El torero José Ortega Cano ha abandonado esta mañana a las 11 horas la cárcel de Zuera (Zaragoza) donde cumplía condena como responsable de la muerte de Carlos Parra en accidente de tráfico, según fuentes presenciales.
Ortega Cano ha cumplido ya un tercio de su condena por lo que podría serle concedido el tercer grado. El torero fue condenado a una pena de dos años y dos meses de cárcel, así como el pago de una multa de 181.000 euros a la viuda de Parra.
El torero ha comenzado a disfrutar del que es su segundo permiso penitenciario antes de poder optar al tercer grado cuando en marzo revisan su situación. Su pareja, Ana María Aldón, ha acudido a las inmediaciones de la cárcel para recibirle. El viudo de Rocío Jurado pasará seis días de libertad en los que desea «estar con mis hijos, mi mujer y compartir con ellos este tiempo».
A su salida de Zuera le hemos podido ver muy rejuvenecido, como ya ocurrió en su permiso del 5 de enero, y tranquilo con la situación: «Hago mucha falta en mi casa, hay que atenerse a las normas y hacer las cosas bien».
Feliz con su salida, Ortega Cano también se muestra esperanzado con la recuperación de José Fernando: «Va muy bien, estamos todos muy contentos, está pegando un cambio de 180º».
De los planes de boda no ha querido confirmar ni fecha ni época solo que el tema va «paso a paso», como la futura inauguración en primavera del museo de Rocío Jurado.
Un nuevo José Ortega Cano ha salido de la prisión en la que deja el buen momento que vivió ayer con César Cadaval: «Es un amigo de muchos años. Conocía mucho a su madre y tenía ganas de verlo y darle un abrazo. Los chicos lo pasaron muy bien porque César es un gran aficionado a los toros y un gran humorista».
Navidades en familia
José Ortega Cano salía de la prisión de Zuera pasadas las 11.00 horas del lunes 5 de enero, donde le esperaba su pareja, Ana María Aldón, con su hijo, a quien abrazó calurosamente tras subirse al coche. Este era su primer permiso desde que entrara en el centro penitenciario en abril del año pasado.
Ortega Cano disfrutó de un permiso de seis días. Al salir del centro iba sin afeitar, vestía una camisa de cuadros y mostraba emocionado. Apenas ha pronunciaba palabra, pero le deseaba felices fiestas a los que tenían que pasar esas fechas tan señaladas dentro de la cárcel.