Este miércoles día 13 comenzó la Comisión de Investigación propuesta por el Partido Popular, para investigar, y en su caso, determinar las responsabilidades políticas que hubiese por las presuntas irregularidades y trato de favor en el funcionamiento de los programas de cátedras y postgrados de la Universidad Complutense de Madrid, así como otros posibles casos relacionados con el presunto trato de favor a empresas que financiaban estos programas en algunas universidades públicas de Madrid y sus centros adscritos. En resumen, la comisión creada para investigar si personas con perfiles inadecuados, en un caso de claro intrusismo profesional, está dirigiendo estudios postgrados o cátedras.
En el plan de trabajo de dicha comisión, que se extenderá hasta el primer trimestre de 2025, comparecerán todos aquellos que tienen algo que decir en esta cuestión. Así, por ejemplo, en sucesivas sesiones, pasarán técnicos, funcionarios y responsables de la Universidad Complutense, o patrocinadores de las precitadas cátedras y programas.
En la primera sesión comparecieron tres personas que permiten situar muy bien el escenario y la trama de lo que estamos hablando: la sra. Begoña Gómez, codirectora de la Cátedra Extraordinaria “para la Transformación Social Competitiva” (toma ya qué título), el rector de la Complutense sr. Goyache, y la interventora de dicha Universidad, la sra. Gutiérrez-Vierna.
Fueron tres comparecencias muy clarificadoras.
En primer lugar, la señora Gómez compareció dando la callada por respuesta, lo cual es un derecho que tiene. Llegó sin ni siquiera conversar y saludar al séquito de diputados socialistas marcialmente reunidos, voluntariamente o no, para la ocasión.
Con una actitud mitad soberbia, mitad ausente, solamente abrió la boca para soltar un alegato inicial de defensa como si aquello no fuera con ella, describiéndose como una mujer emprendedora que ha salido adelante gracias a su esfuerzo, y a la que la maldita derecha y ultraderecha han llevado a la Justicia simplemente por ser la mujer de un presidente progresista. Es decir, en sólo un minuto de alegato mintió dos veces con una naturalidad marca de la casa Sánchez.
Tras su discursito preparado en la Moncloa (ya queda claro que dispone de asesores del Gobierno al servicio de sus negocios), la señora Gómez aguantó estoicamente como una jugadora de póker sin cartas en la mano, el interrogatorio al que de manera brillante le sometió la diputada del PP, Mercedes Zarzalejo, y que la dejó en una posición imposible: la resultante de enumerarle y señalarle todas las irregularidades e ilegalidades en las que esta señora ha deambulado y deambula con total impunidad.
Zarzalejo que es una mujer hecha a si misma, representa todo lo contrario a la señora Gómez; lo que es, en su vida profesional, lo ha conseguido con su esfuerzo y trabajo, con sus horas de dedicación y estudio mientras además es madre de familia. En definitiva, todo lo que la izquierda odia de las mujeres del PP: todas llegan donde están por sí mismas.
En segundo lugar, en la comparecencia del rector Joaquín Goyache, lo más importante fue que confirmara que de las más de 50 cátedras extraordinarias que tiene o tenía la Universidad Complutense, sólo la de la señora Gómez estaba dirigida por alguien que no tenía la capacitación ni titulación académica necesaria. Pero si es que hasta carecía de ella para haber sido alumna, ¡no hay por dónde coger el tema!
Y en tercer lugar, fue interrogada por los grupos parlamentarios la interventora de la Universidad, la señora Elvira Gutiérrez-Vierna. Algunas de las respuestas de esta ya situaron el marco de la investigación a niveles de “aurora boreal” por decirlo coloquialmente: contratos verbales, fraccionamientos de pagos, pagos injustificados, ausencia de mecanismos de control en los mismos…un auténtico dislate todo.
En definitiva, que este pasado miércoles vivimos una gran jornada de parlamentarismo, y se justificó la existencia de esta comisión de investigación que, ojo, busca establecer responsabilidades políticas, mientras que todo el ámbito penal sigue su camino en los juzgados.
Y la responsabilidad política es, sencilla y llanamente, determinar por qué la Universidad pública, el principal mecanismo de ascensor social y de formación para los universitarios, parece haberse convertido en este caso en la fuente de enriquecimiento irregular, presuntamente, de una señora que de emprendedora no tiene nada, y que representa el peor ejemplo para todas esas meritorias y ejemplares mujeres que con tanto esfuerzo, y muchas veces escaso sueldo, sacan adelante su profesión y sus familias, pues siguen llevando el peso de la misma.