Un plan para salir del paso y sin consideración al Parlamento: gasto récord en Defensa sin garantías de continuidad

El "ambicioso" Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa se ha presentado por parte del Gobierno con la ausencia de debate parlamentario y de consenso con la oposición, la opacidad en su financiación basada en fondos liberados y remanentes, y las dudas sobre la capacidad técnica y humana para ejecutarlo en tan corto plazo

El presidente del Gobierno anunció este martes, tras la reunión del Consejo de Ministros, el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, con una inversión de 10.471 millones de euros. El objetivo es alcanzar, ya en 2025, el 2 % del PIB en gasto en Defensa y Seguridad, como exige la OTAN. Según se ha informado, el plan seráa Bruselas para su evaluación por parte de la UE y la propia Alianza Atlántica.

Pero este anuncio plantea varias cuestiones relevantes. En primer lugar, la magnitud del compromiso, tanto por el volumen económico como por el escaso margen temporal: llevarlo a cabo este mismo año. Este esfuerzo presupuestario choca frontalmente con las declaraciones previas de este mismo Gobierno, que durante años se ha mostrado reacio a asumir este tipo de compromisos.

Un plan sin consenso ni control parlamentario

Otra cuestión especialmente preocupante es el procedimiento elegido para aprobar el plan, al margen de los cauces democráticos habituales. No se ha comunicado previamente a las Cortes, ni se ha pactado con el principal partido de la oposición, que en algún momento deberá asumir responsabilidades sobre su continuidad.

Además, el plan no ha sido sometido a ningún control parlamentario ni a verificación ministerial para confirmar la existencia de fondos suficientes y su legal traslado entre partidas presupuestarias.

¿Es realista su ejecución en el plazo previsto?

Las cifras presentadas son colosales para una actuación tan vertiginosa, y lo que implica de programación, priorización, presupuestación, organización de concursos, etc., hasta su recepción final. Por tanto, plantean múltiples interrogantes:

¿Es para la anualidad del 2025 o será plurianual? ¿Dispone el Ministerio de Defensa, la Secretaría de Estado de Defensa y sus principales Direcciones Generales para el planeamiento militar, la Dirección General de Estrategia e Innovación de la Industria de Defensa (DIGEID) y la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), junto al resto de las otras Direcciones Generales, JEMAD, Organismos y Jefaturas de Apoyo Logístico de los tres Ejércitos, de capacidad para abordarlos?.

La escasez actual de ingenieros militares y personal técnico especializado siembra dudas razonables sobre la viabilidad del plan. Aunque los profesionales del sector asumen que se avanzará paso a paso, lo crucial será contar con voluntad política sostenida en el tiempo.

La cultura de Defensa, una necesidad urgente

No entramos en la maniquea frase del presidente: "Además, se va a hacer sin subir impuestos, sin tocar un céntimo de euro la inversión en el estado del bienestar y sin incurrir en un mayor déficit público". Sin demagogias, esa enormidad de dinero a invertir en tan poco tiempo y ya durante muchos años es porque se terminó la bicoca de vivir a costa del erario USA para nuestra Defensa.

Es preciso explicar claramente a los españoles que la Defensa es algo muy serio, que tiene que ser asumido ya para siempre y que es mejor estar de verdad preparados y sin medias tintas. Que el coste de no estar preparados termina en muertos, derrotas y bancarrota siempre.

Por ello se impone una verdadera política de difusión de la cultura de la Defensa en toda la sociedad española, empezando por los más jóvenes. Un buen sitio es la partida de Reclutamiento y Enseñanza Militar, de la DIGEREM, que tan buen papel está haciendo, así como de la SEGENPOL, Secretaría General de Política de Defensa.

Los cinco pilares del plan: luces y sombras

Según la información proporcionada por el presidente, estos presupuestos se organizarán conforme a cinco Pilares:

  • Personal militar y equipamiento (35 %): 3.712,5 millones para mejorar condiciones laborales y aumentar personal, sin especificar cifras concretas ni perfiles.
  • Telecomunicaciones y ciberseguridad (31 %): 3.262 millones para satélites, antenas, radares y sistemas cifrados. Una apuesta necesaria, aunque poco detallada.
  • Defensa y disuasión (19 %): 1.963 millones para la fabricación y la compra de nuevos sistemas de defensa y disuasión. La frase "lo hacemos no para atacar a nadie, somos pacifistas, sino para disuadir a aquellos estén pensando en atacarnos o atacar a Europa", resulta, por forzada, algo acomplejada.
  • Capacidades duales (17 %): 1.751,5 millones para desastres naturales, helicópteros de rescate, aviones cisterna y buques. Una inversión con posible aceptación social.
  • Misiones en el exterior (3,1 %): 328,7 millones para reforzar la seguridad de 3.000 efectivos desplegados en 16 misiones internacionales.

Eso sí, la suma de estos porcentajes da un total del 105,1%, y nada tenemos que objetar, si esa diferencia viene de devolver al Tesoro 547 millones correspondientes a devoluciones de crédito, procedentes principalmente de Industria, de empresas con programas de modernización en marcha.

¿De dónde saldrá el dinero?

Si, además de estos 10.471 millones, se prevé llegar a 33.123 millones de euros anuales en seguridad y defensa, el 2% del PIB de España. "Ello permitirá España lanzar 31 nuevos programas especiales de modernización a los que se dedicarán alrededor de 3.800 millones de euros. Y que estos programas generarán desarrollos tecnológicos de doble uso, tanto para el ámbito militar como civil".

Al tiempo que “menos de la quinta parte del total irá a parar a la compra de armamento tradicional, fundamentalmente a la modernización de sistemas de combate terrestre y marítimo, y se hará porque es necesario». Sistemas de armas sin armas, otra vez las excusas sociológicas, económicas e industriales, en lugar de las políticas.

El Gobierno asegura que no será necesario aumentar el gasto público. El plan se financiaría con fondos europeos del Next Generation, remanentes presupuestarios de 2023 y supuestos ahorros. Pero, ¿estos fondos estaban comprometidos para otros fines? ¿No usar partidas ya adjudicadas supone incompetencia, mala gestión o incluso fraude de ley?

Porque se conocen bien las rigideces establecidas en las leyes financieras, hacendísticas y presupuestarias para los cambios de partidas presupuestarias.

¿Política industrial de Defensa o improvisación?

También es temeraria la afirmación de que el 87 % de los fondos irá a parar a empresas españolas, el resto a europeas, y solo un 5% fuera de la UE. Actualmente, el 60 % del gasto en Defensa de los países europeos se destina a proveedores estadounidenses. ¿Tiene España realmente una política industrial de Defensa a medio y largo plazo?

Por desgracia, no se ha establecido en los sucesivos gobiernos una clara política industrial de Defensa a medio y largo plazo, con un muy serio análisis de necesidades; no hay una potente colaboración y atención de las grandes empresas tractoras de Defensa con las pymes; y, fundamentalmente, junto a una falta de un planteamiento serio de cómo va a ser el plano global a corto, medio y largo plazo del conjunto de la industria armamentística europea, es que no se quiere ver la realidad.

Las diferentes naciones europeas, con sus grandes conglomerados industriales y enormes intereses económicos, apoyados totalmente por sus respectivos gobiernos, son factores a analizar y tener en cuenta a gran velocidad.

Para finalizar: si los programas que se pongan en marcha no aumentan nuestra capacidad de disuasión, al no incluir compras de misiles, cañones, cazas, submarinos, fragatas, carros de combate, portaviones, etc., todo será papel mojado y un despilfarro enorme de dinero del contribuyente. Aunque eso lo corregirá el tiempo, la OTAN, la UE y los militares como grandes profesionales que son.