Ya son varias las veces que Vox trae iniciativas sobre esta materia, cada vez con un contenido más duro.

Desde el Partido Popular se le propuso a Vox una enmienda que modificaba dicha iniciativa para centrarnos en el responsable de que no haya actualmente una política migratoria seria, que no es otro que el Gobierno Central de Sánchez, el realmente competente en la materia. Vox rechazó esto con lo que quedó claro que su intención al traer el debate, era meramente populista y electoralista.

Y hay que dejarlo muy claro. En este debate Vox cuenta con un aliado y cooperador necesario que es Sánchez. 

En el mismo, ambos no se entienden por separado: si uno extrema su mensaje en inmigración, el otro se presenta hipócritamente bondadoso y solidario, situándose en dos extremos para polarizar el debate, el objetivo real, como escuchamos el miércoles una vez más en el Congreso.

Así, unos se muestran fanáticos en la dureza de las expulsiones, y otros, generosos en la irresponsabilidad de las regularizaciones masivas.

Mientras que Vox aun presumiendo de fundamentarse en el humanismo cristiano, propone medidas muy gruesas, el PSOE apuesta por el multiculturalismo buenista en una gestión caótica e irresponsable.

Los primeros hablan de la expulsión general de colectivos de personas, algo que recuerda episodios negros de la historia como la expulsión de los moriscos en España en 1609, o las expulsiones de 3,5 millones de personas de minorías étnicas de Stalin, algo que podría entenderse ahora que su inspiración les llega desde el Kremlin, vía Budapest. También hablan de dejar abandonados a los menores a su suerte, incumpliendo la legislación autonómica, estatal y hasta la Declaración de Derechos del Niño que la ONU de 1959, algo que la Comunidad de Madrid no puede permitir.

Los socialistas, en el otro extremo, siguen apostando por ese multiculturalismo propio de la izquierda, que definido como diferentes culturas que deben convivir, aun no siendo permeables, está fracasando en todos los lugares. Esto solo hay que verlo en los brotes racistas en los países nórdicos tras ser durante muchos años países de acogida masiva, en las banlieus o guetos de Paris, en ese Möllenbeck barrio yihadista en Bruselas, o en esa Austria que ha girado a la ultraderecha de verdad.

Y junto a ello, una política concreta que es un auténtico desastre como podemos comprobar en Madrid. Tenemos ejemplos muy concretos de ello, como desde el PP y el Gobierno de Madrid no nos cansamos de denunciar: por ejemplo, que el Gobierno haya convertido el aeropuerto de Barajas en un gran cayuco, en un campo de hacinamiento insalubre, para miles de inmigrantes; cómo reparten los inmigrantes, yo siempre digo una especie de Amazon nocturno organizado por el Delegado del Gobierno, por centros improvisados en municipios de la región; el boicot con argumentos muy racistas a que la Comunidad de Madrid cree recursos de acogida y protección a los menores; y la deslealtad absoluta institucional con nuestra Comunidad Autónoma, sin información y sin recursos.

Y no, el PP no se sitúa en medio. El PP se sitúa en el buen gobierno y en la integración (la clave de una política de inmigración liberal) de los inmigrantes, algo que lleva haciendo desde que en los años 2000 empezaron a llegar migrantes a nuestra región, y que sinceramente ha dado buen resultado hasta ahora.

La integración es el último paso de una política global, más amplia, seria y responsable, que define y ha definido siempre a los gobiernos del PP, con una apuesta por una inmigración legal, segura y ordenada, la mejor forma de que la inmigración nunca se convierta en un problema, en base a las necesidades de nuestro mercado de trabajo, no solo para puestos menos cualificados, sino también importando talento. En nuestras fronteras sur con África, se deben reforzar dichas fronteras con más efectivos y medios para nuestras heroicas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, no solo por tierra, sino también con los sistemas más novedosos por aire y mar; se debe cooperar en origen con los países de donde viene la inmigración, implicándonos e invirtiendo allí; también se debe sin hipocresía practicar la devolución o expulsión de quien acceda de manera ilegal a nuestro país o quien tenga motivos para ello (los Tribunales y nuestra legislación justifican las llamadas devoluciones en caliente); y debemos trabajar duramente, algo que este Gobierno no hace, en la Unión Europea, marcando agenda en los Consejos JAI de ministros europeos y en las bilaterales.

Cuando llegamos en 2012 al Gobierno redujimos el número de inmigrantes llegados a nuestro país de forma irregular, y cuando volvamos, más pronto que tarde, lo volveremos a hacer.

Y siempre lo haremos desde una perspectiva de integración, humanista, con una política seria, que convierta el problema que puede suponer la inmigración en lo que verdaderamente debe ser, una oportunidad de desarrollo para los pueblos.

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