Si hace algo más de un año fue Scarlett Johansson el centro de las críticas por participar en un anuncio de una empresa israelí, Sodastream, que opera desde territorios palestinos ocupados (Cisjordania), ahora es Nicole Kidman sobre la que se centran todos los comentarios. La actriz australiana acaba de protagonizar el anuncio de Etihad, la segunda aerolínea de Emiratos Árabes Unidos, una compañía que puede despedir a sus tripulantes de cabina, si se quedan embarazadas.
En una carta abierta dirigida a la oscarizada actriz, Laura Glading, presidenta nacional del sindicato de AFPA -reúne a 25.000 profesionales estadounidenses-, denuncia las «horrendas» condiciones laborales de esta empresa, y para ello aporta algunos datos e informes de Human Rights Watch. «Es una compañía anclada en el pasado, que quiere devolver a la aviación comercial a tiempos más oscuros», dice Glading, que recuerda que el Tribunal Supremo de ese país ampara el derecho de un hombre a golpear a una mujer y encarcela a aquellas que denuncian abusos sexuales.
Por ahora, ni la actriz ni sus representantes han hecho ningún tipo de comentario a este respecto. Si sigue los pasos de su colega Johansson, en Etihad pueden respirar tranquilos, porque la protagonista optó por mantener su contrato con Sodastream y abandonar su colaboración como embajadora de Oxfam, que criticó duramente esta vinculación profesional con la firma israelí. Nicole Kidman es embajadora de buena voluntad de la ONU desde enero de 2006, y curiosamente su trabajo está centrado en denunciar la violación de los derechos humanos de las mujeres en el mundo. El organismo internacional no ha hecho ningún tipo de apreciación en este sentido, pero lo que es claro es que hay compromisos irremediablemente incompatibles.