Sánchez ha tomado a los españoles como rehenes. Esta afirmación que por sí misma es muy gruesa, es cierta como la vida misma por desgracia, de ahí que deba ser explicada. Esta, y no otra, es la verdadera explicación de lo que ha ocurrido con la votación fallida del decreto de medidas “Ómnibus” hace unos días, y la reacción del Presidente de Gobierno… nada nuevo bajo el sol lo que está pasando desde que dicho decreto cayó en el pleno del Congreso de los Diputados, en una manera de funcionar que se repite desde que Sánchez es presidente de gobierno, siempre con menos de 130 diputados.
Este, el tamaño del Grupo Socialista es el primer problema que Sánchez no afronta como debiera. El presidente con menos apoyo parlamentario de nuestra democracia gobierna como si tuviera un apoyo masivo entre la ciudadanía y en las Cortes, como si tuviera una mayoría absoluta que le recuerdo que nunca ha tenido ni mucho menos va a tener.
El Presidente del Gobierno que gobierna como Lukashenko o cualquier sátrapa caribeño, coloniza todas las instituciones (solo la Justicia permanece independiente), públicas y privadas también (no sólo es Telefónica sino también los medios de comunicación por ejemplo), no se da cuenta que en minoría parlamentaria se debe negociar todo para aprobar cualquier cosa.
Olvidan que un apoyo de investidura no necesariamente es un apoyo de legislatura, y más cuando los socios son tan dispares y hasta enfrentados, solo unidos por el rechazo a que gobernara el centro derecha que ganó las elecciones. De esta manera, este año tampoco tenemos unos presupuestos del Estado tan necesarios para un país en ebullición en un mundo competitivo, en el que quien se duerme pierde oportunidades.
Con ello enlaza, siendo su consecuencia al tiempo, el segundo problema que no es otro que el gobernar a base de decretazos (recordemos que Sánchez es el presidente que más abusa de los decretos de ley), tiene la ventaja de que evita el trámite parlamentario de discusión y enmiendas, pero exigen que sean validados uno por uno.
Y esta exigencia es aun mayor, cuando el propio Gobierno abusa de la figura de los decretos ómnibus, consideradas estas iniciativas legislativas como aquellas que contienen diferentes medidas de variadas legislaciones que se modifican, pero en las que este Gobierno siempre incluye algo inasumible por su indecencia, por la imposibilidad de que alguien lo vote y porque quiere que pase inadvertido entre muchas medidas para la opinión pública. Quiero recordar que en un decreto anti Covid incluyó, fíjense ustedes, que Pablo Iglesias entrara en el control del CNI, o que recientemente en un decreto sobre la DANA, incluyó la permanencia en el cargo, y no jubilación, del Director Adjunto Operativo de la Policía Nacional, recompensado así por los servicios partidistas prestados.
En el caso que nos ocupa, en un decreto que contiene la revalorización y actualización de las pensiones (de por sí, las pensiones debieran ir en un decreto solo sobre pensiones), que contiene medias anti crisis, que incluye la bonificación del transporte público, o las indispensables ayudas a los perjudicados por la DANA (algo que nos afecta a todos los españoles emocionalmente), se aprovechan para incluir la cesión de la sede del antiguo Gobierno Vasco en Paris (un palacete muy valioso cerca de los Campos Eliseos), la continuación de la suspensión de los desahucios favoreciendo que los okupas tengan derechos sobre los propietarios, o también, que desaparezcan medidas que propuso en su día el PP, y que fueron aprobadas, como la rebaja en el IVA de los alimentos básicos y la luz.
Esto era invotable, y por eso el PP votó en contra. Y para ponérselo más fácil al Gobierno, registró, por separado, Proposiciones/Proyectos de Ley dirigidas a Pensiones, a Bonificaciones del Transporte o a las víctimas y daños de la DANA, salvando todas las trampas que Sánchez había incluido.
Y este es el tercer problema. Sánchez jamás va a aprobar estas propuestas del PP que solucionaban el problema casi al día siguiente, tramitándose de urgencia.
Y tampoco Sánchez ha presentado como cualquier gobernante responsable, como cuando el PP estaba en el Gobierno, un texto alternativo, una nueva propuesta, para ser aprobada de manera urgente.
Le da igual: coloquialmente “se la sudan” los pensionistas, los valencianos o los usuarios de transporte. Él ha hecho un cálculo político de que puede desgastar a la oposición (algo que demuestra qué desesperado está Sánchez, pues tiene poco recorrido y escasas posibilidades de calar), si estas medidas no son aprobadas inmediatamente.
Al final, lo que este cálculo político transmite es que los valencianos, los pensionistas o los jóvenes son los rehenes de una manera de hacer política, los rehenes de una manera tramposa e irresponsable de moverse en la vida, los rehenes de Sánchez.