En la entrevista de a continuación hemos preferido dar paso desde el primer momento a la escritora, Mercedes Pinto Maldonado (61 años), sin mayor preámbulo ni necesidad de describir en qué situación se encuentra el sector.
¿A qué te dedicas?
Me llamo Mercedes Pinto y he hecho muchas cosas, pero, sobre todo, lo que siempre he hecho ha sido escribir. He intentado estudiar medicina, he intentado mil cosas… pero lo que de verdad me ha perseguido siempre ha sido la literatura, así que me considero escritora porque es lo que siento y lo que he hecho siempre.
¿Cuáles dirías que son tus hobbies?
Leer y escribir; también la familia. Y bueno, caminar. Me ayuda a apartarme del mundo, del ruido, que no es poca cosa (porque tengo una familia muy grande, que me absorbe muchísimo) y cuando me voy a caminar es como que me distancio de todo. También me ayuda a pensar en mis personajes, en mi próxima novela, etc. Siempre tengo alguna novela, alguna historia en mente. Es muchas veces la única forma de estar conmigo misma.
¿Cómo son tus novelas, en qué te inspiras?
Tengo una pauta que se da siempre en todas mis novelas, y es que en todas hay personajes que han tenido una infancia truculenta o extraña. Normalmente empiezo mi novela en la edad adulta y explico su comportamiento echando miradas a su infancia. En ellas intento reflejar cómo influye tu infancia según dónde caminaste, quién te quiso… Eso es muy importante. Al final, somos el resultado de nuestro pasado, eso es así.
¿Cómo recuerdas tu infancia?
Sinceramente, tuve mucho malos momentos y muchos buenos, pero sí que tuve una gran influencia de mi padre, que era una persona con una gran personalidad y una fuerza increíble, y las personas con tanto carácter influyen mucho en sus hijos, para bien y para mal. Sí que tuve una infancia un pelín especial, ya que pertenezco a una familia de artistas (muchos músicos, todos muy pasionales…) y yo era una niña muy tranquila en el fondo, pero también tenía mi parte artística… Estaba rodeada de músicos y claro, uno empezaba a tocar el bajo, otro la guitarra, otro el piano… Eso era una locura, y yo decía: “Yo también soy artista, pero yo quiero hacer algo que no haga ruido”.
¿Te dieron la posibilidad de dedicarte a la música también?
Sí, aunque imponerme nunca, a ninguno de mis hermanos nos han impuesto nada, de hecho, mis hermanos son músicos porque lo sienten. Mi padre sentía la música, y a mí me gustaba mucho acompañarlo al piano cantando, aunque siempre he sido un poco diferente, siempre me ha gustado mucho más lo que te da una libreta, el poder estar contigo mismo y poder expresarte de una forma diferente… Entiendo que la música es una forma de expresión grandiosa, y que es como más sencilla porque llega a más gente que la novela en un tiempo más corto. Pero expresarse en literatura requiere mucha más concentración, mucho más tiempo, tienes que estar contigo misma de una forma más concentrada… Es diferente, y eso me ha gustado más siempre.
¿Te cansas del silencio? ¿Buscas ruido alguna vez?
Nunca, absolutamente. Me encanta el silencio. De hecho, a veces ha sido tan verdad que me parecía ruido, y me encantaba… Esos momentos de silencio absoluto me parecen una maravilla.
¿No crees que aislarse y tratar de buscar el silencio puede ser contraproducente para uno mismo y nuestra relación con los demás?
Sí, aunque no puedes apreciar el silencio si no has conocido el ruido. Yo pertenezco a una familia muy grande. Hay muchos niños y adultos de todo tipo, entonces, en mi vida hay mucho ruido, pero me refiero a sonrisas, lágrimas, ruido de todo tipo, bueno y malo. Vivo rodeada de palabras y de gente que se expresa, y eso me enriquece muchísimo, pero solo puedo sacarle el jugo cuando vuelvo al silencio… Si no acudo a mi silencio, todo aquello que ha pasado se va, se esfuma… Es ruido nada más.
¿Qué tipo de libros escribes?
He hecho de todo, aunque creo que mi mejor libro fue Mala estrella. Es una novela histórica, que quien la lee le gusta. Lo que es terrible es que poca gente la ha leído… Narra la vida de 3 hombres que, por circunstancias de la vida, se encuentran en el río Orange. Uno huye de su familia, otro huye de su mujer y otro huye de la Alemania nazi. Son de culturas diferentes: un himba, un judío y un católico. Se encuentran en el río Orange buscando diamantes y es una historia con la que conseguí unir a 3 culturas diferentes. Los tres están muy arraigados a sus costumbres y terminan queriéndose y considerándose verdaderos amigos. Me parece que es una novela histórica que tiene mucha profundidad.
A partir de ahí, luego hice otra histórica, que es sobre los últimos esclavos de Cuba. También tiene mucho mensaje porque es de un esclavo que aprende a leer y a escribir, y que es súper inteligente, y es el último esclavo que compraron en Cuba.
Pero lo que de verdad me gusta es la novela negra, porque es más ligera y no me obliga a documentarme tanto. Por ejemplo, Mala estrella me costó 2 años la documentación, pues visité los campos nazis, los campos del Holocausto y fui a un montón de sitios. Fueron 2 años de esfuerzo que, sinceramente, no sé, al final no he tenido lectores. Sin embargo, las más ligeras han sido las que más lectores han tenido y las que más beneficio me han aportado.
¿Por qué crees que los lectores eligen de esta forma?
Si te digo la verdad para mí es un misterio. Mira, Sinué: el egipcio, es una novela que tuvo una repercusión increíble hace 20 o 25 años. Hay mucha moda y muchas olas. Por ejemplo, ahora mismo la novela romántica está muy en auge, pero romántica en plan romántico-erótica… Se lee muchísimo, entonces, como que la gente se sube al carro y abandona lo tuyo. Pero siempre tienes un lector fiel. Yo soy lectora de novela histórica porque me gusta muchísimo, y voy a ser siempre fiel, y sí que es un público pequeñito, no una masa crítica que hace un boom de la novela; es un goteo de lectores.
Quizás una novela más ligera, más autobiográfica, en vez de una tan histórica, despierta en el lector más emociones y va más más encaminada, en ocasiones, a lo que éste demanda. ¿Crees que es así?
Yo creo que toda la novela de un escritor es autobiográfica, en gran parte. El personaje puede ser ficticio, el escenario, todo lo que tú quieras. Pero tú no puedes hablar nunca de lo que no has vivido de alguna manera, porque tus personajes son retales, como tú eres; como un sastre: has cogido un poco de este personaje, aquello de aquel, lo otro de tal… y construyes una historia de todo lo que has vivido… Igual no se parece nada, parece que no es como tu vida, pero realmente todo lo que escribes eres tú, da igual lo que escribas: histórica, policíaca, romántica, thriller (que me encanta) …
¿Cómo de difícil es ser sincera en una novela?
Mira, yo tengo dos libros empezados, muy autobiográficos, que he tenido que abandonar, porque es cierto que no debes ser demasiado sincero ni demasiado tú. El escritor debe disfrazar lo que siente con personajes y tal, porque si es demasiado autobiográfico siempre va a hacer daño a alguien, es así, porque ni tu madre fue perfecta, ni tu padre lo fue, ni tus hermanos, ni tu vida… Y para ser honesto, tienes que decir lo bueno y lo humano. Yo como madre y como abuela tampoco soy perfecta, y si alguien escribiera sobre mí, tendría que decir cosas que me dolerían. Es muy duro y difícil, por eso ese el tipo novelas o libros se escriben al final de la vida, ya que me da todo igual, porque me voy.
Una de mis novelas, que se llama Pretérito imperfecto, es la más autobiográfica, y en ella cuento muchísimo de mi vida, y quien la ha leído dice: es Mercedes Pinto. Porque es así… En esa novela yo quería ensalzar la figura de mi abuelo paterno, que fue quien realmente me dio ese silencio que yo necesitaba de niña. Me dio esa paz y esa tranquilidad que me rescataba del ruido, y la verdad es que tuve que ocultar o maquillar muchas escenas y nombres para que la gente que aparecía en ella no se ofendiese.
¿Qué escritores te inspiran?
Me gustan y me inspiro muchísimo en los alemanes de siglo XX, como Thomas Mann, que me encanta. No tengo nada que ver con él, o sea, yo nunca llegaré a eso, pero me parece muy elegante como son esos escritores. También Herman Hesse, son escritores que lo cuentan todo con una elegancia y una sutileza… Me parece que un escritor es el que sabe contarlo, pero también sabe ser elegante y sutil, no necesariamente con efectos especiales. Por ejemplo, ahora hay novelas que abandono porque me parece que no es necesario ser tan cruel. El escritor, bajo mi punto de vista, debe ser más elegante, más sutil, debe despertar los sentimientos de una forma más fina. Ellos consiguen contar cosas muy profundas e importantes de una forma muy elegante. La montaña mágica, de Thomas Mann, me parece un libro fuera de serie.
¿Qué destacarías de La montaña mágica? Yo lo dejé a medias…
Sí, hay 100 páginas que tendría que haber quitado (fíjate, decirle yo a un premio Nobel que hay páginas que le sobran al libro), ahí es donde todo el mundo se queda. Hay un momento, cuando se pierden en la nieve, en el que igual quiso decir algo que no supo comunicar. En realidad, el libro más que lo que cuenta es cómo lo cuenta. Como escritora, siempre a los que están empezando se lo recomiendo, simplemente por la forma de poner las admiraciones, las preguntas, el diálogo tan perfecto… es más que nada como para aprender técnica, para saber cómo se escribe.
¿Consideras que en la traducción de los libros se pierde un poco el estilo real del escritor?
Como solo sé un idioma no podría comprobarlo, pero sí he podido comprobar (porque han traducido mis libros a 4 idiomas) que hay lectores, por ejemplo, americanos, a los que le ha parecido una buena traducción Cartas a una extraña, o sea, que lo han disfrutado. Y no ponen pegas en sus comentarios, ni en su reseña. Me imagino que eso va a depender mucho de que el traductor sea un buen traductor y realmente conozca las dos lenguas, eso es fundamental. También me ha pasado con audiolibros, que me han destrozado el libro. Alguien ha relatado uno de mis libros y lo ha destrozado… Depende muchísimo de la profesionalidad de quien trabaje con tu historia.
¿Has leído El lobo estepario de Herman Hesse?
Sí. El lobo estepario es un personaje especial, porque es diferente a la masa. Y es que el diferente existe en todos los grupos. El lobo estepario es ese que dice: me desmarco y veo la vida desde otro punto de vista. Quizás es un poco Kafka, si lo piensas es un poco traumático. Hay una escena, no sé si me equivoco, en la que está contando de unas escaleras que hay cuando sube a casa, donde explica las macetas, lo que él siente cuando sube… Tú te quedas que dices: ¿cómo de las cosas más sencillas se puede hacer algo tan bello? Lo que hace el libro es denunciar que no todos somos iguales, que no todos vemos el mundo de la misma manera, y no somos borregos: yo soy diferente, y no por eso me voy a sentir mal, al revés… Ese es el mensaje para mí.
¿Crees que actualmente es difícil ser diferente a la masa?
Sí, más que nunca, obviamente. Sinceramente, yo tengo 61 años y he vivido muchas cosas. He corrido delante de los grises siendo una niña, y es verdad que ahora hay otras cosas buenas, pero antes era más fácil ser diferente, era más fácil porque serlo era guay; era como que el diferente era el que estaba luchando contra lo establecido, y ahora parece que luchar contra los establecido (pienso) es más duro.
Cuando escribes, ¿cumples un horario o lo haces de manera salpicada? ¿Cómo es tu rutina?
Cuando estoy en plan escritora trabajo muchísimo de madrugada, soy de las 5:00 de la mañana a las 12 del día; la noche no me inspira, soy una cosa rara, porque a todos los escritores que conozco la tarde los levanta y empiezan ya por la noche. Yo no, yo soy de levantarme a las 5:00 h de la mañana, ponerme a escribir, y ya cuando es de día y hay ruido lo dejo.
¿Qué opinión tienes sobre figuras como Rimbaud, escritores malditos o drogadictos, que sus propios tormentos acababan con ellos? Entre los artistas, los escritores son los que tienen una tasa más alta de suicidio.
Que lo entiendo. Lo entiendo porque escribir es como una catarsis; es como un vomitar todo lo que has estado comiendo durante el día, por lo que es normal. Eso es muy duro, y, además, la vida del escritor es muy solitaria. Yo siempre he pensado (lo que pasa es que tengo una familia tan grande que hace que esté ahí, si yo no hubiese sido por eso…) que hubiese sido una escritora maldita fijo, lo que pasa que no puedo por mis nietos, por mi gente… Siempre he pensado que vivir es muy jodido, de verdad, y si estás solo es que ya es la caña. Y uno escribe para vomitar, da igual en qué disciplina. Toda novela es un drama, porque la vida lo es.
¿Qué le vas a decir a alguien que se siente solo, que siente que la vida le ha defraudado? porque es así, es que yo eso lo entiendo. Lo que pasa, en mi caso, por ejemplo, que estás rodeado de gente joven, de gente que sonríe, gente que te da otra visión… y eso como que te saca… Pero a poco que tú te centras y dices: joe, si es que nacer es empezar a morir (y eso está claro).
¿Cuál crees que es el sentido de la vida?
Lo tengo muy claro: amar y ser amado. Cuando sales de ahí, estás muerta, eso ya lo dijo alguien, pero eso es así. Amar un amanecer, estar enamorada o enamorado de una persona, de la vida, de la mañana, del agua que cae de un río, sentir que a alguien le importas, que también eres amado, que formas parte de un mundo… eso es fundamental: amar y ser amado.
¿Qué opinión tienes de las redes sociales? ¿Nos acercan o nos alejan de esa idea del amor?
No creo que nos alejen en absoluto. Yo las he utilizado muchísimo. He conocido a muchísima gente genial, que cuando las he visto en persona ha sido más genial de lo que pensaba. No me ha decepcionado prácticamente nadie. Tengo, no sé si son 15.000 seguidores en Twitter, conozco a muchísima gente; alguna vez nos hemos reunido en Madrid. La gente buena es buena, delante y detrás de una pantalla, y la que es mala es mala igual. Yo creo que las redes sociales son una herramienta más.
Tres de tus libros han sido best-seller. ¿Qué comentarías de ellos? ¿Crees que han sido tus mejores obras?
Como te comentaba antes, para mí Mala estrella es mi mejor libro, y nunca fue best seller, por más que lo he promocionado, pero imposible. Estoy convencida que es un gran libro y que si algún día me van a recordar y van a ver mi biografía y todo lo que he escrito, aquel que de verdad ame la literatura dirá: este es su libro. Y, por ejemplo, Cartas a una extraña es un libro que tiene mucho de todo, y eso le gusta mucho a la gente: tiene romanticismo, thriller, policíaca, investigación; es como una macedonia, y eso a la gente le gusta mucho. Por eso creo que tuvo tantísimo éxito, es el libro que más he vendido, una barbaridad, y además es el que se ha traducido a 4 idiomas y tal; es una historia muy cercana que la gente puede sentir muy contemporánea.
Y luego, Maldita también fue otra (que ahora se llama Sola porque tuve que cambiar el título cuando cambié de editorial). Pues tuvo mucho éxito, aunque eso fue un trabajo de chinos que hice, porque lo puse por capítulos en mi blog cada noche. Tiene 400 páginas, y cada noche ponía como unas 10 en mi blog, entonces, al principio, no me leía nadie. Yo no quería publicarlo, quería ver la reacción de la gente; y pasó el tiempo y a los 6 meses, eran las 22:00 h de la noche y gente por todo el mundo esperando que pusiera el capítulo. Creo que tuvo éxito porque es un libro muy tierno, es como muy de corazón. Cada libro tiene su por qué; ahora mismo la literatura que vende es la romántica-erótica, principalmente, y yo me niego.
¿En qué estás trabajando ahora?
Ahora estoy trabajando en una novela histórica y estoy documentándome sobre la familia Romanov. Tengo una curiosidad grandísima en buscar la forma en que murieron y en que los mataron, y, sobre todo, cómo era su hija, cómo los mataron y el por qué. Ya se sabe la historia del último zar, por eso me voy a centrar en la historia de su hija María, que era la más bonita de todas y era una niña muy enamorada, quien se enamora de uno de los soldados que la custodiaban y tal… Entonces quiero hacer un poco de novela histórica centrándome un poco también en la vida de esa niña nacida para amar; creo que le voy a poner ese nombre: Nacida para amar, (aunque es un poco vulgar).
Respecto a la documentación previa que realizas para tus libros, ¿cuándo sientes que ya estás lo suficientemente informada?
Bueno, ocurre de una forma un poco aleatoria. Por ejemplo, cuando escribí Mensajes desde el lago tuve que ir al lago, a Seattle, y estuve allí. Y no es un libro histórico ni de documentación, pero como no lo había vivido tuve que ir allí. Fue fantástico. Hay unos en los que no existe documentación ninguna; y otros que en los que te ha sobrado, como en Mala estrella. Iba sobradísima, ya que conocía perfectamente la religión judía, la himba y la cristiana. No sabes la de reportajes y libros que leí, lo que yo viajé, o sea, iba sobrada. Y fue porque me gustó mucho; estaba disfrutando muchísimo conocer esas 3 culturas a la perfección.
¿Quiénes son los himbas?
Son una tribu africana que vive en la parte norte de Namibia. En una zona prohibida de diamantes. Es muy bonita la historia y son muy especiales, aunque ya el turismo ha hecho de ellos un producto más, no son una tribu como antes. Pero es muy interesante su creencia sobre Dios, su manera de vivir en pareja, su manera de entender la familia. Por lo tanto, era muy interesante que un himba viviera con un católico y un judío y tuvieran que convivir en un refugio y tuvieran que ayudarse el uno al otro sin ser tan ortodoxos. Me pareció como una forma de comunión del mundo, pues al final se hacen muy amigos y se aman muchísimo entre ellos.
¿Cuál es tu relación con la religión?
Creo en Dios; soy creyente y he sido católica practicante; también he sido practicante no católica… En mi religión he variado, pues a veces iba a misa, pero terminaba y no me llenaba, por lo que dejé de ir a misa y me siento mejor. Mi relación es con un Dios, el que tú quieras: la Naturaleza, me da igual… Pero sí creo que hay algo que trasciende de nosotros, que el límite no está en el ser humano. Creo que hay una fuerza mayor a nosotros; entonces esa es mi creencia y me da igual cómo me la pintes, pero sí que creo.
Respecto al proceso de escritura, ¿cómo construyes una historia o un personaje? ¿Sigues algunos pasos?
Conozco a montones de escritores y cada uno lo hace a su manera. Yo soy muy metódica por mi forma de ser y necesito una ficha de mis personajes. De hecho, con muchos escritores hablando les digo eso: como no tienen la ficha de personaje, claro, ahora ya no saben la edad que tenía el personaje ni cuando nació. Y el lector es muy agudo y dice: pero vamos a ver, si este personaje no puede tener ahora mismo 40 años porque nació en tal fecha. Para mí eso es fundamental, y bueno, sin idea no hago nada. Primero es la idea, quiero contar algo, necesito contar algo; después busco es el escenario en la época más ideal para eso que quiero contar, y luego empiezo a pensar en el personaje principal; quién lo va a rodear, etc. Escribo todas mis novelas a mano, y luego las paso al ordenador, que me sirve como primera corrección. Cuando tengo todas mis fichas y la documentación, la mitad no me sirve de nada… Eso no importa. Pero si un personaje vive en la Selva negra, yo tengo que saber cómo es la Selva negra en ese momento; o ese pueblo en el que sea se hacen relojes de cuco. Hay gente que no lo hace, que va sobre la marcha, y le va bien también.
¿Conoces algún escritor que no use fichas o que admires por algún motivo?
Mira, por ejemplo, Dolores Redondo. Fuimos amigas y empezamos juntas, y me parece una maravilla donde ha llegado: Premio Planeta. La admiro porque es una mujer que ha luchado tantísimo… Claro, no tiene la suerte o mala suerte de tener 7 nietos ni nada de eso. Pero recuerdo que empezamos igual, luchando… Conozco a muchos escritores que empezaron y han luchado muchísimo y han hecho una carrera a base de esfuerzo y sudor. Esto es muy duro, eh.
Y cuando lo piensas, ¿crees que tú podrías haber sido uno de ellos? ¿crees que muchas veces es cuestión de azar?
Claro. A ver, son trabajadores, obviamente, y buenos. Artista se nace o no, eso sí que lo tengo claro. El que no vale no vale. Hay gente que nació con arte, que sabe reflejar el arte en la literatura, que han trabajado y se lo han currado. Y por supuesto han tenido una forma de vida acorde o la vida los ha favorecido, eso es obvio; no es lo mismo, no sé, estar solo o con tu pareja y tener un camino limpio, que tener un montón de gente que te reclama.
¿Qué porcentaje de talento y de trabajo crees que hace falta para ser escritor?
Tú puedes tener talento cien por cien. Te morirás con talento, nadie lo sabrá. El trabajo es fundamental, y el trabajo sin talento te va a llevar a algo. Sin embargo, el talento sin trabajo no sirve absolutamente de nada, pues la disciplina y el trabajo son fundamentales. Siempre se lo digo a la gente que me pregunta: hay que trabajar, eso de que la inspiración te pille trabajando es así.
¿Hay días en los que te cuesta más escribir? En esos casos, ¿crees que es mejor seguir o dejarlo para otro momento?
Yo pienso que hay que seguir, ya luego cuando corrija, a lo mejor dices: esta escena es una mierda, esto tal… pero hay que seguir, porque todo es práctica; tu mente cada minuto que trabaja está practicando y te estás haciendo más sabio, más capaz, o sea, que el trabajo nunca cae en saco roto.
¿Cómo surgió tu primer libro? ¿En qué situación te encontrabas?
Te vas a reír, porque mi primera novela la escribí con 15 años. La escribía de noche, cuando ya todo el mundo dormía en casa. Quería escribir una historia y me salió una novela muy mala; con 15 años imagínate. Pero sí que es algo innato, es algo que ya hacía cuando era niña, cuando escribía cuentos de pequeña.
Y respecto a la pintura, ¿actualmente sigues pintando?
No, y no porque no me guste, sino porque el óleo (que es el que me gusta y es lo más fácil), por culpa del aguarrás tuve que dejarlo, porque me provocaba unos dolores de cabeza espantosos, vamos que no podía soportar el vapor. Entonces pasé al pastel, pero no veía esa posibilidad en el pastel, porque es como más ligero, tienes que acertar a la primera. No se me daba mal pero nunca fui muy buena. Creo que soy mejor escritora que pintora, y la verdad que tampoco me dolió mucho. Pero sí, el óleo te permite rectificar y crear una obra; es casi como una novela
¿Qué dirías sobre las editoriales?
He trabajado con Planeta en el Fotógrafo de paisajes; con Ediciones B; editoriales medias, otras más pequeñas… He trabajado con Amazon Publishing, y no es lo mismo publicar en Amazon como auto editar. Amazon Publishing es una editorial muy seria de Amazon. Cuando te contrata te aporta ese dinero inicial; es una editorial que trabaja maravilloso. Para mí, la mejor es Amazon Publishing, pero vamos sin lugar a dudas. Todos los meses te pagan. No tiene nada que ver con las grandes editoriales españolas, que en verdad trabajan para los colmillos retorcidos digamos. Trabajan para cuatro, los demás son todo migajas; he trabajado con ellos y tengo bastantes artículos hablando sobre eso, que me costó muchas peleas y discusiones. Lo he pasado mal porque me sentí engañada francamente.
Ahora tengo gente que trabaja para mí, pero al principio lo hacía yo todo sola; ahora tengo un mánager y a gente que me lleva las redes. Creo que auto editarse en este momento es una opción muy digna. De hecho, a mí las editoriales me buscaron después de auto publicarme; vieron mi éxito y querían parte del pastel. He ganado muchísimo más sola que con editoriales.
Cuando publico, hago una nota de prensa y un montón de cosas para que se entere mucha gente. Después me salen entrevistas con blogueros que se dedican a la literatura y hacen lecturas conjuntas, por ejemplo. Se crea una especie de ruido en las redes… Y para que el libro se empuje hay que hacerlo; si nadie se entera… tu puedes ser muy bueno, pero nadie se ha enterado.
Estudiaste medicina, ¿qué dirías sobre esa etapa de tu vida? ¿qué aprendiste?
Anatomía, a cuidar un cadáver, y que no era lo mío, básicamente. De anatomía aprendí mucho, cosa que me sirvió para la pintura.
¿Cómo crees que debe ser un médico?
Obviamente profesional y humano, pero lo más importante de un médico no es ayudar a vivir, sino a morir, porque al final a todos médicos se le muere un paciente. Yo tuve una escena que me marcó y por la que decidí dejarlo. Aparte de aquello, como mi marido es médico, él me llevó a hacer unas prácticas y ahí me di cuenta de que yo no valía. También tenía un profesor (que ya está jubilado) al que le decían el ‘Ruru’, que me lo puso muy difícil, ya que yo tenía hijos cuando estaba estudiando medicina y a veces no podía ir a las prácticas y tal. Pues un día llegué tarde y me siguio por el pasillo y me dijo: “señora Pinto, que sepa usted que en esta facultad nunca va a aprobar mi asignatura”. Se pusieron muchas cosas por medio, y pensé: si yo soy feliz escribiendo, ¿por qué tengo que vivir esto?
En realidad, empecé medicina por estar al lado de mi marido, porque viajaba mucho, y si iba fuera yo quería estar con él. Pero eso no es un motivo para estudiar medicina, tiene que ser vocacional.
¿Qué diferencias encuentras entre un trabajo intelectual y uno manual?
Creo que hay muchos artistas en los cajeros y en las cajas de los supermercados. Hablando con gente que, aparentemente es sencilla, te das cuenta de que tienen una gran profundidad; y otra gente de la que esperas una profundidad intelectual, porque tienen títulos y porque tal, te das cuenta de que, al final, lo que tienen es unos padres muy pijos que le dieron una muy buena educación y los pasaron por muchas grandes universidades, pero les falta la pasión. Yo creo que la pasión, ese enamoramiento y esa pasión por la vida… da igual que seas un cajero. Por ejemplo, una señora que nos ayuda en casa hace muchísimos años, que es sencilla y apenas sabe escribir, es una persona que me inspira muchísimo. No creo que tu puesto de trabajo defina cómo eres.
¿Hay algo que quieras expresar a través de tus libros?
Yo escribo porque soy muy mala debatidora. Como te decía, tengo una familia muy grande, y cuando sacan un tema, todos quieren llevar la razón, nadie quiere encontrar la verdad. Y yo soy muy mala para eso. Entonces digo: ahora yo me voy a poner a escribir y voy a contar lo que yo pienso de esto. Cada libro mío ha sido la respuesta a una pregunta de la vida. Si en mi familia ha salido algún tema y no he podido expresarme, he escrito una novela, para que nadie me discuta, nadie me interrumpa, nadie me lleve la contraria… Realmente escribo por eso; es lo que pretendo, y cada libro mío tiene un mensaje: de amistad, otro del sentido del amor, el amor en pareja, el sentido de la infancia, el amor a los padres, etc.
¿Qué consejo darías a nivel profesional a alguien para que encauce su vida laboral?
¿Necesitas trabajar de verdad? ¿Hay gente que depende de ti? No hay mucha opción si es así, pero si eres una persona relativamente libre, aprovecha y haz lo que te dé la gana; vive experiencias… Cuando tienes responsabilidades e hijos, eso te controla tu vida, porque no puedes abandonar a la gente que quieres o que depende de ti; pero si eres libre disfruta, vive, ten experiencias… y cuando ya estés saciado y borracho de vida, piensa qué quieres, dónde quieres ir, y proyecta todo aquello. Ese sería mi consejo.
Y para alguien que quiere escribir, que quiere ser escritor: lee y escribe, al final si de verdad es lo tuyo vas a ganarte la vida con eso. Yo pensaba que eso era imposible y me he ganado la vida con esto.
¿Y un consejo a nivel personal?
Es una pregunta muy difícil, aunque creo que, generalmente, no nos encontramos bien con nosotros mismos porque no somos aceptados o no somos todo lo aceptados que nos gustaría ser; porque no hemos encontrado un espejo y alguien que nos diga: tú vales. Generalmente ocurre con los adolescentes, pero también con la gente adulta, ¿no? Están tan perdidos porque no hay nadie que le haya dicho: tú vales para esto. A una persona que se encuentre perdida le aconsejaría que escuchase a los demás, que no tuviera miedo… Muchas veces no hay que tener miedo y debemos preguntar a los demás cómo nos ven. Acércate y estúdiate a ti mismo, seguro que tienes mil defectos y mil virtudes. Cambia el pesimismo por las cosas buenas que tienes.
Preguntarle a la gente a mí me ha servido mucho, porque a veces uno piensa (porque está en un mal momento) que es terrible y tal, pero le preguntas a otro sobre cómo te ve, sobre si cree de verdad que estás tan mal, si tu alma está tan oscura… y te das cuenta de que es un problema mental, porque tu mente te está absorbiendo. Entras en una dinámica negativa para adentro y a veces preguntarle a los demás te puede ayudar mucho.