miércoles, octubre 30, 2024
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José Hernández, hombre clave de la nueva pintura española

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Al año siguiente se trasladó a Madrid, donde tuvo que trabajar como delineante hasta que se le dió a conocer como pintor.

Colectivamente, su obra ha participado en numerosas muestras de carácter nacional e internacional.

El hace sus propias preparaciones al temple de huevo, al yeso, barnices, etc. La pintura de tubo la emplea para las terminaciones, utiliza lacas dificiles de obtener por cuenta propia.

De sus exposiciones originales destacan «Opera», en 1971, que incluye 60 carpetas con 6 litografias, «Bacanal», en 1975, con 10 aguafuertes y «Bethel» en 1977, con cinco aguafuertes.

En 1980 obtuvo la medalla de honor de la Primera Bienal Internacional de obra Gráfica, celebrada en Lodz, Polonia. Y en 1981 le concedieron el Premio Nacional de Artes Plásticas.

Ilustrador de Luis Buñuel

José Hernández ha trabajado también como ilustrador del guión inédito de Luis Buñuel «La-bas», que se presentó en Madrid, en abril de 1991.

Hernández ha participado en la muestra colectiva «Poemas y pintura», que se celebró en la Calcografía Nacional de Madrid en noviembre de 1991. En esta exposición, el poeta José Manuel Ullán acompañó con sus poemas apocalípticos y religiosos a las obras de Hernández.

José Hernández presenta una treintena de cuadros y un libro de grabados sobre texto de José Antonio Muñoz Rojas en la Galería Levi de Madrid, desde el 24 de enero de 1995.

Hernández reconoce, con cierto orgullo, las influencias literarias que ha revelado su obra y se niega a establecer un orden de prioridades entre óleos, dibujos o grabados. El grabado constituye hoy una parte inseparable de su quehacer artÍstico, en el que la influencia de la arquitectura se presenta como una constante.

Su pintura ha sido definida como la ejecutada con «el sabio virtuosismo del visionario». Y muchos consideran a este singular artista como continuador del barroco, del tremendismo de Valdés Leal, y del surrealismo daliniano.

Nieto del talante surrealista

El pintor se considera «nieto» del talante surrealista, «basado en el concepto ético y moral», se califica como de «naturaleza crítico», lo que refleja en su obra, a menudo ligada a la literatura.

El 31 de octubre de 1989 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde ocupó la vacante de Luis Mosquera Gómez. Fue propuesto por los académicos Enrique Segura, Luis García Ochoa y Miguel Rodriguez Acosta. A sus 44 años, se convirtió en el académico más joven de la corporación. José Hernández ha sido miembro del jurado que concede el premio de Artes Plásticas «Ojo Crítico- Segundo Milenio», que otorga Radio Nacional de España (RNE).

Zapatero dice que las medidas para incrementar la inversión no afectarán a los Presupuestos 2009

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Dicho esto, Zapatero insistió que, en cualquier caso, «es necesario adoptar medidas fundamentalmente destinadas a un incremento de la inversión que tengan una repercusión sobre el deterioro del empleo» e insistió en que todas las medidas que adopte el Gobierno se podrán en conocimiento y se debatirán en el Parlamento.

Por su parte, el diputado del PNV advirtió a Zapatero del riesgo que supondría comprometer estas inversiones en 2009 sin incluirlas en los Presupuestos para el próximo año. A su juicio, no sería adecuado que, «una vez aprobado por las Cortes un presupuesto A, el Gobierno se dedicara por su cuenta a conformar un presupuesto B formalmente distinto, del que las Cámaras sólo tendrían conocimiento a posteriori». «Sería un fraude», concluyó.

Obama y diplomacia de Zapatero

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Estamos a tan sólo veinticuatro horas del «día D», o de la jornada electoral en Estados Unidos, y todo apunta a que Barack Obama tiene al alcance de su mano el Despacho Oval de la Casa Blanca, donde dormita y ruge en su despedida el que posiblemente haya sido el peor presidente norteamericano de la historia, George W. Bush, y donde están acumulados un montón de grandes problemas que afectan a la gran nación americana, empezando por la recesión, pero que también interesan y condicionan los problemas que de la crisis americana se han proyectado sobre el resto de naciones del planeta.

Por lo que está claro que la jornada electoral que se aproxima nos interesa a todos. Y también a los españoles, aunque sólo sea para restañar las heridas abiertas en la relación con Estados Unidos, como las que ponen en solfa la posible presencia de España en la cumbre financiera de Washington del próximo día 15, y a la que no está invitado Zapatero por diversas razones y en especial por haber confundido a Bush con la bandera americana y con la propia superpotencia, a la que quiso ningunear, al negarse a pactar con las autoridades norteamericanas la retirada razonable de las tropas que España había desplegado en Iraq (éstas sí con autorización de la ONU).

En realidad, Zapatero actuó frente a Washington con la misma ligereza que lo hizo en nuestro país o en otros asuntos de trascendencia que ahora ha tenido que rectificar. Empezando por la negativa de la crisis económica, o con el Estatuto catalán, la negociación con ETA, la inmigración, la política de trasvases, el regreso a la Guerra Civil, etcétera. Y pensará Zapatero que con Obama será coser y cantar, pero su número dos, Biden, ya advirtió que España no fue un aliado leal con USA en Iraq, lo que obligará a Zapatero a hacer nuevas concesiones para normalizar las relaciones con Washington. Por ejemplo, el cese de Moratinos (lo que sería una bendición para España) y enviar más tropas a Afganistán, lo que sería un pésima noticia.

Y ya veremos si, finalmente, España asiste a la deseada sesión de apertura de la cumbre financiera de Washington después del penoso espectáculo que ha protagonizado nuestro presidente Zapatero implorando un sillón, aunque sea uno prestado de Francia, posibilidad que aún se baraja y que sería peor que la de no asistir. Más le valía al presidente español haberse anticipado y arreglar los problemas de las nacionalizaciones de Argentina, primero de los fondos de pensiones y después de Aerolíneas Argentinas que ya están al caer, o impedir la expulsión de Repsol de Ecuador, lo que se nos antoja más que imposible vista la firmeza del presidente Correa. Y mucho cuidado con que el ejemplo no prolifere en otros países iberoamericanos. Naciones donde el lloriqueo de Zapatero para conseguir una invitación en la Cumbre de Washington dejó una pobre imagen de nuestro país, frente a otros como Brasil, Argentina y México que sí estarán en la capital americana.

Ahora los esfuerzos diplomáticos se orientan en dos frentes: por un lado, el insistir en la idea de que fue la Unión Europea y no Estados Unidos la que propuso la cumbre, exigiendo por ello a Sarkozy que nos cuele en esta reunión, aunque sea de tapadillo; y por otra parte, recurrir a Obama si éste resulta elegido para que interfiera en la presidencia de Bush y le pida una invitación para España, lo que podría ser aún más contraproducente y una intromisión en el proceso legal del traspaso de poderes en América. Lo que está claro es que si el senador McCain, por un milagro de última hora, logra ganar la carrera presidencial en la última curva -como Hamilton en Brasil el Campeonato del Mundo de Fórmula 1-, entonces Zapatero no sólo no iría a la cumbre sino que volvería a tener nuevos problemas con Washington.

Como los acabará teniendo con Europa, por su excesiva dependencia del conservador Sarkozy, lo que le creará conflictos con Merkel y Brown, a sumar a los que ya tiene con Berlusconi. De manera que, después de una descarada y conflictiva ausencia de la escena internacional, a Zapatero le toca ahora intentar una nueva etapa diplomática en la que, sin duda, una victoria de Obama le podrá ayudar. Aunque no tanto como él espera pero sí suficientemente como para llevar la que sería su primera visita a la Casa Blanca a su política de propaganda, que es la que mejor le ha funcionado desde que llegó al poder. Con el deseo, esperamos, de provocar un vuelco en su inexistente y caótica política exterior, lo que resulta difícil de creer y de llevar a cabo mientras Moratinos siga de ministro de Asuntos Exteriores. Y esa cabeza de Moratinos es a lo mejor el precio que Zapatero deberá pagar para rehacer sus relaciones con Estados Unidos, y si consigue captar a un ministro de prestigio -por ejemplo con Javier Solana-, a lo mejor logra también recuperar un cierto peso en Europa y en el resto de la gran escena internacional.

Pablo Sebastián

El PP y la Reina

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Empezaré por decir que la noticia de las opiniones de la Reina en el último libro de Pilar Urbano me parecieron increíbles. No tanto por su contenido, aunque en algún caso también, sino por el hecho mismo de que Doña Sofía opinara sobre esto y aquello, sobre asuntos debatidos en la sociedad española, tratados y votados en el Parlamento, sobre política internacional, etc. Incluso las referencias a los presidentes del Gobierno, por muy descriptivas que quisiesen ser, me resultaban sorprendentes. Ante un comunicado de la Casa Real que, sin concretar, vincula algunos de estos pareceres al ámbito de conversaciones privadas y otros a determinadas inexactitudes, la autora del libro ha dicho, como se sabe, que envió el original a la Zarzuela y recibió la conformidad de los colaboradores de la Reina. Que cada cual crea la versión que desee -o que opte entre una versión y la falta de ella-, pero de lo que no parece haber duda es que el comunicado oficial revela que la incredulidad y la sorpresa estaban justificadas. Alguien había atravesado una línea inconveniente. O de modo inconveniente.

En el maremágnum posterior (que tiene entre otros males convertir el contenido del libro, es decir, las opiniones de la Reina con sus inexactitudes y la indiscreción correspondiente en materia del periodismo más basura del firmamento), se ha montado una polémica también pasmosa en torno a unas declaraciones del portavoz del PP, Esteban González Pons. Aquí escribo «montado» porque, sin sorpresa ni incredulidad, la polémica me parece un montaje. Al fin y al cabo, salvo la desafortunada imagen de la bandera -que es un pretendido ejercicio de ingenio cuando no hacía falta-, su parecer sobre la neutralidad de los monarcas en determinadas cuestiones que están sometidas al debate social y a la discusión parlamentaria es de una corrección más que sobresaliente. No habría habido sorpresa ni comunicado de la Casa Real si no fuese así y, si fuese de otro modo, se habría echado de menos el silencio en estos últimos decenios, el silencio que tanto se ha ponderado y explicado a los que no han entendido el papel constitucional de la Corona al que la propia Reina hace referencia en el texto del libro.

Pero el libro o, mejor, la formulación de estas opiniones, ha producido el resquemor de quienes han decidido permanecer silenciosos a izquierda y derecha. El turno, el del consiguiente montaje, le ha tocado a González Pons. De un lado, su antecesor, que tanto bien hizo al PSOE con sus espasmódicas declaraciones, dice ahora que lo del diputado valenciano es «intolerable», como si tuviera que cargar el adversario político, que es lo que es uno para otro, con el hecho ajeno a su papel de que atravesar la línea de lo inconveniente sea para algunos intolerable. De otro, ya rizando el rizo, el PSOE pide a Mariano Rajoy que desautorice al portavoz, como si tuviera que cargar el adversario político, que también lo son, con el hecho ajeno a su responsabilidad de que el PSOE deseara ahora que alguien desautorizara algunas de las más llamativas opiniones vertidas en el libro.

Si a la incredulidad añadimos la sorpresa y si, después de repuestos de ambos, añadimos la hipocresía, reconozcamos al menos que la neutralidad y el silencio de la Corona son más que convenientes. Porque de otro modo habría que pedir a la Casa Real que nos aclarara que lo dicho por González Pons no resulta ofensivo.

Germán Yanke

La imprudencia de la Reina

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La Reina Sofía se ha equivocado al hacer comentarios políticos y de su entorno familiar a la periodista Pilar Urbano, y luego, tras el revuelo que se ha organizado por la publicación de sus palabras en el libro La Reina muy de cerca -que veremos si no se acaba alterando su distribución-, la Casa Real se ha visto en la necesidad de desmentir a la autora y ha calificado de «inexactas» las presuntas palabras de la Soberana al tiempo que las sitúa en el ámbito de su privacidad. Lo que viene a decir que puede que hiciera esos comentarios pero no para ser publicados.

Con lo que ya tenemos organizado, un nuevo y ruidoso espectáculo político y mediático en el mismísimo 70 cumpleaños de la Soberana. Lo que nos trae a la memoria que cuando, hace poco, el Rey Juan Carlos cumplió la misma edad, otro libro sobre el Monarca abrió una monumental polémica sobre sus presuntas relaciones amorosas.

Para empezar, tenemos que decir, por lo que conocemos a Pilar Urbano, que la periodista ha escrito la verdad de lo que ha oído en Palacio y que no cabe hablar de inexactitudes, sino más bien de rectificaciones de la Casa Real. Y sobre todo de la clara imprudencia de la Reina, que se presenta en público como una señora de la derecha confesional de toda la vida, lo que nadie dudaba pero que, al proclamarlo públicamente posicionándose en contra de varias leyes españolas aprobadas por el Parlamento, daña la que debe ser la imparcialidad de la Corona en la vida política española. En primer lugar porque su cargo y rango la obliga a la discreción y esta vez la soberana, que tenía tras de sí una trayectoria impecable y admirable, se ha equivocado de plano y ha actuado con una gran imprudencia y temeridad. Empeoradas al decir que tiene poca «libertad de expresión», a lo que se podría responder que ella está donde está porque así lo quiere, y que es Reina sin haber sido elegida en ninguna contienda electoral.

Sus opiniones contra el matrimonio homosexual, el aborto y el divorcio y la enseñanza religiosa están fuera de lugar. Como sus comentarios elogiosos a González y Guerra, y un tanto fríos o críticos con Aznar, comentando sus gestos o sus maneras. Y qué decir sobre sus palabras sobre el fallecido Rey Hasan de Marruecos al comentar que pretendía engañar al Rey. O cuando le llama tímido y reservado a su hijo el Príncipe Felipe, y no digamos cuando dice o comenta que el Rey «no abdicará jamás».

Naturalmente, las palabras de la Reina ya han recibido la crítica de los homosexuales, la izquierda, los nacionalistas y de analistas de la información, y serán un bocado exquisito en boca de los caníbales de la prensa del corazón, con lo que al final Doña Sofía le ha hecho un flaco servicio a la Monarquía y a la Corona, a la vez que la Soberana demuestra la confusión mental que tiene en torno a lo que hoy son los posicionamientos ideológicos de cada uno y la Constitución española.

Y ahora en este incidente, que será largo e informativamente sabroso, está por ver qué dice Pilar Urbano sobre los desmentidos e inexactitudes que se le imputan desde la Casa Real. De la misma manera que habrá que ver las consecuencias que, a corto y largo plazo, tiene todo esto para la Reina. Porque estamos seguros de que por todo esto habrá habido sus más y sus menos dentro de la familia real y habrá provocado, muy probablemente, un monumental enfado del Rey. Y sepa Dios si la Princesa Letizia, que va de experta en periodismo, no aparece por algún lado, como supervisora de la entrevista o algo así. Una entrevista en la que, dicho sea de paso, la Urbano arrima el ascua a su sardina conservadora y confesional (es miembro del Opus Dei), creyendo que con ello convertía a la Reina en la abanderada de su causa. Aunque el resultado de todo ello es que el libro ha acabado por causar daño a la Reina y a la familia real, cuando los grandes medios de comunicación festejaban con pompa y boato un esperando cumpleaños que por lo que se ve pasará sumergido en una polémica espectacular.

Marcello

El precio de la paz

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Tras un nuevo atentado, el dolor, la rabia y las ceremonias. El dolor y la rabia son tan inevitables como necesarios; cómo se va a reaccionar de otra manera ante la barbarie terrorista, ante los heridos causados por este coche bomba, ante la angustia producida en los estudiantes de la Universidad de Navarra y sus familias, ante los destrozos materiales, ante la reiterada muestra de que ETA no tiene otra ideología ni otra entraña que la violencia totalitaria. Las ceremonias, sin embargo, podrían cambiarse un poco.

Tras cada atentado los representantes políticos, juntos o por separado, condenan el terrorismo, se solidarizan con las víctimas y dicen respaldar al Gobierno en la lucha contra la banda. Nadie puede estar en contra de ello, aunque hay que reconocer que los cambios son convenientes. De hecho, ya ha habido uno. Hasta hace poco se formulaban, desde el actual Gobierno y sus socios, invitaciones al abandono de la violencia como única salida. Ahora ya no hay afortunadamente invitaciones a lo imposible, sino la manifestación de una voluntad en la que la detención de los terroristas y la derrota de ETA toman el lugar preponderante que corresponde al lenguaje adecuado en estos casos. Pero aún pueden modificarse a mejor estas ceremonias.

Una soberana sandez es eso de que la paz no tiene precio. Lo que no será jamás la paz es la cesión al terrorismo en mucho o en poco. Eso no será más que el desgraciado resultado del chantaje, no la paz. Pero la paz, la verdadera, la que es el escenario de la libertad y de los derechos individuales, tiene un alto precio: el que suponen las víctimas y el que implica la lucha decidida del Estado de Derecho contra lo que ajustadamente llamó ayer el presidente del Gobierno una «lacra». Una lucha decidida, constante, enérgica y sacrificada. Ni el buenismo sirve ni las palabras bastan por sí solas. Si no se puede dejar un resquicio para que respire el terrorismo hay que exigir a todos los partidos políticos que quieran participar en el concierto de la democracia que se impliquen en ello. No se puede transigir con los alias políticos de la banda, como hacen algunos, mientras se participa compungidamente en las ceremonias que se suceden tras los atentados. No se puede, por aquello de dar pie a una cabriola política de intereses coyunturales, apoyar unos Presupuestos como los de la Comunidad Autónoma Vasca de modo automático e inopinado si en ellos se contemplan ayudas a las familias de los terroristas o gastos para campañas anticonstitucionales. No se puede, aunque parezca que la tranquilidad estratégica de algún partido va en ello, pactar el futuro político con quienes no tengan la actitud exigible ante el terrorismo y sus ramificaciones.

Son cosas que cuestan, no hay duda, desbaratan planes de supervivencia personal o alteran la falsa tranquilidad de la vida política, exigen energía, iniciativa e imaginación. Es el precio de la paz. Si se añadiera todo esto a las ceremonias, bienvenidas sean las ceremonias tras el dolor y la rabia.

Germán Yanke

Terror en la Universidad

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La banda terrorista ETA ha vuelto a las andadas y hecho estallar un coche bomba en el Campus de la Universidad de Navarra, causando heridas a 28 personas, graves daños materiales y provocando el pánico y desconcierto entre los estudiantes y profesores, con un atentado que, como ha dicho el ministro de Interior, Rubalcaba, podía haber provocado una masacre. En realidad, ETA no sabe hacer otra cosa que matar y aterrorizar y, además, sabe que eso para ellos y cualquier otro criminal es bastante fácil dentro de una sociedad pacífica y democrática como la española. Al menos, hasta que las Fuerzas Seguridad asesten un golpe definitivo a esta organización de delincuentes que pretende disfrazar su sangrienta actividad de activismo político, y que sigue recibiendo un cierto amparo de partidos que todavía se dicen democráticos, como PNV, EA, Aralar, ERC, BNG, NBAI, y todos los que continúan hablando del presunto «conflicto político» del País Vasco y de Navarra, cuando en realidad de lo que hay que hablar es del problema criminal.

Y mientras estos partidos y sus dirigentes no corten por lo sano su relación con ETA y su llamado entorno político y social, que son la misma cosa, será muy difícil que la unidad democrática y social frente al terror se convierta en una definitiva realidad que permita su aislamiento. Y está muy bien que el PSOE y el Gobierno de Zapatero hayan rectificado su empeño fracasado de una negociación política con ETA, que tan largas alas dio a esta banda en España y fuera de nuestro país. Pero esta rectificación política debe llegar de manera explícita al Congreso de los Diputados, donde todavía no se ha revocado el mandato de negociación con ETA que el Parlamento le dio a Zapatero meses atrás, para sustituir ese acuerdo por otro que disponga lo contrario: la negativa a cualquier negociación o diálogo, que no pase por la previa rendición de ETA y la entrega de las armas.

Y en lo que concierne a Navarra tenemos que lamentar los devaneos del presidente de UPN, Miguel Sanz, con los que no hace mucho negociaban con ETA la unión de Navarra al País Vasco, al tiempo que violaba los que eran sus pactos políticos con el PP a cambio de su permanencia en el poder y de unas monedas de los Presupuestos del Estado, cuando aún estaban y están calientes las bochornosas negociaciones de Loyola entre el PSOE, el PNV y Batasuna. Negociaciones donde Navarra era moneda de cambio de ese disparate que, tras fracasar, ha vuelto a mostrar el verdadero rostro de ETA y de quienes no han dudado en jalear un pretendido discurso de «paz», otro vocablo tan infame como el del «conflicto».

Si los votos de UNP en los Presupuestos hubieran sido definitivos para su aprobación a lo mejor se hubiera entendido que los de UPN, con Sanz a la cabeza, hubieran apoyado a Zapatero en clara respuesta a la abstención del PSOE en Navarra que a ellos les permite gobernar. Pero el hecho de que los votos o la abstención de UPN en los Presupuestos del Estado no sirviera para nada demostraba que Zapatero lo único que pretendía era romper los pactos del partido navarro con el PP y abrir una crisis de estabilidad y de identidad en UPN y nada más. Porque imaginar una coalición entre N-Bai y el PSOE hubiera sido tanto como avalar los planes de Loyola con el PNV y Batasuna. Algo que tras el atentado de ayer en Navarra se hace todavía más imposible, por más condenas de ocasión que emitan desde N-Bai o desde el PNV. Partido, el PNV, que continúa con sus desafíos al Estado de Derecho y a la legalidad, como lo hemos visto en su reciente intentona de referéndum de autodeterminación.

De manera que, cuando pase la emoción del atentado, mucho nos tememos que los nacionalistas independentistas volverán a lo de siempre, o como poco a su calculada y perversa ambigüedad que tanto favorece a ETA y que impide la verdadera articulación de un frente democrático y social contra el terror sangriento y despiadado como el que ayer sembraron en el campus de la Universidad de Navarra, católica y confesional, lo que demuestra que nadie está fuera de sus objetivos criminales y que deja a los prelados y a los religiosos que son condescendientes con ETA frente a su propia y grave responsabilidad.

Pablo Sebastián

Obama, no te fíes

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El quelonio McCain y su fiero pitbull de los labios pintados, Sarah Palin, avanzan y recortan distancias con Obama y Biden, y las encuestas sólo dan al candidato demócrata una ventaja de cuatro puntos (49 contra 45 por ciento) sobre el heredero de Georges W. Bush. Lo que añadido a los errores de los sondeos y a la montaña de los indecisos hace que la pretendida victoria del candidato de color no esté tan clara como lo parecía semanas atrás. Y a no olvidar, en todo esto, el sentimiento racista que anida todavía en muchos de los votantes americanos que no se atreven a decirlo en público y menos aún a los encuestadores pero que en sus adentros ya están diciendo: «Al negro, ni agua».

O sea, que se cuide Obama de echar las campanas al vuelo y que apriete los dientes y su esfuerzo electoral en esta última semana, porque si fracasa con él se perderán muchas esperanzas políticas, económicas y sociales tanto en Estados Unidos, como en Europa y en el resto del mundo. Porque está claro que su candidatura y se equipo de gobierno es muy superior a la del esforzado McCain, que, con sus golpes bajos a Obama -al que ha acusado de ser amigo de terroristas y de ser un peligroso socialista-, ha perdido la poca credibilidad que le quedaba como heredero del catastrófico liderazgo y presidencia de Bush.

Vamos a ver si la ola de entusiasmo que ha despertado Obama en Estados Unidos llega a las urnas y si los votantes jóvenes se movilizan como lo han prometido, cosa rara en ese país. Y vamos a ver cómo discurren las últimas horas, porque eso del ataque americano al territorio sirio no es casual sino una maniobra de Bush para hacer valer la condición de militar de McCain. El que, en caso de acercarse un poco más a Obama en las encuestas, podría acabar movilizando a los conservadores en pos de una apasionante como dramática noche electoral, como lo fue la de otras pasadas elecciones con el añadido del tramposo recuento de votos de Florida que impidió la victoria de Al Gore.

Desde luego, la victoria de Obama sería muy importante no sólo por lo que significa para la democracia americana y para el resto del mundo la llegada de un político de color a la Casa Blanca, sino porque la crisis económica de su país y del mundo entero necesita de su liderazgo y su probada capacidad política, porque el triunfo de McCain supondría, amén de una decepción, el regreso a la estela de Bush, que es lo peor que podría pasar para la salida de la crisis y para la paz mundial.

Por todo ello le decimos a Obama que no se fíe, que su camino ha sido muy largo, pero aún le queda la parte más difícil de la carrera, la peligrosa recta final ante los ojos del mundo entero, que seguirá apasionado la importante y espectacular noche electoral americana. En principio todo apunta a que el candidato demócrata puede ganar, pero en América todo es posible y nada se puede descartar.

(Nota: rogamos a los orates/gafes que se abstengan de pedir el voto para Obama en estas fechas cruciales. Pedro J., por favor, no digas ni pío, mira la que armaste apoyando a Hillary, o lo de «mi voto por Landelino», etc. Y Zapatero, más de lo mismo, porque anunció el triunfo de Kerry, la derrota de Merkel, y la lió.)

Marcello

Rescate: control y canal

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Ya están aprobados los dos decretos de apoyo o rescate del sistema financiero con un amplísimo apoyo parlamentario. El presidente del Gobierno se ha comprometido, como parte de la negociación con el PP, a que la transparencia y el control sean mayores que los previstos cuando se anunciaron. Aún falta, sin embargo, pasar de las declaraciones formales a la concreción de cómo se va a hacer efectivo. Las pretensiones de la oposición son, en este punto, lógicas y no debería cejar un ápice en la exigencia de pactar y conocer -el PP y los ciudadanos- el detalle tanto de la transparencia y el control público. Lógico es también el propósito de que estas medidas sirvan para que el crédito llegue a los ciudadanos, familias y empresas, y no sólo para solucionar problemas de las entidades financieras u operaciones corporativas en las que el intercambio de acciones y la especulación están por encima, a veces muy por encima, de la creación de riqueza y empleo. No es fácil seguramente, pero de nada servirá este monumental esfuerzo si no se va notando, aunque sea lenta pero paulatinamente, en la economía real.

El Gobierno y su partido optaron por el realismo urgente después de quedar al margen de la realidad, intencionadamente, durante mucho tiempo. No tuvieron sino que seguir la estela de otros países europeos, los que tienen problemas en su sistema financiero, a pesar de que no se ha modificado un ápice la teoría de que el nuestro es imponente. La vida demuestra lo contrario. Pero, a partir de ese momento, todo vuelve a la retórica, como demostró ayer el presidente en el Congreso con un discurso deslavazado, abstracto y con pretensiones de teorizar sobre las finanzas mundiales. Corresponde a la oposición, por tanto, empeñarse en bajar de esta particular nube de verborrea y satisfacción al Gobierno, para el que parece más importante la imagen (ser convocado por Gordon Brown a las «reuniones mundiales») que el asunto mollar, que es la eficaz utilización de los recursos propios.

No le resultará sencillo a una oposición a la que el Gobierno quiere poner en un brete -en vez de buscar sus aportaciones- con el invento de apoyar Presupuestos sin discusión ni debate serio. Tendrá que aguzar el ingenio y aprovechar al menos las instituciones en las que gobierna para hacer patente una alternativa convincente. Y, además de exigir, explicar cómo a su juicio debe lograrse la transparencia, el control y el acceso de familias y empresas a la liquidez y los créditos que se quieren salvar o potenciar. Las decisiones que se tomen en sus comunidades autónomas pueden tener un carácter de ejemplo y de pedagogía política y, aunque no tenga el Gobierno de la nación, tampoco son instituciones sin importancia a la hora de obligar a las cajas de ahorro a la ortodoxia, o al saneamiento en su caso, y a la de reducir el gasto público que, además de ser un impuesto más, no ayuda nada a combatir la recesión. Es, desde luego, una oportunidad para sostener una unidad de criterio, es decir, de política, y anunciar el abandono de aventuras tan curiosas y absurdas como la salida a Bolsa del 49% del Canal de Isabel II anunciada por la comunidad de Madrid. Se trata de que la liquidez llegue a las empresas y, la verdad, el empeño no casaría muy bien con la utilización de las garantías, los avales y los dineros para que determinadas entidades, obligadas o no, acudan a esta particular operación.

Germán Yanke