Muchos famosos tienen un pasado oscuro que no desean desvelar al mundo, pero existen algunos que deciden contar públicamente sus peores momentos. Este es el caso del tenista André Agassi, que se ha armado de valor y ha escrito una autobiografía donde cuenta toda la mentira que vivió desde su infancia, como desvela Lecturas.
El 1 de septiembre llegará a nuestro país 'Open: Mi Historia', un libro en el que el Agassi más profundo desvela la auténtica pesadilla que vivió desde niño. Su padre, un exboxeador iraní, le inculcó desde pequeño que debía ser una estrella del tenis mundial. Siendo un niño, entrenaba los siete días de la semana, de ahí viene ese odio manifiesto por el tenis: «Juego al tenis para ganarme la vida, aunque lo odio, lo detesto con una oscura y secreta pasión. Siempre lo he detestado». Pero ese no fue uno de los momentos más tristes de su infancia. A los siete años, su padre le obliga a tomar analgésicos con cafeína; más tarde en plena adolescencia comenzó el consumo de anfetaminas y ya de adulto, comenzó el consumo de drogas por pura diversión. «Además del subidón que me da colocarme, obtengo una satisfacción clara en el hecho de perjudicarme a mí mismo y de acortar mi carrera», confiesa en las páginas de su libro.
Rezó en una final de Roland Garros para que no se le cayera la peluca
Años de mentiras dentro de las pistas en las que utilizaba peluca para esconder su calvicie: «En una final de Roland Garros me puse a rezar. No era por la victoria, sino para que no se me cayera la peluca», confesaba. Su éxito en las pistas llegó después de que con 27 años tocase fondo. Se levantó y decidió rencauzar su vida para siempre.
A pesar de haber tenido un matrimonio fallido con la actriz Brooke Shields, encontró la estabilidad con la también tenista Steffi Graf. Él se enamoró nada más verla en televisión pero tardó un año en conquistarla. Volvió a ser número uno del mundo y se reconcilió consigo mismo.
En 2006, tuvo que abandonar para siempre las pistas. Ahora vive una etapa completamente nueva, alejada de la oscuridad de su infancia y centrado en su faceta como padre de sus pequeños Jaden Gil, 12 años, y Jaz Elle, de 10 años.