Un saludo a doña Letizia ha servido para que un periodista, Jaime Peñafiel, haya cargado duramente contra uno que ejerce de tal, Boris Izaguirre, al considerar que con el mismo había cometido una “imperdonable impertinencia” con la Casa Real.
Todo viene a cuento por la recepción llevada a cabo con motivo del Día de Cervantes, en la que los nuevos monarcas invitaron a 120 personalidades de diversos ámbitos. Según cuenta Peñafiel, el escritor y colaborador de la SER, del que dice «debió dedicarse en su casa a ensayar cómo saludar: una rápida y leve inclinación de barbilla», y que precisa que «entró en el comedor con la boca y los ojos muy abierto”, lo echó todo a perder cuando «puso en práctica el arte de lisonjear, origen del arte de agradar olvidando que los grandes halagos son mudos».
Peñafiel cree que «no sólo lo hizo como un cortesano servil de nuevo cuño, descalificando a la Reina Sofía, al decirle, posiblemente creyendo que le halagaba: “Señora, la felicito por oír a una reina hablar, por fin, en español”.
El periodista ha confesado en un artículo que Boris «acabó diciendo sin saber lo que decía, y demostrando su ignorancia histórica«. Según él, «a lo mejor quiso felicitar a Letizia por ser la primera consorte española que lo es. Las tres inmediatamente antecesoras fueron extranjeras: María Cristina, austriaca; Victoria Eugenia, inglesa y doña Sofía … griega. Pero las tres, dominando el español.”
Eso sí, las palabras de Boris no llevaron consigo ninguna «reprimenda» por parte de Doña Letizia, ya que, como cuenta Peñafiel, «ella, aunque supiera que hasta la última nota de adulación fuera falsa, intentó ser tal como decía su adulador». Para Boris, «bajando los ojos agradeció mi halago”, mientras que para su crítico «yo creo, más bien, que a él se le vio el pelo de la dehesa”.