La misión que los cascos azules de la ONU están desarrollando en Líbano se ha convertido, desde hace tiempo, en una pesadilla. Este viernes, otros cuatro militares desplegados en la zona resultaron heridos por el impacto de dos cohetes que, según la UNIFIL (siglas anglosajonas de la misión de la ONU en la frontera entre Israel y Líbano), fueron lanzados, «probablemente», por el grupo terrorista Hezbolá «o grupos afiliados».
Los heridos, cuatro soldados italianos, «reciben tratamiento en el hospital de la base», pero, «afortunadamente, ninguna de las lesiones pone en peligro la vida», según la UNIFIL. Pero, los dos cohetes lanzados contra el cuartel general del Sector Occidental en Shama, impactaron en un búnker y en una zona logística.
Una de las estructuras afectadas (sin que haya trascendido cuál de ellas) «se incendió, pero las llamas fueron rápidamente extinguidas por el personal de la base», según explican desde la ONU. Y también añaden que éste ha sido el tercer ataque contra esta base en tan sólo una semana.
El Gobierno repite los mismos protocolos de condena con cada nuevo ataque contra los cascos azules desplegados en Líbano
La base de Shama se encuentra a unos 68 kilómetros del cuartel general del contingente español, que precisamente está siendo relevado estos días. En los diferentes ataques que se han producido contra los cascos azules de la ONU, no se ha informado en ningún momento de ataques contra la base española, que está en Marjayoun (aunque cerca de ella también se han ido produciendo bombardeos y enfrentamientos armados entre Israel y Hezbolá).
Y, tras este último ataque contra la UNIFIL, el Gobierno, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha vuelto a repetir el mismo protocolo que en anteriores atentados contra los cascos azules en Líbano: ha condenado el ataque; ha recordado que «son una gravísima violación del Derecho Internacional Humanitario y de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad»; y ha vuelto a «exigir a las partes que respeten a las tropas y a las instalaciones» de los cascos azules.
Al tratarse de una misión de Naciones Unidas, desde Defensa y Exteriores han insistido en diferentes ocasiones en que debe ser el Consejo de Seguridad el que decida sobre la continuidad o no de la misión de la ONU en la zona.
Cuando comenzaron estos ataques, a finales de septiembre, fuentes militares consultadas por ESTRELLA DIGITAL desaconsejaban un repliegue, por el peligro que ese tipo de «movimiento de tropas» podía causar a los propios soldados. «Una ‘retirada’, además, no se planea y ejecuta de un día para otro», comentaban.
El precedente de Zapatero y la retirada de Irak
Sin embargo, los relevos que ahora se están produciendo en el contingente español desplegado en Líbano ya están suponiendo un «movimiento de tropas» que se podría traducir, si los responsables políticos así lo decidiesen, en un repliegue de los soldados españoles a territorio nacional.
Porque, aunque sobre el papel la decisión de retirar a nuestros soldados de la zona depende del Consejo de Seguridad de la ONU, cabe recordar que hay un precedente: en 2004, el Gobierno español, presidido entonces por José Luis Rodríguez Zapatero, decidió, unilateralmente, traer de vuelta a las tropas españolas que había en Irak en cuanto tomó posesión de su cargo.
El ataque de este viernes se ha producido, y así lo confirman desde UNIFIL, «en medio de intensos bombardeos y escaramuzas terrestres en las zonas de Shama y Naqoura en los últimos días, lo que ha aumentado las tensiones en la región».
Actualmente, la misión de la ONU en la frontera entre Israel y Líbano está integrada por 10.150 efectivos procedentes de 48 países. De ellos, alrededor de 600 son españoles. Y, desde hace semanas, todos ellos están siendo objetivo tanto de Hezbolá como de Israel, que llegó a acusar a Naciones Unidas de permitir infraestructuras del grupo terrorista ceca de sus bases.