El quelonio McCain y su fiero pitbull de los labios pintados, Sarah Palin, avanzan y recortan distancias con Obama y Biden, y las encuestas sólo dan al candidato demócrata una ventaja de cuatro puntos (49 contra 45 por ciento) sobre el heredero de Georges W. Bush. Lo que añadido a los errores de los sondeos y a la montaña de los indecisos hace que la pretendida victoria del candidato de color no esté tan clara como lo parecía semanas atrás. Y a no olvidar, en todo esto, el sentimiento racista que anida todavía en muchos de los votantes americanos que no se atreven a decirlo en público y menos aún a los encuestadores pero que en sus adentros ya están diciendo: «Al negro, ni agua».
O sea, que se cuide Obama de echar las campanas al vuelo y que apriete los dientes y su esfuerzo electoral en esta última semana, porque si fracasa con él se perderán muchas esperanzas políticas, económicas y sociales tanto en Estados Unidos, como en Europa y en el resto del mundo. Porque está claro que su candidatura y se equipo de gobierno es muy superior a la del esforzado McCain, que, con sus golpes bajos a Obama -al que ha acusado de ser amigo de terroristas y de ser un peligroso socialista-, ha perdido la poca credibilidad que le quedaba como heredero del catastrófico liderazgo y presidencia de Bush.
Vamos a ver si la ola de entusiasmo que ha despertado Obama en Estados Unidos llega a las urnas y si los votantes jóvenes se movilizan como lo han prometido, cosa rara en ese país. Y vamos a ver cómo discurren las últimas horas, porque eso del ataque americano al territorio sirio no es casual sino una maniobra de Bush para hacer valer la condición de militar de McCain. El que, en caso de acercarse un poco más a Obama en las encuestas, podría acabar movilizando a los conservadores en pos de una apasionante como dramática noche electoral, como lo fue la de otras pasadas elecciones con el añadido del tramposo recuento de votos de Florida que impidió la victoria de Al Gore.
Desde luego, la victoria de Obama sería muy importante no sólo por lo que significa para la democracia americana y para el resto del mundo la llegada de un político de color a la Casa Blanca, sino porque la crisis económica de su país y del mundo entero necesita de su liderazgo y su probada capacidad política, porque el triunfo de McCain supondría, amén de una decepción, el regreso a la estela de Bush, que es lo peor que podría pasar para la salida de la crisis y para la paz mundial.
Por todo ello le decimos a Obama que no se fíe, que su camino ha sido muy largo, pero aún le queda la parte más difícil de la carrera, la peligrosa recta final ante los ojos del mundo entero, que seguirá apasionado la importante y espectacular noche electoral americana. En principio todo apunta a que el candidato demócrata puede ganar, pero en América todo es posible y nada se puede descartar.
(Nota: rogamos a los orates/gafes que se abstengan de pedir el voto para Obama en estas fechas cruciales. Pedro J., por favor, no digas ni pío, mira la que armaste apoyando a Hillary, o lo de «mi voto por Landelino», etc. Y Zapatero, más de lo mismo, porque anunció el triunfo de Kerry, la derrota de Merkel, y la lió.)
Marcello