viernes, enero 17, 2025
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Una Constitución hoy amenazada

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José Virgilio Menéndez Medrano
José Virgilio Menéndez Medrano
Diputado en la Asamblea. Secretario General del Grupo PP en la Asamblea de Madrid.

Este pasado viernes 6 de diciembre se ha celebrado el 46º aniversario de la aprobación de nuestra Carta Magna, la Constitución de todos los españoles.

Es un motivo de celebración para todos porque gracias a dicha Constitución vivimos en un régimen de libertades, lo hacemos en un Estado de Derecho y disfrutamos de la misma manera, del mayor periodo de paz y estabilidad de nuestra ya larga historia como país.

La Constitución aprobada mediante referéndum en 1978 fue el reencuentro entre todos los españoles, el reencuentro entre los que se habían enfrentado años antes en una lucha fratricida e intolerable como fue la guerra civil. Por ello se la llama la de la Concordia, en un nombre tan apropiado como oportuno.

Comunistas y hombres del régimen, monárquicos y socialistas, elaboraron y luego apoyaron un texto en el que todos tuvieron, y aún hoy, todos tenemos cabida.

Aquellas imágenes de la ponencia constitucional, con los 7 padres de la Constitución, entre los que había centristas, socialistas, hombres del régimen, comunistas y hasta nacionalistas catalanes (hay que recordar que también el Partido Nacionalista Vasco trabajó en la ponencia, aunque se retiró de la aprobación final como siempre hacen, autoexcluyéndose de algo que pueda suponer un bien común para todos los españoles), son el mejor mensaje de lo que significaba el momento histórico que les tocaba vivir.

Es el espíritu de la época tan bien reflejado en el cuadro del “Abrazo” de Juan Genovés, símbolo de reencuentro y de libertad.

Y todo ello acompañado por una sucesión de hechos que representaban la vuelta a la democracia, como la legalización del Partido Comunista, la única oposición realmente al régimen junto a los nacionalistas vascos radicales, la vuelta de la Pasionaria desde la URSS, o esa presidencia del Gobierno ostentada por Adolfo Suárez, junto a SM el Rey don Juan Carlos I, los motores de la transición española a la democracia.

Cuarenta y seis años después, vivimos momentos en los que la Constitución está más amenazada que nunca, pues la concordia y el reencuentro parecen valores pasados de moda frente a la polarización y la identificación del adversario político como enemigo de la democracia. La convivencia ha dado paso al enfrentamiento.

Esto se produce porque desde el Gobierno de la Nación se está promoviendo esta manera de hacer política y de ejercer el poder.

Una vez que Pedro Sánchez perdió las elecciones generales de julio de 2023, su única supervivencia en el poder pasó por aliarse para mantenerse en dicho poder, con los que son los enemigos históricos de la Constitución.

Y esto no hay que cansarse de repetirlo. Si hoy Sánchez es presidente del Gobierno es gracias a los separatistas catalanes y gracias a los herederos de ETA, el enemigo constante y permanente durante casi 50 años de la democracia española. Por cierto, todos ellos han estado ausentes un año más, como siempre, de los actos conmemorativos del 6 de diciembre que reúnen a todos los partidos políticos, dando un pésimo mensaje, pero muy clarificador, sobre el momento político que vivimos.

Por tanto, vivimos momentos en que, por un lado la Constitución es atacada y menospreciada por los socios del actual Gobierno, elcual hace piruetas imposibles en su supuesta defensa, pues lo único que le interesa es perpetuarse en el poder; y por otro, esta misma Constitución es retorcida y pervertida por las necesidades de Sánchez en una deriva autocrática cada vez menos disimulada, que sencilla y llanamente consiste en no respetar la igualdad ante la ley de los españoles, ni la separación de poderes proclamada por Montesquieu, característica de los regímenes de libertades. Ejemplo evidente de lo primero es la ruptura pactada con ERC de la financiación única de los españoles (regímenes forales aparte), siendo la progresiva colonización de todas las instituciones por parte del PSOE, ejemplo de lo segundo, con el objetivo final de la invasión del poder judicial acabando con su independencia.

Todas estas circunstancias son las que nos permiten afirmar que vivimos los peores momentos de la historia de nuestra restauración democrática, los peores momentos para la supervivencia de nuestra Carta Magna.

El Gobierno, con sus socios, se han convertido en su peor enemigo. Sin embargo, enfrente se encuentran con la mayoría de los españoles. Y se encuentran con el primer partido de España, el partido más votado en las elecciones generales, el partido que más poder municipal y autonómico ostenta por voluntad de los ciudadanos, el partido que representa la única esperanza de acabar con estos tiempos tan convulsos. 

El Partido Popular defiende y siempre defenderá esta Constitución de ciudadanos libres e iguales por convicción democrática y por la necesidad que tenemos todos de que nuestra vida democrática sea mejor, siempre en el fomento de la convivencia y desterrando el enfrentamiento, apostando por la tolerancia y acabando con el odio, y concibiendo la política no como el trazado de muros entre enemigos, sino como la discusión política en la que todos tienen algo que aportar en la búsqueda del bien común. En definitiva, el PP apuesta, y de ahí no le va a mover nadie, por una Constitución de todos y para todos.   

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