El Banco Central Europeo decidirá hoy la anunciada bajada de tipos de interés en cuantía por determinar y con argumentos que deben iluminar el camino a recorrer en el inmediato futuro. Está probado que las medidas monetarias son las que tienen un efecto más rápido y efectivo en la matización del ciclo económico, pero no está tan claro que lo que viene sucediendo ahora forma parte de esa realidad.
La pérdida de confianza de los consumidores y de los demás agentes económicos no se cura con medidas clásicas aunque su eficacia esté probada. Lo que ocurre en los mercados financieros y sus efectos en la economía trasciende una mera cuestión de precios, el del dinero. Ahora tenemos problemas de oferta y de seguridad. Los bancos aún no se prestan con confianza entre ellos mismos, ni tampoco a su clientela habitual a la que han modificado los criterios y los perfiles de riesgo.
Peor aún, los buenos clientes no necesitan crédito, se han instalado en la liquidez y no quieren salir de ella, tampoco están por abordar nuevas inversiones mientras no se clarifique el panorama, por un lado imaginan que comprarán más barato y por otro no estiman que éste sea el mejor momento para ampliar la oferta de productos y servicios; sencillamente, no hay clientes.
De manera que a quien prestarían sin problemas no pueden hacerlo porque no precisan financiación, y quienes rellenan la solicitud de crédito no suelen ser los mejor calificados para pasar las comisiones de riesgos. Además las empresas de rating, sometidas a crítica severa por las alegrías de la época anterior, escatiman las calificaciones.
En ese contexto, la mejora del rating de Telefónica es una excelente noticia para la compañía española, que suma votos de confianza en todos los mercados y se consolida como una de las mejores del mundo.
Trichet y sus compañeros de consejo del BCE (allí se toman decisiones colectivas aunque el que dé la cara sea el presidente) tomarán la decisión que estimen oportuna: una bajada moderada que deje hueco para otras posteriores meses más adelante, o una bajada hasta el máximo posible, para enviar un mensaje muy claro a los mercados acerca de un compromisos contra la recesión.
La cuestión ahora no es sólo de precios, cuentan también las políticas cambiarias, especialmente el comportamiento del dólar, pero sobre eso hasta que la nueva Administración ocupe los despachos a finales de enero no habrá manera que saber qué es lo que piensan y pretenden en esa materia.
Lo que haga el BCE hoy es relevante, pero no lo más importante ni lo que más va a influir a corto plazo en los mercados y en los agentes económicos.
Fernando González Urbaneja