La historia de la colonización de América, en especial la de México por Hernán Cortés y los conquistadores españoles, ha sido objeto de interpretaciones variadas y muchas veces intensas. En tiempos recientes, México ha solicitado oficialmente al Rey de España que pida disculpas por los eventos de la conquista, argumentando que España debe reconocer los abusos cometidos durante este período histórico. Este tema polariza a la sociedad y suscita una profunda reflexión sobre los conceptos de responsabilidad histórica, reconciliación, y la identidad de los pueblos que compartieron este pasado común. Sin embargo, esta petición debe analizarse en el contexto de la llamada “Leyenda Negra”, un conjunto de mitos y exageraciones que ha influido en la
La Leyenda Negra es un concepto que engloba una serie de prejuicios y visiones negativas sobre la historia y cultura españolas, originada en los siglos XVI y XVII. La Leyenda Negra no nació como una crítica interna en España, sino como una herramienta de propaganda empleada por los rivales europeos de la corona española, especialmente los Países Bajos, Inglaterra y Francia. Estos países, con intereses económicos y políticos contrarios a España, promovieron la imagen de una nación tiránica, cruel e intolerante para socavar su prestigio y liderazgo mundial. El término incluye relatos sobre la brutalidad en la colonización de América, la Inquisición española y la supuesta decadencia moral y cultural de la sociedad española.
El caso de América es uno de los más notorios. Los relatos de Bartolomé de las Casas, un fraile español que documentó la explotación y el maltrato de los indígenas en su obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias, fueron instrumentalizados por los enemigos de España para resaltar los aspectos más oscuros de la conquista. Sin embargo, el testimonio de Las Casas, aunque sincero en su denuncia, fue parcial y, por ende, insuficiente para representar toda la realidad del encuentro entre ambos mundos. No refleja, por ejemplo, los intercambios culturales, las alianzas entre pueblos indígenas y españoles, y la complejidad de las relaciones que se establecieron en el Nuevo Mundo.
La conquista de México, llevada a cabo en gran parte por Hernán Cortés, ha sido interpretada de diversas maneras. Si bien es innegable que los soldados españoles cometieron abusos y que el impacto en la población indígena fue devastador, también es cierto que la conquista fue un proceso complejo, en el que participaron activamente varios pueblos indígenas que eran rivales de los mexicas (aztecas), como los tlaxcaltecas. Estos pueblos vieron en la llegada de los españoles una oportunidad para liberarse de la opresión de los aztecas, quienes imponían fuertes tributos y realizaban sacrificios humanos que consideraban injustos y crueles.
De hecho, algunos historiadores destacan que, sin la alianza con los tlaxcaltecas y otros pueblos indígenas, los españoles no habrían tenido ninguna posibilidad de vencer al Imperio azteca. Así, la conquista fue tanto un conflicto de colonización como una guerra civil en la que participaron múltiples actores locales. Ignorar la participación activa de estos pueblos indígenas es reducir la historia a una narrativa simplista y eurocentrista, lo cual invisibiliza la agencia de los propios pueblos originarios.
La petición del gobierno mexicano al Rey de España, en 2019, de que pidiera perdón por los abusos de la conquista responde, en parte, a una tendencia contemporánea de revisión histórica y a un interés por reconocer las injusticias del pasado. Esta corriente se observa en varios países, como Estados Unidos o Canadá, que han pedido perdón por los abusos contra los pueblos indígenas en sus territorios.
Sin embargo, el caso de España es diferente, dado que la colonización española estuvo marcada por una serie de particularidades legales y culturales. Desde los primeros momentos de la colonización, la Corona española implementó una serie de normativas que reconocían la humanidad y ciertos derechos de los indígenas, como las Leyes de Burgos (1512) y las Leyes Nuevas (1542), impulsadas por figuras como Bartolomé de las Casas y otros teólogos. Estas leyes, aunque no siempre se cumplieron al pie de la letra, representaron un intento temprano de control sobre los abusos coloniales, y no tienen equivalente en otros imperios coloniales de la época. Además, el sistema de castas y el mestizaje, aunque criticable desde algunos aspectos, fomentó una relación de convivencia y sincretismo cultural que no se dio en otras colonizaciones.
Pedir perdón por los abusos de la conquista puede considerarse un gesto simbólico, pero no es una solución realista ni justa a una historia compartida que es extremadamente compleja. En lugar de una disculpa unilateral, se debe promover el conocimiento de la historia desde una perspectiva multidimensional, que incluya tanto los aspectos negativos como los positivos de la presencia española en América. Hay que Reconocer en cambio la Historia Común y Promover la Hermandad ya que el enfoque unilateral que algunas narrativas actuales promueven es inadecuado para comprender las complejidades de los 300 años de historia compartida entre España y América. Durante la colonización, surgieron nuevas identidades culturales, la religión católica se expandió y se fundaron las bases de lo que hoy conocemos como el mundo hispanoamericano. Las universidades, hospitales y otras instituciones construidas en América bajo el dominio español no existían en otras colonias como las inglesas, donde los indígenas fueron más relegados o exterminados.
Además, el mestizaje cultural y étnico que caracteriza a América Latina es una prueba viviente de que la relación entre España y América no fue únicamente de opresión y conquista. La lengua española y el catolicismo, elementos importados desde España, fueron integrados a las culturas preexistentes de maneras únicas, formando nuevas identidades y sociedades híbridas. América Latina y España comparten un legado común, que va más allá de la simple relación de colonizador-colonizado. Por ello, muchos latinoamericanos perciben a España como un “país hermano”, y no como una potencia enemiga. En conclusión: cual es El Futuro del Debate y la Importancia de una Visión Equilibrada: La petición de perdón por la conquista, y el rechazo a la Leyenda Negra, deben ser entendidos como elementos de un mismo fenómeno: la necesidad de reinterpretar la historia de forma objetiva y justa, evitando los extremos. Reconocer la existencia de abusos y los impactos negativos de la colonización no significa aceptar una narrativa de culpabilidad única e inmutable para España. Por otro lado, defender la riqueza cultural y el sincretismo resultante de la colonización no debe implicar negar el dolor y el sufrimiento que esta causó en muchos pueblos indígenas.
A medida que se revisan y reinterpretan los eventos históricos, es importante recordar que el pasado debe servir como lección, no como lastre. La historia compartida entre España y América es compleja, con luces y sombras, y representa el inicio de una cultura hispanoamericana rica y diversa. La solución no está en pedir perdón de forma unilateral, sino en fomentar el conocimiento, la reconciliación y el diálogo entre países que comparten un mismo origen y que, con el tiempo, han construido juntos una identidad compartida.
Esa situación me ha recordado que El 26 de enero de 2018 asistí invitado por La Asociación Monumento a Blas de Lezo y la Sociedad de Estudios Contemporáneos (SEC) Kosmos-Polis, al coloquio-debate Hispanofobia y nacionalismo: del pasado al futuro, en el que intervinieron el hispanista y Presidente de Honor de Kosmos Polis, Stanley G. Payne, último Premio Espasa por su ensayo En defensa de España, la profesora Elvira Roca Barea, autora del Best seller Imperiofobia y Leyenda Negra y el catedrático y académico Ricardo García Cárcel. El tema se centró en la Leyenda negra clásica desde fuera y desde dentro y en nuestro S.XX
Fue presentado y moderado por el periodista Hermann Tertsch del Valle-Lersundi (Madrid, 9 de abril de 1958) amigo mío, autor de La venganza de la historia (1993) (ensayo sobre Europa), La acuarela (1997) (novela), Cita en Varsovia (1999) (novela), Libelo contra la secta (2010) (ensayo), Días de ira (2015) (ensayo). Con quien he departido en varias ocasiones en Cádiz en la “Pepa”, aniversarios de la constitución de 1812. Y también en un homenaje, ante el monumento de Blas de Lezo, al asesinado en Zaragoza por llevar unos tirantes con la bandera de España, Víctor Laínez, de 55 años por Rodrigo Lanza Huidobro. Acto de entrega de ramos de flores boicoteado por la Falange Española.
Hermann que presentó, uno a uno a los intervinientes, y moderó el coloquio, nos dijo que, en el Congreso, se urdia la criminalización de la verdad y de media España. Y el fin de toda libertad de expresión con Penas de cárcel e inhabilitación para quien hable bien del franquismo o mal de alguien que haya combatido al franquismo. El grupo parlamentario del PSOE habia presentado una reforma de la Ley de Memoria Histórica que pretende establecer una versión única de la historia a la vez que el castigo judicial de cuanto español pretenda disentir de esa versión. Es una imposición que proviene de la izquierda más revanchista, pero que contara con el apoyo de Ciudadanos, que ya ha anunciado que apoya el nuevo texto, y la abstención del PP, que nuevamente se sumerge en su abstención cómplice. Y nos sugirió que leyéramos el proyecto de bodrio, cosa que he hecho.
El articulado del nuevo proyecto legal, sobre la memoria histórica tipifica como delito el enaltecimiento de la labor política del franquismo, así como la oposición a los dictados de la nueva ley que se pretende aprobar. Así, se considerará “apología franquista” destacar por ejemplo los logros del régimen anterior en cualquier campo. Sostener que, con la creación de la Seguridad Social por parte de Franco, España experimentó un notable progreso social, o defender que las universidades populares, respondieron al interés del régimen franquista de propiciar la integración universitaria de los hijos de los trabajadores, podrían convertirse en sendos pronunciamientos delictivos. La ley socialista apoyada por Ciudadanos pretendia exhumar a Franco del Valle de los Caídos y apropiarse de este monumento, construido en honor a todas las víctimas del conflicto. Si se aprobaba la reforma, el 31 de octubre pasaría a ser reconocido como día de recuerdo y homenaje a las víctimas en recuerdo del 31 de octubre de 1978, fecha en el que fue aprobada en el Congreso y en el Senado la Constitución del 78. También se obliga al Ministerio de Educación a incluir en los programas educativos “la enseñanza de la historia democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas”, así como a la formación de profesores con los nuevos datos obtenidos de la investigación sobre la memoria democrática, la inclusión en el currículo de todas las edades (de Primaria a la Universidad) de la memoria democrática y la promoción de investigaciones sobre la “represión franquista”. De 200 a 2.000 euros de multa para los que exhiban públicamente elementos contrarios a la Memoria Histórica. De uno a cuatro años de prisión para los que públicamente “fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contras las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo por su condición”. Se contemplan, asimismo, penas de seis meses a dos años cárcel para quienes enaltezcan o justifiquen el franquismo y se destruirán los libros que se atrevan a cuestionar los dogmas ideológicos de la Memoria Histórica. Se aprueba la destrucción, borrado o inutilización de los libros, archivos, etc. que den soporte a los delitos de los apartados anteriores.
Intervino en el Acto, en 1º lugar María Elvira Roca (El Borge, 1966) que habia trabajado en el CSIC y dado clases en Harvard. En su ensayo Imperiofobia y Leyenda Negra (Siruela), prologado por Arcadi Espada, se pregunta «por qué surgen» las imperiofobias, «qué tópicos las configuran y cómo se expanden hasta llegar a ser opinión pública y sustituto de la historia». Todo ello con una atención especial al caso español, cuya leyenda negra, dice, lleva «tres siglos asumida por los propios españoles». En 2º Lugar el catedrático Ricardo García Cárcel: que dijo que la Hispanofobia se centraba en La Inquisición, Felipe II, la Colonización de América en «El Demonio del Sur» (Cátedra), el último ensayo de este académico de la Historia, y mas recientemente en la Semana Trágica de Barcelona y en Franco en el S. XX, pero nuestra incorporación a Europa nos hizo olvidar la época clásica. En 3º Lugar Stanley G. Payne, que obtuvo el pasado 15 de septiembre el premio Espasa 2017 por su obra En defensa de España: desmontando mitos y leyendas negras, asegura en su obra que «España es el único país occidental, y probablemente del mundo, en el que una parte considerable de sus escritores, políticos y activistas niegan la existencia misma del país, declarando que la nación española sencillamente no existe». España es el único país occidental, y probablemente del mundo, en el que una parte considerable de sus escritores, políticos y activistas niegan la existencia misma del país “No hay mucho sentido activo de patriotismo», ha señalado el historiador, que cree que la utilización de algunos elementos de la Historia, «ya sean falsos o ciertos, es más exagerada que en otras partes, al tiempo que las distorsiones, sobre todo de su Historia contemporánea, son más profundas». Para el hispanista, «la de España es una historia que a menudo se ha distorsionado y, sin duda, «es la más distorsionada de Occidente». Así, cree que las dos polémicas más importantes del presente en España, como son la relativa a la nación y la que se centra en la Guerra Civil y el franquismo, quizá no tengan una solución inmediata.
Por los ponentes, se dijo, que los españoles estábamos recuperando nuestro amor por España y la bandera, por la reacción a la republica catalana independentista, y el discurso del Rey Felipe VI. en pro de la Unidad de España.
He tenido ocasión, de seguir en contacto con Elvira Roca a través del Club liberal 1812 de Málaga y seguir su trayectoria de defensa del Honor y de los valores de España basados en lo que se aportó a Iberoamérica en materia de cultura y de raza has la independencia en el S.XIX de los países resultantes, así como de Hermann Tertsch., coincidiendo en nuestra común apreciación de la historia real. La historia de España y su legado en Iberoamérica es un tema apasionante que sigue generando un amplio debate en el contexto hispanoamericano y español. En este ámbito, figuras como Elvira Roca Barea y Hermann Tertsch han sido influyentes al defender el papel que desempeñó España en el desarrollo de los territorios que hoy conocemos como América Latina. La narrativa común que comparten sobre la historia hispánica se enfoca en rescatar los valores de la cultura y los ideales que se transmitieron al otro lado del Atlántico, reivindicando la contribución cultural, social y humana de España a lo largo de los siglos.
Elvira Roca Barea, historiadora y autora de Imperiofobia y Leyenda Negra, ha centrado sus esfuerzos en desmontar las falsedades propagadas a través de la Leyenda Negra, una visión distorsionada que presenta a España como un imperio exclusivamente opresor. Esta narrativa, surgida en gran parte desde la rivalidad de potencias europeas, fue consolidada en el imaginario colectivo occidental y afectó no solo la percepción de España en Europa, sino también la de los países latinoamericanos. A través de su obra, Roca Barea argumenta que España no fue diferente a otros imperios de la época y que, en muchos aspectos, se destacó por una administración y una cultura humanista que buscaba la integración de las culturas indígenas en una sociedad diversa.
Roca Barea sostiene que la presencia de España en América se fundamentó en principios cristianos y en la construcción de una sociedad de valores comunes, en la cual tanto indígenas como españoles y mestizos formaron un proyecto cultural conjunto. Según ella, esto no solo fue crucial para la creación de naciones independientes en el siglo XIX, sino que sigue teniendo una resonancia actual en la identidad de los países iberoamericanos.
Hermann Tertsch, periodista y escritor español, ha sido un destacado defensor de la historia hispánica en el ámbito mediático y político. Desde su posición, Tertsch aboga por un reconocimiento de los aportes de España a la historia mundial, resaltando la importancia del legado hispánico como una alternativa frente a modelos anglosajones que tienden a presentarse como hegemónicos y “neutrales”. A través de sus artículos y apariciones públicas, Tertsch pone énfasis en la conexión cultural e histórica entre España e Iberoamérica, y en cómo esta relación forjada en el tiempo dio lugar a una cosmovisión compartida.
Para Tertsch, el deber de España no es pedir disculpas por su pasado colonial, sino reconocer con orgullo el rol civilizador que desempeñó en el desarrollo de sociedades con una identidad cultural única y rica. Defiende que el proyecto hispánico es un patrimonio común que debe ser conocido y valorado sin complejos, no solo por los españoles, sino también por los descendientes de ese encuentro de culturas en Iberoamérica.
En el contexto actual, tanto Roca Barea como Tertsch coinciden en la importancia de educar sobre el pasado de una forma que permita a las nuevas generaciones comprender los valores y la cultura que España transmitió a Iberoamérica. Ellos afirman que el encuentro entre España y América fue una de las bases sobre las cuales se construyeron las futuras naciones, dejando un legado de lengua, religión, arte y estructuras sociales que no debe ser ignorado. Desde el Club Liberal 1812 de Málaga, se impulsa un compromiso con la historia real, ofreciendo una plataforma para la discusión y defensa de los valores que marcaron la relación entre España e Iberoamérica.
En este esfuerzo de defensa, el Club Liberal 1812 y sus miembros también buscan promover un discurso alternativo frente a una globalización cultural que tiende a simplificar y reducir las complejidades de la historia. La postura de Roca Barea y Tertsch es clara: Iberoamérica no es simplemente el producto de una conquista, sino el resultado de un intercambio de culturas, conocimientos y valores, en los que se involucraron indígenas, africanos y europeos en un proceso complejo y único.
El trabajo de Elvira Roca Barea y Hermann Tertsch pone de manifiesto la necesidad de profundizar en la historia real y, sobre todo, de hacer frente a las simplificaciones que tienden a menospreciar el valor del pasado hispánico. Para ellos, comprender este legado no es solo una cuestión de honor, sino de justicia histórica y de respeto a la identidad de los pueblos que hoy comparten un origen común. La misión es clara: recuperar el honor y la dignidad de una historia compartida que enriquece tanto a España como a Iberoamérica. Todo ello pone en duda la ley de Memoria Histórica, estos días por la Dana en la provincia de Valencia de la que se salvó la ciudad por el desvío del cauce del Turia, realizado históricamente durante la dictadura del General Franco, recordarlo supone una medalla para sus promotores y no es simplemente, solo la verdad.