La española El orfanato, nominada a cuatro premios, entre ellos los de mejor película y actriz, se fue de vacío, dejando al cine español sin galardones, a diferencia del año pasado, cuando Alumbramiento, de Eduardo Chapero-Jackson, ganó el de mejor corto.
Además de ser elegida mejor película, Gomorra se vio recompensada con los premios al mejor director, para Matteo Garrone; y mejor actor, Toni Servillo, por su papel en este filme y en el también italiano Il Divo, que aspiraba igualmente a cinco.
Gomorra ganó el de mejor guionista, para Garrone, Maurizio Braucci, Ugo Chiti, Gianni Di Gregorio, Massimo Gaudioso y Roberto Saviano; y el Carlo di Palma a la fotografía, para Marco Onorato.
El autor de la cinta, el escritor Roberto Saviano, amenazado de muerte por la Camorra napolitana, no acudió a Copenhague a recoger al premio como coguionista, como tampoco lo hizo Kristin Scott Thomas, ésta por motivos de trabajo.
El equipo de Gomorra, encabezado por Garrone, recordó la «extraña» situación en la que vivía el escritor, para quien lo más importante ahora es seguir adelante. Garrone señaló que lo principal del filme era contar la historia desde dentro, «sin juzgar lo que es bueno y lo que es malo, estando cerca del conflicto y las contradicciones de los personajes».
Entre los 15 premios que se dieron en la gala, a la que acudieron 1.400 personas, figuraron también los de mejor compositor, para Max Richter por la israelí Waltz with Bashir; el descubrimiento del año para la británica Hunger, de Steve McQuen; y el del mejor corto, para Darren Thornton, por la irlandesa Frankie.
Una de las ovaciones de la noche llegó con la entrega de uno de los dos premios honoríficos, el de la contribución al cine mundial, que recayó en el movimiento danés Dogma, fundado en 1995 y una de las manifestaciones más creativas del cine en los últimos tiempos. Sus cuatro fundadores, Lars von Trier, Søren Kragh-Jacobsen, Kristian Levring y Thomas Vinterberg, subieron al escenario, pero no fue el director de Los idiotas y Rompiendo las olas, Von Trier, siempre reacio a los reconocimientos, el que se dirigió al público. Levring fue el encargado de agradecer el premio en nombre de su «hermanos» cinematográficos, si bien dejó claro que Von Trier había sido el auténtico impulsor del movimiento.
Por su parte, el presidente de la EFA, Win Wenders, también ironizó con el horror a los focos y a viajar de Von Trier, y señaló que como el director danés no había acudido a ninguna de las galas anteriores, la Academia había decidido este año traer los premios a Dinamarca. Wenders fue con el sueco Ingmar Bergman (1918-2007) el impulsor de la EFA, creada en 1988 como contrapartida a los Oscar de la Academia de Hollywood (Los Ángeles, EEUU).
El público se puso también de pie para rendir tributo a la veterana actriz británica Judi Dench, a quien se recompensó por su larga carrera en cine, teatro y televisión, y que incluye un Oscar a la mejor actriz de reparto por Shakespeare in Love (1998).
Visiblemente emocionada, Dench ironizó, diciendo que esperaba que su carrera dure más que los 51 años que lleva actuando y recordó además que tenía ancestros daneses, a quienes homenajeó en esta lengua nórdica dando las gracias y diciendo que amaba Dinamarca.
Dench, junto con la asistencia de los Príncipes Federico y Mary de Dinamarca, pusieron las notas de glamour de una gala que acusó la falta de grandes figuras en comparación con ediciones anteriores.
También tuvo un homenaje fugaz en imágenes el legendario cineasta portugués Manoel de Oliveira, que dentro de unos días cumplirá cien años.
Otra gran ovación fue para el batería de la big band de la televisión pública danesa DR, encargada de amenizar la gala a ritmo de jazz y que realizó un solo de varios minutos, intercalado con fragmentos grabados de él tocando en distintos sitios de Copenhague, que sirvieron de promoción turística de la capital danesa.
Sin embargo, la película El orfanato protagonizó una de las anécdotas desgraciadas de la noche: Óscar Faura, nominado a la mejor fotografía, se levantó de su mesa en dirección al estrado al oír su nombre en la ronda de presentaciones, creyendo que había ganado.