jueves, febrero 6, 2025
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Historias de mi vida liberal. Aldo Olcese y el capitalismo inclusivo y la transición ecológica en 2025: un nuevo contrato social

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Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa
Librepensador. Maestro Nacional. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras y Diplomado en Psicología Industrial por la Universidad Complutense de Madrid.

En junio de 2019 asistí al Simposium organizado por la Real Academia de Doctores y la Fundación Independiente en la antigua Universidad de San Bernardo. En aquel evento, que reunía a expertos en sostenibilidad y economía, destacó la intervención de Aldo Olcese, presidente de la Fundación Independiente, cuyas ideas visionarias sobre un capitalismo más inclusivo han mantenido su vigencia hasta la actualidad.

A cinco años de aquel encuentro, la realidad nos ha demostrado la urgencia de transformar la economía global. La crisis climática, en aquel entonces una amenaza latente, es hoy una realidad innegable. Las previsiones de la ONU, que alertaban sobre la necesidad de no superar los 2 grados de aumento en la temperatura global, quedaron en meras advertencias, pues la temperatura promedio ya se ha incrementado en más de 1.5 grados, con proyecciones alarmantes para las próximas décadas. La quema de combustibles fósiles y la emisión de CO2 siguen siendo los principales factores detractores del desarrollo sostenible.

El Nuevo Capitalismo: Inclusivo, Humano y Sostenible. En 2019, Aldo Olcese ya advertía sobre la necesidad de transformar la economía hacia un modelo más inclusivo y humano. Su propuesta de una nueva economía no financiera se basaba en un capitalismo que integrara valores sociales y medioambientales en su núcleo. Lo que en aquel entonces parecía una visión de futuro, hoy es una realidad ineludible para la supervivencia empresarial.

El cambio de paradigma en la gestión corporativa ha sido profundo en las últimas dos décadas. Anteriormente, las empresas enfocaban un 80% de sus esfuerzos en la generación de beneficios y solo un 20% en la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Sin embargo, en la actualidad, estas proporciones se han invertido. El éxito ya no se mide exclusivamente por los resultados financieros, sino también por el impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente.

En 2025, la conciencia social y ecológica no es solo una opción ética, sino una exigencia del mercado. Los consumidores, los inversores y los reguladores demandan compromisos firmes en términos de sostenibilidad y equidad. Aquellas empresas que no integren estos valores en su estrategia corren el riesgo de quedarse atrás en un entorno donde la transparencia y la responsabilidad han dejado de ser diferenciadores para convertirse en estándares mínimos.

Este nuevo capitalismo inclusivo y humano implica repensar el propósito empresarial. Más allá del crecimiento económico, las compañías deben asumir su rol como agentes de cambio positivo. La innovación ya no solo se mide en términos tecnológicos, sino en su capacidad para generar bienestar y equidad.

La transformación está en marcha y quienes lideren este cambio no solo garantizarán su permanencia en el mercado, sino que contribuirán activamente a la construcción de un futuro más justo y sostenible para todos.

Las resistencias políticas de los partidos conservadores han cedido ante la evidencia científica y la presión social. Hoy, la transición ecológica es impulsada por gobiernos, corporaciones y organismos internacionales, que reconocen que la sostenibilidad no es una ideología, sino una necesidad vital. La lucha por la supervivencia del planeta ya no es un discurso exclusivo de los ecologistas, sino una responsabilidad de todos.

Desafíos y Soluciones Globales. El cambio de mentalidad empresarial ha sido acompañado por avances tecnológicos y regulaciones más estrictas. En 2025, la inteligencia artificial y la tecnología han permitido soluciones innovadoras en la reforestación, como el uso de drones para plantar árboles y la aplicación de GPS para monitorear el crecimiento forestal. Empresas líderes han adoptado estos métodos, generando un impacto positivo en la restauración de ecosistemas degradados.

En el ámbito político, la Unión Europea ha consolidado su Comisaría de Transición Ecológica, liderada por expertos comprometidos con la sostenibilidad. España, como uno de los principales beneficiarios de fondos europeos, ha asumido el reto de ser un modelo a seguir en políticas medioambientales, promoviendo una economía circular y energías renovables.

Sin embargo, persiste el riesgo de desigualdad en la aplicación de estas medidas. Mientras los países desarrollados avanzan en la modernización ecológica, muchas naciones del llamado Tercer Mundo enfrentan dificultades para alcanzar estos estándares. La solución debe ser global y equitativa, garantizando que el desarrollo sostenible no sea un privilegio de pocos.

Hacia un Nuevo Contrato Social, Uno de los planteamientos más relevantes de Aldo Olcese en 2019 fue la necesidad de un Nuevo Contrato Social, una propuesta que ha cobrado aún más importancia en 2025. Se trata de un compromiso entre gobiernos, empresas y ciudadanos para generar estrategias sostenibles y viables a largo plazo. En este sentido, la creación de centros de pensamiento internacionales, con expertos multidisciplinarios, ha sido clave para desarrollar políticas eficaces y aplicables.

La economía del futuro no puede basarse en el crecimiento a costa del deterioro ambiental. Como ya se advertía en 2019, el crecimiento sin sostenibilidad es, en esencia, antieconómico. La transición hacia una economía regenerativa es una revolución en el pensamiento capitalista, y su implementación efectiva marcará la diferencia entre un planeta habitable y uno devastado por la explotación irresponsable de recursos.

En retrospectiva, el Simposium de 2019 fue una advertencia y una hoja de ruta para el futuro. Hoy, en 2025, muchos de los postulados de Aldo Olcese se han convertido en realidades innegables. La lucha contra el cambio climático y la transformación del capitalismo ya no son debates teóricos, sino urgencias que demandan acción inmediata.

El mundo ha cambiado, pero el desafío sigue siendo el mismo: lograr un equilibrio entre el crecimiento económico y la sostenibilidad del planeta. Aún estamos a tiempo de consolidar un capitalismo más humano e inclusivo, en el que la responsabilidad social y ecológica sean la norma y no la excepción. La historia juzgará las decisiones que tomemos hoy. La pregunta es: ¿estaremos a la altura del reto?

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