jueves, noviembre 21, 2024
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Cómo pasó el Príncipe de barrio obrero al estigma del yihadismo

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Hamed Abderramán Ahmed tenía un aspecto peculiar, barbudo, grandullón, con aire bonachón. Se paseaba por El Príncipe sin nada muy claro que hacer, salvo tomar té en casi cada esquina, en cada cafetín. Era una rareza, el «talibán español», determino en Afganistán en la guerra de 2001 por los norteamericanos, internado en Guantánamo y vuelta a casa. al Príncipe, la barriada ceutí. Hoy,Hamed Abderramán Ahmed está otra vez en prisión, por reclutar adeptos del DAESH. Hoy, los radicales islamistas no son una rareza en el barrio más singular de esta ciudad autónoma del norte de África.

Un barrio pobre, obrero y humilde. Un lugar donde cristianos y musulmanes convivían en total armonía. Las Navidades eran celebradas con la misma efusividad que el Ramadán. No existían las drogas, las armas ni la influencia de grupos yihadistas. No había cabida para el odio y toda la barriada mostraba unidad frente a las adversidades, independientemente del dios al que abrazara cada residente. Esta es la estampa del Príncipe de los años 50. Una imagen que dista mucho de la realidad que vive la barriada en la actualidad con la mayor tasa de paro y con el índice de abandono escolar más elevado de toda España.

“Mi niñez fue muy placentera en el Príncipe. Éramos un barrio inundado de barracas con muy pocos recursos, pero recuerdo ser feliz con muy poco. La cohesión y la convivencia entre distintas culturas y religiones era extraordinaria. Mis vecinos eran cristianos y mi familia musulmana y no sólo nos respetábamos, sino que entraban en mi casa, yo entraba en la suya, merendábamos y  cenábamos juntos…”, explica Abdelmalik Mohamed, un ceutí que nació en la barriada y vivió en ella hasta los 19 años de edad.

Pero el presente es muy distinto. La realidad que vive el Príncipe dista mucho de lo que se pudo vivir en los años 50. Ahora, la cohesión entre religiones no existe porque simplemente sólo hay una, la musulmana. Los cristianos han desaparecido paulatinamente de la zona y han emigrado al centro de la ciudad autónoma, donde la diversidad cultural es mucho mayor. La salida de los que abrazan la Biblia ha supuesto que la barriada del Príncipe cuente casi con un 100% de población musulmana.

“La gente convivía, los cristianos iban a su iglesia, los musulmanes a su mezquita, pero poco a poco eso fue cambiando cuando la comunidad cristiana comenzó a emigrar al centro. Con el paso del tiempo los musulmanes se quedaron solos”, explica Mohamed. Este éxodo de cristianos no ha hecho sino crear un síntoma de pertenencia al barrio de los musulmanes que se han asentado en la zona. “Es el barrio más grande de Ceuta, sin lugar a dudas, y los que allí residen tienen su propio hábitat. El 99,9% de la población son musulmanes, pero ¿por qué? Sí en el centro conviven varias culturas y religiones”, se pregunta Mohamed.

Una tasa de desempleo del 70%

La escasez de empleo es otra de las claves que han contribuido al declive del barrio. En España, la tasa de paro se sitúa en un 18,9%, mientras que en Ceuta ya ha alcanzado el 24,6% de población desempleada. Es decir, hay un desfase de casi un 5%. Pero la situación es aún más preocupante en la barriada del Príncipe donde la tasa de paro se sitúa por encima del 70%.

“Tú vas allí a las 10 de la mañana, a las 11 de la mañana… a cualquier hora del día y los bares están llenos. Entonces, te preguntas ¿qué tienen estas personas? ¿Qué futuro? ¿Qué mañana? Llega un punto en el que el ser humano pierde toda esperanza y cuando el ser humano pierde la esperanza, lo pierde todo”, sentencia Mohamed.

Pero el paro no es sino una consecuencia del elevado índice de abandono escolar que sufre el Príncipe debido a las escasas políticas sociales realizadas en la zona. “Un residente de la barriada ha de cruzarse media ciudad para poder llegar a una biblioteca. Se te quitan las ganas de leer y de buscar un libro”, explica Mohamed.

El fracaso escolar también se explica a través de  la ausencia de colegios en la zona. Sólo existen dos y su nivel académico está muy por debajo del resto de centros educativos de Ceuta. “Hace un tiempo quise cambiar a mi sobrina de colegio y llevarla a uno del centro, pero el director de este último me dijo: ‘Mire usted, es que el quinto curso de allí es el tercero de aquí’. Esto ilustra la desatención, el desinterés y la falta de ganas de que una parte de la población participe en la vida de la ciudad”, se lamenta Mohamed.

El auge del terrorismo islámico

Al final, la falta de empleo, el abandono escolar, la inexistencia de una cohesión social y sobre todo, la situación de la barriada (fronteriza con Marruecos) ha convertido al Príncipe en el caldo de cultivo del yihadismo en España. Grupos terroristas como el Daesh han visto en esta zona un territorio perfecto para reclutar a jóvenes musulmanes muy maleables por su situación: sin estudios, sin trabajo y sin ningún futuro. Por este motivo, hay muchos de los residentes del Príncipe que durante los últimos años han cruzado la frontera para realizar la ‘yihad’. Además, células del propio Daesh y de otros grupos terroristas islámicos se han instalado en Ceuta, convirtiéndose así en un quebradero de cabeza para las autoridades españolas.

“Sí alguien te promete un futuro mejor cuando no tienes nada pues, tú te lo crees y vas” comenta Abdel en referencia a los musulmanes del Príncipe que emigran para enrolarse en las filas del Daesh. “De todos modos, el desempleo es un factor determinante. Si usted me cierra todas las puertas, no propicia la participación de este colectivo, pues ¿qué les queda? No hay futuro, no hay trabajo, siempre estamos supeditados a lo que diga Madrid”, se queja. Además, también cree que el éxodo de cristianos “ha influido” en la aparición del yihadismo.

Precisamente, es el yihadismo un arma de doble filo para los residentes en el Príncipe, porque si bien es cierto que la presión policial ha aumentado desde la aparición del radicalismo islamista, hay otros problemas de la barriada que han caído en el olvido para las autoridades. El tráfico de drogas y la delincuencia callejera no copan portadas ni atraen el foco mediático, pero desgraciadamente es algo que se puede observar en el día a la barriada. “Las alarmas saltan sólo con el yihadismo, pero hay muchos otros problemas”, denuncia Mohamed.

Lo peor de la situación es que nadie alberga ninguna esperanza de que algo cambie en el Príncipe. La falta de inversión y la escasa preocupación de las administraciones condenan al ostracismo a una barriada castigada desde la década de los 70 por el desempleo, el tráfico de drogas, la violencia y ahora, por el terrorismo islámico. 

Carlos Lospitao

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